O1: Encuentro y ¿Destinados?

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Lo increíble de la universidad es la gran variedad de personas que habían, podías encontrar amistad en una mujer de treinta años teniendo uno diecinueve o que tu mayor enemigo fuese una señora de cincuenta y tantos con hijos. Nadie juzga los lazos que se forman en aquellas instituciones.


Cuando Matías decidió que quería estudiar artes visuales tenía solo diecisiete años, había terminado el secundario el año anterior y era la persona mas joven de su grupo. Estaba tan asustado y nervioso que al entrar en la facultad se asustó ante la cantidad de gente que iban de acá para allá, sumado a la mezcla de olores casi que sufre un ataque de ansiedad.


Era normal que haya terminado perdiéndose, pero antes de que hubiese entrado en crisis un ángel llego a salvarlo.


—¿Necesitas ayuda para encontrar tu salón gordi? Te veo bastante perdido.


El chico que se le había acercado era alto, tenía un hermoso cabello dorado adornado con algunos rulos naturales y unos preciosos ojos verde oliva. Podía sentir un ligero aroma a canela y miel a su alrededor, pero apenas susceptible ya que al parecer el omega usaba supresores.


 —Serias de gran ayuda, es mi primer dia y me siento en la jungla —Bromeó Recalt, haciendo sonreir al chico.


—Tranquilo nos pasa a todos, yo en mi primer dia termine entrando a un aula que no era y de la vergüenza me fui a mi casa —Ambos rieron ante la anécdota—¿Entonces qué salon?


—Nueve, del área de visuales.


—Oh, ¿Tambien estudias artes visuales? Que divertido —Matías asintió—Yo ya voy por mi segundo año, asique si necesitas ayuda con algo no dudes en pedirmela.


—Muchas gracias, sos como mi salvador.


—Lo se, muchos me dicen lo mismo —El castaño soltó una risita, le gustaba la actitud del otro omega—El aula está en la parte este del segundo piso, si queres puedo acompañarte.


—Me vendría bien un guía para no poderme la verdad —El rubio sonrió y Recalt le tendió su mano a modo de saludo—Me llamo Matias Recalt por cierto.


—Francisco Romero —Estrecharon sus manos y luego el chico señaló en dirección a las escaleras—¿Entonces vamos?


Y desde aquel día Francisco se convirtió en su mejor amigo, por no decir su otra mitad. El omega rubio lo había adoptado como un hermanito menor, cuidándolo cada vez que salían a bailar, vigilando que entregase sus tareas a tiempo, ayudándolo en sus exámenes y brindándole su amor de muchas otras maneras.


Matías le tenía un inmenso aprecio, ya que Romero estuvo para él cada vez que lo necesito. Cuando sus padres decidieron darle la espalda al ver que no pensaba cambiar su decisión con respecto a la carrera que estudiaba, el rubio le abrió las puertas de su propio hogar y le aseguro que podía quedarse todo el tiempo que necesite porque no le importaba tenerlo ahi.


Sin dudas forjaron un fuerte vínculo en muy poco tiempo, pero ambos sentían que el otro era algo así como su alma gemela pero en términos amistosos y no podían estar mas agradecidos con el destino por haberlos hecho conocerse.

emma ; enzo & matíasWhere stories live. Discover now