El vodka te hace decir cosas...

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Cill

Salí corriendo del departamento donde vive Noah. ¿Enserio estaba a punto de besarlo? ¿En qué maldito momento nos acercamos tanto? No me gustaba lo que sentía por él, porque era más real que lo que tengo con Joe y eso podría no ser tan bueno. Caminé sin rumbo específico sintiéndome terriblemente culpable y confundida. 

Todo en lo que pensaba era en su cercanía, en cómo llevó con miedo su mano a mi rostro, y yo estaba igual, él me asusta, porque significa tener esa clase de enamoramiento de nuevo, pero también que saldré lastimada de ahí, nada bueno puede salir de un romance con Sebastian, empezando porque estoy con Joe y si bien no era el mejor novio del mundo, no merece que lo engañe o lo deje de repente, y muy en el fondo espera que Joey dejara de ser tan inmaduro y tuviéramos la relación que siempre dijimos que tendríamos.

Al recuperar un poco la conciencia me di cuenta de que estaba cerca del centro de la ciudad, así que seguí caminando para encontrar algún bar. A lo lejos vi uno, entonces apresuré el paso y me adentré. No tardé en pedir vodka y beberlo de golpe, el bartender me miraba intrigado, pero no dijo nada cuando le dije que me dejara la botella y no preguntara estupideces. Continué en lo mío, el lugar estaba algo vacío, lo que me sorprendía al ser un sábado por la noche, pero así era mejor. Me digné a mirar mi celular por primera vez en horas y por supuesto, estaba colapsando de las mil llamadas y mensajes de Joe. También uno de Noah.

Noah: Hey... Yo, quería disculparme si te incomodé hace rato. Espero que llegues bien a tu casa.

Una sonrisita triste se me dibujó al leer eso. Y de pronto comencé a llorar. Recargué mis brazos en la mesa y dejé caer mi cabeza entre ellos para que nadie viera lo patética que era en ese instante. Todo era tan terrible y nada como me lo esperaba. Creía que mi vida en la universidad sería más divertida y feliz, sabía que no siempre todo podría ser bueno, pero no esperaba que se pusiera peor de lo que ya estaba antes de dejar mi casa. Sólo deseaba ser pequeña otra vez y correr por la casa con mi padre persiguiéndome. Comencé a dejarme llevar por los efectos del alcohol, y me quedé dormida. 

- Lucill, despierta. - Sentí el brazo de alguien moverme con suavidad, solté un quejido. - ¿Estás bien? - Alcé la cabeza para saber de quién se trataba, y claro, era mi novio. Volví a quejarme y azoté mi cabeza en mis brazos. - Lucill, vámonos. 

- Déjame, Joseph. - Suspiró profundo cuando le llamé por su nombre y no su apodo. Un poco de nervios cruzaron mi sistema al darme cuenta de lo ebria que estaba, deseaba no pelear, porque el vodka te hace decir cosas...

- Lucill, de verdad lo siento, no quería pelear contigo. - Me reí y lo miré a la cara como pude, me sentía demasiado mareada. 

- Tú siempre quieres pelear. - Me miró con el ceño fruncido. - ¿Ves? - Me volví a reír. Joe me jaló suavemente por el brazo para hacerme bajar de la silla y cargarme con facilidad entre sus fuertes brazos. Dejó algo en la mesa, supuse que dinero.

Joey comenzó a caminar conmigo sobre él. Me recargué en su hombro y respiré su olor. La tristeza me invadió otra vez. Mi vida era un desastre. Las lágrimas no se hicieron esperar y mis sollozos tampoco. Cuando llegamos al auto, Joe me bajó y tomó mi rostro entre sus manos.

- ¿Qué pasa? - Preguntó ansioso, pero conservando la calma como siempre, eso era algo que adoraba de él.

- Ya no quiero pelear. - Lloré más fuerte mientras pasaba mi mano por mi cara intentando limpiar el rastro del llanto. Joe me pegó a su cuerpo con firmeza, sujetando mi cabeza. Me aferré a su torso.

- Ya no vamos a pelear, lo prometo. - Sorbí la nariz y lo miré. Su rostro tan preocupado me hizo sentir una punzada en el pecho. A pesar de todo, él siempre se preocupaba por mí y yo estuve a punto de besarme con Noah, sintiendo algo que no es correcto, porque le juré lealtad a Joe. 

Bad DecisionsWhere stories live. Discover now