Capitulo 9 - Huérfanos

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Desde dentro del molino provenían sonidos de voces conversando alegremente. Alix se detuvo frente a la puerta cerrada. Cobalto estaba discutiendo nuevamente con su prima. La niña esperó pacientemente. Los sonidos se disolvían en el viento. Es curioso como funciona aquel lugar, aún estando a un par de metros la muchacha no distinguía cuando hablaba uno o el otro.

Un pequeño resplandor verdoso provenía del interior del molino, parpadeaba constantemente. Alix ardía de curiosidad por ver aquello, por lo que se asomó por debajo de la puerta. Poco alcanzó a ver, al parecer la fuente de luz estaba sobre una mesa. Habían varios pares de piernas, todos niños, ella calculó que serían tres, entre ellos estaba Pukhraj, que andaba descalzo. También una niña estaba sentada en torno a la mesa, que tenía varios cojines alrededor, según pudo comprobar Alix, pues la chica usaba sandalias y llevaba las uñas pintadas, tal vez de gris o verde, aunque dudaba del echo, pues la luz se fundía con el ambiente. No pudo seguir observando, estaba tan concentrada que no notó cuando Cobalto se arrodilló junto a ella, este estaba observando lo mismo que la niña.

- Desde aquí no se puede ver mucho - señaló el joven entrecerrando los ojos como si así lograra ver más.

Esto agradó a la Alix, el alto muchacho estaba a ras del suelo cuan grande era y el rubio cabello se le llenaba de tierra. Poniéndose de pie se sacudió el pelo y la ropa.

- ¿Te parece si entramos? - dijo esbozando la característica sonrisa.

Acto seguido abrió la puerta con cuidado. El interior era bastante normal, los bloques dorados de las paredes resplandecían a la luz fantasmal de una vela desgastada, como sospechaba la niña. Había una puerta abierta, que debía conducir a un baño, el resto del espacio estaba justo para un armario, la mesa, con sus cojines y dos hamacas. También, situada en la pared frente a la puerta, había una escalera con los escalones de piedra cobriza, la niña ignoraba su material.

Alix pudo observar por primera vez a dos niñas, una tendría aproximadamente su edad y la otra unos cinco o seis años. La mayor era prácticamente igual a Pukhraj, ella supuso que serían gemelos. En cambio la pequeña tenía la misma sonrisa de Cobalto y dorados rizos le caían en la espalda, ella era la que estaba sentada a la mesa. La otra estaba revisando el armario, pero en cuanto escuchó la puerta dejó lo que estaba haciendo. El chico no se dignó en levantar la cabeza, estaba sentado en un cojín del otro lado de la habitación con los brazos cruzados sobre el pecho.

- ¡Chicas!, tenemos invitadas - anunció Cobalto.

La más pequeña se levantó y abrazó a Cobalto, luego miró a las chicas tiernamente, también las abrazó a ellas, aunque sin decir palabra. La otra se sujetó el cabello rojizo con una liga antes de saludarlas.

- Ellas son mi hermanita Turquoise y Ámbar, otra de mis sobrinas, hermana de Pukhraj - les explicó el joven.

- Es un placer - dijo la pelirroja, es mucho más amable que su molesto hermano.

- Igual - contestó - ¡Hola, Turquoise!

Acto seguido, Alix se agachó frente a la pequeña para estar a su altura, sonriéndole, ella le devolvió la sonrisa, sin hablar.

- ¿Acaso eres tímida? - dijo ella al ver que no obtenía respuesta.

- No, es muda, así que deja de esperar una respuesta.

La voz malhumorada provenía de Pukhraj, era la primera vez que le hablaba a ella. Cobalto fue hasta donde estaba y le dijo algo al oído, con lo que el pelirrojo pareció calmarse.

- Lo siento, Turquoise, no lo sabía - se disculpó la niña.

Ella se encogió de hombros sin dejar de sonreír y la tomó de la mano para llevarla a la mesa, hizo lo mismo con Lady y Cobalto.

- ¿Dónde está Ángel? - preguntó el joven.

- Si no lo ves aquí dónde crees... - empezó a decir el gemelo.

- Está arriba - lo cortó su hermana - voy a buscarlo.

Luego desapareció escaleras arriba. Cuando regresó, venía consigo un chico bien vestido, de cabello blanco y ojos verdes. Este miraba extrañado a Alix, como quien despierta de un sueño.

- Chicos, ellas son mi prima Agatha y su amiga, Alix - dijo el joven una vez reunidos todos.

- Que nombre tan complicado de pronunciar - dijo Pukhraj en voz baja.

- Te lo reservas - le reprendió el nuevo y se dirigió a las forasteras para estrecharles las manos - Yo soy Ángel, deben estar cansadas.

En efecto, Alix no había notado ese hecho con tantas preguntas que se le amontonaban en el cerebro, pero tenía el cuerpo adolorido y le pesaban los párpados .Era significativamente difícil y cansado dar un paso en aquel mundo, tan distinto al suyo, ¡Cómo lo extrañaba!

Gume, La Tierra Del ReinoWhere stories live. Discover now