CAPÍTULO 5: Malas noticias.

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Los únicos sonidos dentro de la habitación eran los pitidos de las máquinas, que controlaban y regulaban los signos vitales.
En la silla junto a la cama Kanae intentaba con todas sus fuerzas no quedarse dormida. La jovencita había insistido tanto en ir con él al hospital que sus padres no tuvieron alternativa, y terminaron por ceder —muy a regañadientes— a permitirle acompañarlo.

        Esa noche era el tercer día, y Sanemi seguía inconsciente. Le habían limpiado, curado y vendado las heridas, aunque le habían advertido a la niña que dejarían cicatrices. Y la respuesta de la menor dejó enternecidos a los médicos: "no importa si su piel no queda intacta, mientras él esté bien".

        Pero tristemente, ella era la única dispuesta a quedarse de su lado, puesto que sus padres debatían si dejar pasar la situación o alejar a su hija de El Niño Albino —como lo habían apodado en el hospital—.

        Mientras tanto, los progenitores de la mariposa se encontraban discutiendo otras cuestiones en el silencioso pasillo...

        —Kanae sigue ahí con él, pero ella no está ni cerca de ser adulta. ¿Quién pagará los gastos del hospital? —se preguntaba la mujer.

        —Nuestra pequeña me pidió que la dejara usar sus ahorros para pagar al menos una parte.

        —¿Pero por qué? Ella no tiene ninguna obligación.

        —Porque le ha tomado cariño. ¿Y si...?

        —¿Estás considerándolo?

        —Lo estoy pensando por ella.

        —Ya hablaremos de esto después. En un lugar más tranquilo.

        Volviendo a ellos, los párpados de la mayor de las Kocho estaban por rendirse, cuando escuchó un quejido. Instintivamente levantó su cabeza, ya sin las mínimas señales de sueño, y no pudo reprimir una sonrisa de alivio al verlo parpadear.

        —¡Sanemi! —corrió hacia él con efusividad.

        —¿Kanae?... —analizó a su alrededor, dándose cuenta de que se encontraba en un hospital— ¿Cuánto llevo aquí? ¿Genya y mi madre están bien?

        —Tenías tres días inconsciente, Genya está estable y tu mamá... —en eso, cayó en cuenta— ¡Tengo que hablarle a una enfermera!

        Sin más, salió casi disparada hacia el pasillo, gritando con alegría que su amigo finalmente había despertado.

        Tras algunos minutos, el chico escuchó pasos y luego un médico junto a una enfermera y un oficial de policía se hicieron presentes.

        —Hola, amigo. ¿Puedes decirme quién y cómo te hicieron esas heridas? —pidió el oficial.

        —Fue el bastardo de mi padre.

        —¿Podrías darme más detalles? —el hombre sacó una grabadora y la encendió.

        —Hace tres días, cuando pasó todo, él llegó borracho. Como de costumbre, le reclamó a mi madre que yo no soy su hijo.

        —¿Existe alguna razón lógica para que dude de su paternidad?

        —Esto —señaló su cabello, haciendo que el oficial notara que se refería al color—. Soy el único de mi familia que tiene el cabello blanco. Por eso cuando bebe le reclama con quién se acostó para que yo naciera así.

        —Pero tu cabello luce de esa manera porque eres albino, ¿cierto?

        —Cualquiera es capaz de entenderlo menos él.

Opuestos. [SaneKana].Where stories live. Discover now