info: Te pones un nuevo vestido de verano para tu cita con Theo, sabiendo que le encantan esos vestidos en ti, y él no puede resistir la tentación. La noche rápidamente se convierte en un apasionado sexo público en el baño de Las Tres Escobas, con Theo dominándote de varias maneras.
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Estabas tratando de contener tus risitas juguetonas mientras Theo te empujaba dentro del baño de Las Tres Escobas, su mano grande cubriendo tu boca para sofocar tu linda risita y evitar que el resto de los clientes los escuchara a ambos colándose en el baño de damas.
"¿Qué los había llevado allí?" podrías estar preguntándote... bueno, en realidad es una historia muy corta.
Como todos los sábados, Theo y tú estaban en Hogsmeade, teniendo una cita. Era mayo, el clima era cálido y el sol brillaba en el cielo, así que decidiste ponerte un nuevo vestido de verano que tu madre te había comprado para tu cumpleaños hace unas semanas, sabiendo que a Theo le encantaba verte con ese tipo de ropa.
El vestido era blanco, con una falda amplia y un cuerpo entallado que terminaba en un escote bajo y favorecedor. Hacía que tu cuerpo luciera impresionante y Theo casi enloqueció cuando te vio; la tela suave abrazando tus curvas, resaltando el ligero bronceado de tu piel... había estado literalmente babeando por ti toda la cita, y ahora, no podía contenerse más: necesitaba hacerte el amor.
Y no podía esperar hasta que ambos estuvieran de vuelta en Hogwarts.
Él cerró la puerta del baño tras ustedes mientras te cubría el cuello con besos, succionando y mordiendo suavemente tu piel para marcarte por completo; al mismo tiempo, sus manos palpaban tu cuerpo casi desesperadamente.
"Te ves jodidamente hermosa hoy", susurró Theo en tu oído.
Tiró de tu lóbulo entre sus labios antes de darte la vuelta para empujarte contra el lavamanos y tú jadeaste cuando tu cuerpo golpeó la fría y dura superficie del mármol un poco bruscamente.
Te reíste entre dientes, inclinando la cabeza para besar su mejilla mientras enredabas tus dedos en sus rizos castaños claros, sus manos aferrándose a tu cintura delgada.
"¿Solo hoy?" susurraste de vuelta con picardía, mirándolo con una sonrisa en tus labios rojos pintados.
Él rió suavemente, presionándose contra ti mientras deslizaba sus manos bajo el dobladillo de tu vestido para acariciar la suave piel de tus piernas lentamente, subiendo la tela lo suficiente como para dejar al descubierto un pedazo de muslo desnudo.
"Siempre hermosa, pero hoy... maldición", murmuró, frotando su nariz contra la tuya; el olor de su colonia llenó tus fosas nasales, haciéndote sentir mareada, "este maldito vestido me está volviendo loco, cara mía".
