Visita inesperada

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Noah

La música en mi celular se detuvo provocándome un suspiro fastidiado. Corrí la puerta de cristal de la ducha para saber quién se atrevía a molestarme mientras me daba un baño y escuchaba música. El nombre en la pantalla me hizo abrir los ojos con sorpresa. Me debatí algunos segundos entre responder y no, pero al final presioné el botón verde.

- ¿Hola? - Pregunté extrañado aún.

- Ummm, hola, Noah. - La voz de Cill resonó por el lugar y luego el silencio. 

- Ah, ¿está todo bien? - Escuché un suspiro pesado e intenté poner más atención al ruido de fondo para ver si podía captar algo más de la situación. Después de verla en la fiesta de la fraternidad y abrazarla mientras lloraba no pude dejar de pensar en ella, y fue peor aun cuando no se presentó a las clases la siguiente semana y no respondía a mis mensajes.

- ¿Podemos vernos? - Nuevamente, me sorprendí.

- Oh, claro, ¿quieres que pase por ti? - Cerré de inmediato la llave de la regadera y me envolví en una toalla. 

- No, no. ¿Dónde te veo? - Su tono me confundía, no podía concluir nada y eso me angustiaba más. No sabía qué esperar ni cómo la ayudaría cuando la viera.

- Si quieres puedes venir a mi casa, estoy terminando unas cosas. 

- Estaré ahí, sólo envíame tu dirección. 

- Bien, yo... Te espero. - Le mandé mi dirección por mensaje y salí corriendo de la ducha después de colgar. 

Envolví mi largo pelo en otra toalla y busqué ropa limpia, que por desgracia no era mucha, pues Nicholas y yo no habíamos limpiado nada en general en esa semana. Tampoco tenía tiempo para decidir, así que me puse un pantalón negro y una playera blanca. Sequé mi pelo con la secadora y lo cepillé para que no se hiciera un desastre como acostumbrara. Después corrí por toda la casa intentando asear un poco. El timbre del departamento sonó y de último momento decidí alzar mi pelo con una pinza, dejando caer un par de mechones. Me vi al espejo por última vez y abrí.

- Hey.

- Hey. - Nos quedamos mirando incómodamente hasta que me hice a un lado para que pasara. - Traje cerveza. - Alzó la mano mostrándome un six de cerveza oscura. Una sonrisita se me dibujó. - ¿Y tú amigo? 

- Salió y supongo que regresará tarde, está conociendo a una chica. Tal vez la conozcas, Nicho dijo que ella estuvo en el equipo de gimnasia un tiempo, su nombre es Taylor.

- Ah, sí. Es linda, muy lista y amable. Espero que tu amigo no lo joda con ella. - La miré un poco incrédulo, era obvio que no conocía a Nicho, pero no era para que hablara así de él y se dio cuenta. - Lo siento, yo... Estoy teniendo un mal día, de hecho, pésima semana. 

Asentí apretando los labios. La invité a sentarse conmigo en el sofá a charlar y beber cerveza mientras escuchábamos música, aceptó al instante.  Al principio las cosas eran algo frías e incómodas. Yo moría de ganas por preguntarle qué fue lo que la hizo huir de donde fuera que estuviese e ir conmigo, pero no quería ser invasivo. Se notaba que ella también tenía mucho qué decir, pero al igual que yo, calló. Por fortuna, el alcohol hizo lo suyo y de a poco el ambiente se fue relajando. 

- Entonces... ¿Me dirás qué te trajo por aquí? - Negó suavemente con la cabeza y luego la dejó caer en el respaldo del sofá. Yo la observaba con detenimiento y a la vez, intentando contener el impulso de besarla.

- Yo, peleé con Joe. - Abrí la boca para intentar decir que lo sentía, aunque no era completamente verdad. - Está bien, no tienes que decir nada.

- Lamento que te sientas así.

Bad DecisionsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora