CAPÍTULO 12: Confesión.

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Los días seguían pasando y con ello transcurrió una semana más, misma en la que Takada intentaba acercarse más a Kanae y hacía de todo con tal de verla sonreír, sin embargo ella no estaba dispuesta a bajar sus barreras y permitir que él la cortejara.
El único nombre que estaba grabado con tinta indeleble en su corazón era el del niño que alguna vez había caído en su jardín al jugar, el del único hombre que estaba segura de que siempre iba a amar, sin importar condiciones, tiempo o distancia.

        El presente día Yoichi se había ofrecido —como siempre— a escoltarla a su casa, sin embargo ella lo rechazó recordando que había olvidado una carpeta con papeles importantes, que como delegada de su grupo, debía resguardar.

        Se despidió de él y subió las escaleras mientras permanecía perdida en sus pensamientos, hasta que vio la puerta de su aula y entró, para encontrarse de frente con que Sanemi estaba cumpliendo con el castigo que el director le impuso por la pelea del pasillo, el cual era quedarse a limpiar todo el espacio después de clases durante dos semanas.

        Se quedó ahí, congelada, sin saber qué hacer. ¿Debía irse o quedarse? No sabía si para él sería incómodo tratar con ella luego de que se alejó como lo hizo, pero no tuvo tiempo de pensar cuando el albino giró su cabeza y por fin después de un mes y poco más, cruzaron miradas.

        Pero diferente de lo que habría sido un reencuentro incómodo, la chica corrió hacia él al contemplar que su rostro se hallaba algo hinchado y con un golpe reciente en el ojo.

        —¿Qué te pasó?

        Shinazugawa tardó un segundo en reaccionar. Su mente estaba procesando que volvía a tenerla frente a él y sin nadie que se lo impidiera.

        —Tuve una pelea —explicó, permitiendo que Kanae tomara sus mejillas y lo revisara cuanto quisiera.

        —Mira cómo te dejaron, necesitas que te atiendan... —en eso, se le ocurrió una idea— Vamos a la enfermería.

        —No necesito nada.

        —¿Acaso te pregunté?

        Pocas veces la había visto así de seria, misma razón por la que no protestó y empezó a caminar hasta casi alcanzarla, pero dejando un poco de espacio entre ambos.

        Al entrar, él cerró la puerta y ella le indicó que se sentara en la cama que estaba junto a la vitrina con medicamentos.

        —Quédate quieto y cierra el ojo —le pidió examinando las heridas, intentando no hacer notar su nerviosismo, pues la mirada morada grisácea de él estaba fija en su persona—. Nunca dejarás de pelearte, ¿cuántas veces debo decirte que te tienes que aprender a controlar? No puedes ser tan impulsivo.

        El chico la escuchaba sin decir nada, y es que no lo admitiría en voz alta, pero había extrañado recibir esos sermones.

        —¿Hace cuánto fue esa pelea? Estos golpes son recientes.

        —Dos días a lo mucho.

        —¿Y como siempre, no te mediste, verdad? —su tono cambió de angustia a reprimenda. Él obviamente lo advirtió.

        —No fue culpa mía, ellos empezaron —se quejó con una mueca.

        —¿Por qué inició la pelea?

        —Estaban molestando a un niño, no podía quedarme de brazos cruzados.

        Una vez que la fémina terminó con su ojo prosiguió con su mejilla, donde solo había un golpe que no requería de gran cosa.

        —Listo.

        Se levantó nuevamente de su lugar y observó a Kanae guardar lo que usó.

        Esperó pacientemente a que hubiera regresado todo a su sitio y cuando ella giró para salir, Shinazugawa no resistió y la abrazó por la cintura.

        —Gracias.

        La chica salió de su shock y lo abrazó por el cuello, apoyando su cabeza en su hombro y permitiéndose disfrutar de su calor corporal.

        —Te extrañé muchísimo —se apegó a él lo más que pudo, siendo correspondida cuando el albino le acarició el cabello.

        —Yo también, no volveré a separarme de ti nunca.

        —Te amo.

        Se separó y la miró con una expresión que pocas veces mostraba: impacto.

        —¿Qué?

        —Sanemi, yo... Estoy enamorada de ti. Desde hace mucho. Sé que nuestra amistad cambiará para siempre después de habértelo dicho, pero...

        No pudo terminar. El chico la tomó por la cintura y de un rápido movimiento, la acorraló contra la vitrina.

        —Contigo ya no puedo tener solo una amistad.

        Y entonces pasó. Aquello con lo que siempre había fantaseado, pasó. Sanemi la había besado.

        Sin pensarlo más y entregándose por completo a sus sentimientos, rodeó con sus brazos su cuello y lo besó con la misma intensidad abrumadora. Y apenas abrió un poco más la boca, la lengua de aquel se adentró sin pena y recorrió cada rincón de su cavidad bucal. Kanae le siguió el ritmo fácilmente debido a la adrenalina, y es que hay que recordar que se estaban besando con esa pasión en la enfermería de la escuela. Cualquiera podría abrir la puerta y sorprenderlos, lo que llevaría a malinterpretar la situación.

        La mariposa cayó en cuenta de eso y se separó lentamente, desviando un poco la mirada.

        —Tenemos que parar, nos pueden descubrir —advirtió con la respiración aún agitada.

        —Jamás creí que un beso se sentiría tan bien —la tomó del mentón con la delicadeza que ameritaba el momento, y confesó—. Me importa una mierda lo que digan tus padres, haré lo que sea con tal de besarte otra vez.

        Como respuesta, la palidez de su
piel fue reemplazada por un tierno tono rojo que se arremolinó en sus mejillas.

        —Te ves muy linda sonrojada —aseguró, en parte para molestarla.

        —Tonto.

        —¿Pero amas a este tonto, no?

        La reacción de su contraria fue reírse, y para Sanemi escuchar esa risita fue el mayor de los placeres.

        —Oye —la llamó.

        —¿Sí?

        —Tomé una decisión.

        —¿De qué se trata?

        —Iré a hablar con tus padres. Quiero hacer las cosas bien contigo, y para eso lo primero que tengo que hacer es ganarme su aprobación.

        —¿En serio harías eso?

        Se acercó más hasta quedar a tan sólo milímetros, y mirándola a esos hermosos ojos lila, aseguró—: Por la mujer que amo soy capaz de todo. Kanae, no sé qué carajo me espere en el futuro, pero sea lo que sea, quiero que estés ahí.

Opuestos. (SaneKana).Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ