Daenerys Targaryen ha muerto, pero no la espera un descanso eterno, sino una misión encomendada por la diosa Valyria de la vida y la muerte, la khaleesi será enviada al pasado, poco antes del comienzo de la Danza de Dragones, su misión es evitar que...
ste capítulo y el siguiente transcurren el mismo día, estará dividido en dos partes porque fue demasiado largo. Después de El Torneo habrá un pequeño salto de tiempo. Este capítulo estará desde el POV de varios personajes.
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La habitación que Sir Larys preparó para ella era modesta pero bonita, mucho más pequeña de la que tuvo alguna vez mientras vivía en Kings Landing. El Red Keep le traía recuerdos dolorosos, de su padre, su infancia absurda y sus sueños de niña tonta. De nuevo se sentía en medio de una conspiración, pero esta vez no se equivocaría.
Junto a su espejo aún descansaba la corona floreada que le entregó Aemond Targaryen. Pensó en la emoción que habría sentido de ser un tiempo diferente, o tal vez una persona diferente. Todo lo que sabía de él era que fue un cruel matasangre, el malvado que inició la racha de muertes durante la Danza de Dragones. Aunque la impresión que dejó en ella fue diferente, incluso amable. Pero había algo que le causaba intriga y era esa evidente tensión con la Targaryen. Era obvio que aquella corona solo fue un castigo para Daenerys, y por la expresión en su rostro, sí funcionó.
Oyó algunas voces en el pasillo, bastante raro por la hora, pero recordó que se estaba llevando a cabo un torneo y el castillo estaba lleno de invitados. Nobles, lacayos, caballerizos y sirvientes andando de un lugar a otro, tomando tanto alcohol como cabía en sus cuerpos.
«Todo esto es en honor a ella». Se dijo.
Claro, a ella y a su padre. Aún no había visto al Rey Loco, ¿acaso los dioses le hicieron recuperar la cordura? Los comentarios durante las justas decían que el agasajado era un hombre intimidante y hábil, tenía un puesto en el consejo y según el Strong, era muy bueno con las finanzas.
Los ruidos afuera de su habitación continuaron, no parecían balbuceos de borracho, sino conversaciones extrañas y secretas. Lo sensato era asegurar su puerta y ocultarse, pero quizá era importante.
Abrió cuidadosamente la puerta y distinguió un rostro que se le hacía familiar, pero no lograba ubicar de dónde.
—... No va a ser fácil acercarme a él, siento que el puto Daemon está sospechando —dijo el hombre mayor.
—Mi señor ya previno eso, no sospecha de nosotros, piensa que todo es un plan del tuerto —replicó el más joven, el que se le hacía conocido.
—Oí a Rhaenyra decir que tal vez no lo dejen competir mañana —contestó el hombre—. ¿De qué habrá servido todo?
—Si no hay justa mañana, debes hacer lo que mi señor te pidió —el joven bajó aún más la voz—. Tres gotas son más que suficiente, los maestres lo podrán detectar a primera instancia, por eso es importante que dejes el frasco en la habitación del tuerto. Hazlo esta noche, él no está ahí.
