6. Te empiezas a desvanecer

6 0 0
                                    




Levanto la vista hacia el reloj de pared de mi habitación. Son las 20:47, quedan 13 minutos para que Layla aparezca por aquí. Desde que se fue me he leído el temario que han dado en la clase que me salté y he terminado mi lectura propia actual, así que supongo que no ir a clase no ha sido una gran pérdida.

Tras la invitación de mi amiga al plan de esta noche, hasta pensé en salir a comprarme algo de ropa para mimetizarme un poco más, pero al final decidí volver a mi vida aplicada y vestir con lo que fuera. No es como si tuviera a nadie a quien impresionar. Sobre todo no después de anoche. ¿Cómo me pareció buena idea beber tanto como bebí? Decidido, no volveré a beber.

Metida en mis pensamientos, escucho a alguien aporrear la puerta. Me levanto, abro, y una vez más veo a Layla vestida despampanante. Lleva un top de encaje verde oscuro y unos pantalones negros pitillo conjutado con unos botines de tacón de cuero, mucho más casual que ayer, pero nada remotamente parecido a lo que tengo en mi armario.

— Holiiiiiiii. Qué, ¿preparada para revolver tu armario otra vez? — dice mientras entra sin miramientos en la habitación. — Veamos...

— Layla, ¿a dónde vamos que requiera un top de encaje?

— Al Ganeko, es un bar bastante concurrido por músicos. Hay música, juegos y buen ambiente. Solo se puede entrar mediante invitación, pero... Por suerte la tenemos jiji.

— Y, ¿qué se supone que me puedo poner yo para un plan como este?

— Tú déjame a mí. Creo recordar que me dejé algún top de la temporada pasada.

Durante cinco minutos veo rebuscar a mi amiga en mi armario, como si le fuera la vida en ello, tirando y apartando toda mi ropa por mi habitación. ¿Acaso soy tal causa perdida? Lleva mucho tiempo buscando y no encuentra nada. ¿Tan mal visto? Cuando termino con estos pensamientos intrusivos, veo que Layla se gira con cara victoriosa.

— Perfecto, esto está perfecto por ahora. Aunque tenemos que ir de compras urgentemente. Pero bueno, toma, pruébate esto — comenta tendiendome la ropa.

Voy al baño y analizo detenidamente la ropa que me ha escogido. Es un top marrón claro, casi beige, que me compré hace unos años. Hoy en día me queda un poco más ceñido de lo que me gustaría, por eso no me lo suelo poner. También hay una falda negra corta, muy corta, que me compré para la fiesta de graduación (a la que no fui). Debajo de ella, me he puesto unas medias y un culotte porque lo último que necesito hoy es hacer más el ridículo. Con una última mirada al espejo salgo del baño.

— Woooooooow, tía. ¿Ves como no es tan difícil? Esto ya es otra cosa. Ahora el toque final — dice mientras saca un neceser con lo que parece maquillaje.

Tras 40 largos minutos de Layla hablando de Manu y ocasionalmente maquillándome, me permite girarme para poder ver lo que me ha hecho en el espejo casi esperando un desastre. Pero cuando veo mi reflejo, me levanto de la silla, sorprendida. No parezco yo, tengo las mejillas sonrosadas levemente, los ojos pintados con una sutil sombra marrón y los labios me brillan gracias al efecto del gloss. Junto con el outfit, me siento... Bien, muy bien. Casi no tengo palabras.

— Bueno, ¿qué te parece? — pregunta Layla levantando una ceja.— Y no digas que está mal porque ya no hay tiempo de cambiar nada.

— B-bien, ¿qué has hecho magia o algo? — intento bromear.

Layla rueda los ojos y se levanta de la cama mientras coge su bolso. Me pongo unas botas negras planas y voy a coger mi totebag cuando mi amiga se gira y me dice:

— ¿Qué se supone que haces? — mira con desaprobación a mi bolsa y luego a mí.

— Em... Vale, pillo la indirecta — aclaro levantando los brazos como si me estuvieran apuntando con una pistola mientras cojo solo mi cartera y móvil.

***

Una vez en la puerta del edificio de nuestra residencia, vemos un coche negro con las ventanillas bajadas y música. Sé que es nuestro coche cuando veo a Manu mirarnos y levantar las cejas, nos sigue con la mirada mientras Layla se acerca casi corriendo. Miro a los dos lados antes de cruzar.

Llego al coche, el bajista me mira y yo le saludo con la cabeza, me saluda con un "hola" y cuando voy a responderle, oigo el sonido de una puerta de coche, levanto la cabeza y veo a Julen salir. Cruzamos miradas por encima del coche. Viene, viene hacia mí. Me da un pequeño escalofrío por todo el cuerpo y, cuando le tengo enfrente, se queda quieto, me mira de arriba abajo y sonríe. Madre mía, esa sonrisa... No se mueve, como si estuviera esperando una reacción por mi parte.

Ante esto, no se me ocurre otra cosa que saludar avergonzada con un gesto de cabeza. ¿Qué pasa? ¿Por qué me mira así? Seguro que es por algo que hice ayer. Y si le dije que me gustaba? Oh dios... Qué vergüenza, por esto mismo no quería venir. Vuelvo a centrarme en la realidad, mientras agito mi cabeza y frunzo el ceño.

— ¡Venga! ¿Qué haceis ahí quietos? Al coche — grita Layla.

Suspiro y cojo la manilla de la puerta del coche, antes de entrar vuelvo a mirar a Julen, que por fin se ha movido para volver a su asiento de copiloto, pero antes de que entre me mira con el ceño fruncido y parece que cierra la puerta de forma algo violenta, porque escucho a Manu echarle la bronca.

— Tú, tío, no lo pagues con mi coche — reprocha Manu golpeándole levemente el hombro.

***

Una vez dentro del Ganeko, miro a mi alrededor, en las paredes veo guitarras colgadas y cientos de posters y fotos de músicos y visitas célebres. Recorremos varios metros hasta donde se encuentran el resto de integrantes del grupo, quienes estaban rodeados de mucha gente. Están en una especie de reservado con sofás y mesas. Cuando llegamos a su mesa, nos saludan el batería y vocalista con una gran sonrisa en los labios y nos invitan a sentarnos.

A lo lejos, veo a Julen pedir una copa y un chupito, que se bebió al instante, y vuelve al reservado junto a nosotros. Pero se sienta apartado y apenas participa en la conversación. Se termina el cubata demasiado rápido y se vuelve a dirigir a la barra.

— Bueno, TN, ¿al final qué tal la noche de ayer?— pregunta con una leve sonrisa Unai mientras Manu, Daragh y Sojo se giran también a mirarme.

— Eeh, b-bueno, y-yo... No lo sé, no quiero hablar de ello, necesito ir al baño — añado huyendo escaleras abajo sin rumbo al no saber dónde está el servicio.

Veo a lo lejos una señal de "WC" y me dirijo hacia ella mirando al suelo muerta de vergüenza, cuando me choco con alguien.

— ¡Ay! Mil perdones, no sé donde tengo la cabeza y no te he visto — digo mientras levanto la cabeza para mirar la cara de la persona que acabo de empujar.

Delante de mí veo a un hombre de unos 30 años, moreno, algo bajito y con un gorro de pesca bastante gracioso.

— ¡No pasa nada, reina! — responde el chico. — ¡Anda! Tu eres una de las chicas de las que no dejan de hablar mis niños, ¿no? Me iba a presentar ahora en el reservado porque no pude hacerlo en la fiesta de ayer.

— ¿Tus niños? — pregunto desconcertada ante la repentina conversación.

— Claro, los Baters. Me llamo Christian y soy su productor — dice mientras me empuja para que le de dos besos — Encantado de conocerte reina.

— A-ah... Yo me llamo TN, encantada también — me presento devolviéndole los dos besos. — Iba al baño, pero no lo encontraba.

— Ay, que mona. ¿Quieres que te guíe y te espero fuera? Así volvemos juntos al reservado, que como vaya solo me despisto hablando con gente, ya sabes — propone el chico que acabo de conocer con una sonrisa cálida.

Asiento, agradecida por la repentina amabilidad. Quizás esta noche no sea tan mala como pensaba.

Al otro lado del río (Norman Bates y TN)On viuen les histories. Descobreix ara