epílogo: nada cambia

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Max no espera nada de su noche de bodas, principalmente porque todo el mundo le ha dicho que tras un día tan ocupado y varias horas de fiesta, es seguro que llegarían a la habitación a dormir profundamente.

Pero cuando el reloj marcó las dos de la mañana y los últimos invitados se tambaleaban torpemente hacia sus habitaciones, vio por el rabillo de su ojo a su ahora esposo hablar con las personas del staff y darles sus merecidas propinas por preparar y recoger toda la fiesta. Retira su mirada rápidamente cuando el menor se da la vuelta y camina hacia él, y se hace el tonto cuando siente las manos ajenas rodear su cintura y la respiración cálida sobre su cuello.

"Esposo." Susurra tan cerca de su oído que Max siente un escalofrío bajar por su columna y su corazón latir como si estuviese corriendo un maratón.

"¿Es ese mi nuevo nombre?" Max pregunta intentando disimular sus nervios, se siente igual que cuando apenas empezaba su relación con Charles, respira profundo, desearía haber bebido un poco más.

"Trato de procesar que acabo de unir mi vida a la persona que más amo en este mundo."

Max se da la vuelta entre los brazos ajenos y admira al menor con ojos cristalizados por milésima vez en el día. Charles reposa sus manos en sus mejillas, y el neerlandés ríe a su expresión de extrañes pues no está acostumbrado a la sensación de su piel recién afeitada.

"Gracias por elegirme, mi amor." Charles pronuncia, sus ojos brillosos hacen contacto.

"Gracias por aparecer en mi vida, Charlie."

Charles lo abraza nuevamente pero no con las mismas intenciones pues su aliento fresco en la oreja de Max y el agarre fuerte en su cintura le avisa qué va a decir antes de que palabras siquiera salgan de su boca.

"Te necesito entre mis piernas ahora mismo, esposo." Max no sabe en qué punto de su relación su chico perdió toda su timidez pero un día de estos le provocará un paro.

...

Son entonces ellos los que entran tambaleándose en la suite reservada y decorada específicamente para los recién casados, lastimosamente la decoración no recibe los reconocimientos que debería porque la pareja pasa cual tormenta hasta llegar a la cama.

Sacos, correas, zapatos, medias, corbatines y camisas desaparecen en el camino, nada ha cambiado, el deseo que sienten al toque del otro es exactamente el mismo incluso superior al de su primera vez.

Charles cae de espaldas en el blando colchón y al hacerlo los pétalos rojos sobre este rebotan con gracia, sus pantalones y ropa interior desaparece en segundos y su sistema nervioso hace choque cuando siente los labios húmedos del mayor tocar el interior de su muslo, los besos suben lentamente hasta llegar al lugar deseado, el monegasco reacciona cubriendo sus labios con su mano pero Max no tarda en retirarla.

"Déjame escucharte."

"Creo que Pierre se está quedando en la habitación de al lado..." Argumenta Charles pero su respuesta viene en forma de una sonrisa socarrona.

"Nos la debe." Es razón suficiente para Max y vuelve a su tarea de pasear su lengua por el glande de su ahora esposo.

Minutos después Charles tiene que forzarlo a subir o lo hará correrse antes de siquiera empezar.

Dejan atrás el romanticismo de su primera noche como un matrimonio y lo hacen como saben que les gusta, como el alcohol viajando en su sistema se los exige.

Charles termina en cuatro, arquea su espalda que sabe, dolerá como el infierno en la mañana siguiente, y recibe sin vergüenza las embestidas  de su amado, no trata ni un poco de acallar sus gemidos, está seguro que todo el hotel se está enterando de que los recién casados no han perdido el toque.

"Buen chico, Charlie. Ya casi, precioso..." El mayor lo guía a través de su climax como lo ha hecho siempre, Charles se apoya en sus codos agotado mientras mancha las sábanas con el fruto de su orgasmo.

Siente a Max ralentizando sus movimentos, lentos pero fuertes, aún golpeando el punto dulce de Charles que grita sobrestimulado y se siente terriblemente vacío cuando Max se corre afuera.

Su cuerpo colapsa por completo en la cama cuando Max lo suelta, se da la vuelta para ver a su amado que lo admira anonadado, Charles abre sus piernas y extiende sus brazos aún entre espasmos resultado del excesivo placer recibido.

Max comprende el mensaje de inmediato y se deja caer sobre el menor con cuidado, asegurándose de no recargar mucho de su peso en él, Charles de inmediato cierra sus extremidades a su alrededor.

Se besan con cariño, con confianza, con confidencialidad, con amor, necesitados aunque conscientes de que tienen todo el tiempo del mundo, adormilados pero rehacios a darle fin a un momento tan especial.

"No puedo creer que seas mi esposo ahora." Max susurra con su respiración agitada, sonriente.

Charles tiene una expresión graciosa en el rostro y Max sabe que está apunto de decir una tontería. "Hace cinco años le dije a Ollie que eras mi futuro esposo, hace tres te prometí que pondría un diamante en ese dedo, y aquí estamos, soy bueno con las promesas."

"Eso veo, más te vale que cumplas lo que prometiste en el altar."

"Ni después de muerto dejaría de amarte, mon amour, esa no fue una promesa, fue un juramento y estoy dispuesto a cumplirlo para toda la vida."

Max sonríe embobado y Charles sabe que ha sido victorioso porque el mayor lo besa con fervor, con malicia en su toque y segundos después su cuerpo adolorido está siendo cargado y llevado a la ducha.

Sería una larga y muy feliz noche de bodas...

...

La mañana siguiente es bastante iconica para los invitados a la boda, pues como último día del festejo se propuso un brunch, un desayuno todos juntos antes de partir a sus hogares.

Lo gracioso fue que incluso con la peor resaca de sus vidas todos los invitados llegaron puntuales a ocupar sus lugares, unos que otros con sonrisas cómplices en sus rostros.

Todos menos la pareja que estaba siendo festejada, que llegan media hora tarde, con lentes de sol, cabellos aún húmedos, sonrojos en sus mejillas y excusas torpes.

"Buenos días a los novios!" Grita una voz muy parecida a la de Arthur en el fondo.

"Oigan, tortolitos, era yo el que estaba en la habitación de al lado!" Le sigue Checo.

"Charles, te picaron veinte mosquitos en el cuello!" Alguien más se burla.

Todos ríen histéricos y la pareja termina por aceptar las burlas y tomar asiento con el resto, recibiendo las felicitaciones y los comentarios con amabilidad.

Después de todo, poca vergüenza les causa la buena noche que pasaron juntos como esposos, como almas gemelas.

Mientras Charles ríe a algo que le dice Victoria, Max agradece ser un hombre débil pues que miserable sería su vida si hubiera ignorado su atracción por su rookie en primer lugar.

Mira a la mesa de al lado y hace contacto visual con Kelly que le asiente orgullosa y le señala a Penelope que le salude, la niña mueve su mano alegre, mueve su mirada a sus padres que se ven felices y luego a la familia Leclerc, solo uno de ellos capta su mirada, Lorenzo le asiente con una expresión de tranquilidad, parece que ha sido aceptado finalmente.

Y luego, su mirada vuelve a su costado, al amor de su vida, no esperando encontrarse con esos ojos esmeralda preciosos que lo admiran en silencio.

"Me gustas mucho, Emilian."

"Lo sé, rookie, lo sé."

...

Rookie's Champion - LestappenWhere stories live. Discover now