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Han transcurrido cuatro días y aquí me encuentro, recostada en el césped del campo de Lacrosse

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Han transcurrido cuatro días y aquí me encuentro, recostada en el césped del campo de Lacrosse. El entrenamiento de porristas resultó ser más extenuante de lo que alguna vez imaginé.

Esta mañana, a las siete en punto, me vi en la obligación de pasar por Charlie y Brett. ¿Adivina quién fue el maestro de las artimañas que logró convencerme de que los recogiera en mi auto? ¡Exacto, el muy desgraciado de Brett!

Hacer estiramientos de esta magnitud es algo que no recuerdo haber hecho en años, o tal vez nunca antes lo hice tan intensamente. Estiré músculos que ni siquiera sabía que existían. Ahora me siento como un trapo derretido en el suelo. Charlie, a mi izquierda, está en la misma condición que yo: completamente agotada.

—Ahora mismo te culpo de todas mis desgracias, Charlotte Walker —bromeo mientras cierro los ojos, esperando que eso alivie mi sufrimiento.

De repente, unas gotas de luvia caen en mi cara.

—Pobres cachorritas —abro los ojos y me doy cuenta de que no es lluvia, ¡es el sudor de Brett! Hago una mueca de asco y limpio rápidamente mi rostro. Charlie se ríe, pero está tan agotada que su risa parece embriaguez.

—¿Ya terminaron sus clases? —pregunta Brett, mirándome desde su altura.

—Bueno, eso espero —respondo, echando un vistazo al resto de porristas que parecen haber hecho muy poco. Parece que ni siquiera hemos hecho 2 minutos de plancha, ¡dos minutos!

—Ah, se conocen —escucho la voz de Stiles acercándose. Parece que la mala resistencia física es hereditaria, porque mi primo parece que ha sido atropellado por un camión unas doce veces.

Brett me tiende la mano y la acepto, tratando de ponerme de pie; sin embargo, mis piernas flaquean y el rubio me sujeta del codo para evitar que caiga de bruces.

—Si.— le respondo a mi primo.— el martes nos conocimos.

Charlie se arrastra hacia mí y se aferra a mis piernas para levantarse. Nos abrazamos mutuamente, encontrando apoyo en la otra.

—Creo que manejo yo de vuelta.— dice Brett mirándonos.

—¿tienes licencia?.— lo miro esperanzada

—Em... se manejar

—eso no responde a mi pregunta. — lo miro con los ojos entrecerrados.— sabes que, me da igual, tu manejas.

—Vengan que yo las llevo al auto.— dice Brett viéndonos con lástima.

—si quieres yo los llevo.— dice Stiles mirándome.— ¿Vienes a casa, no?

Miro a Charlie y ella me hace una mueca incómoda. Necesito que Stiles se mantenga lejos de mi hoy.

—Volveré mañana. —digo desviando la mirada. Brett se rasca el cuello, el, Charlie y yo sabemos que una mentira va a salir de mi boca en cuanto Stiles me pregunte la razon.

ADICTIVO | Derek HaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora