Capítulo 6 - Cobalto

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Al percibir el cambio se movió frenéticamente, como un pez fuera del agua, recordaba bien su aspecto, pues a un primito suyo le regalaron un pececito, él quiso enseñarselo a la niña, pero se le cayó al suelo en el intento, abría y cerraba la boca como si le faltara el aire. ¿Se podría decir que el animal murió de sed? En qué estupideces estaba pensando, Alix probablemente iría a morir y pensaba en peces muertos. De todas maneras no tenía importancia, iba a morir, ¿No es cierto?

El viento soplaba fuertemente a su alrededor, mantenía los ojos cerrados con fuerza. Ya llevaba un rato así, ¿Cuando tocaría el suelo? La respuesta fue casi evidente, pues tan absorta estaba con el asunto acuático, que no había notado que estaba sentada sobre el pasto. Pronto abrió los ojos, encontrándose una nueva visión que le costó asimilar. Al parecer Lady había sufrido un nuevo cambio: ya no tenía más pelo que una larga cabellera tan oscura como el onix; las orejas, la cola y todo lo que indicaba que pareció salir de un libro había desaparecido. Ahora era una persona perfectamente normal, con intensos ojos amarillos y sagaces, vistiendo un sencillo vestido de encaje y descalza en todo momento.

- ¿Lady? - dijo restregaándose los ojos para asegurarse de que estos no la engañaban.

- ¿Estás bien pequeña? - dijo ella dulcificando su voz.

- Confundida, pero bien, ¿qué acaba de pasar?, ¿ Por qué no estoy muerta?, ¿Por qué pasaste de ser un gato a una persona?, ¿Por qué...

- Tranquila - la interrumpió sosteniendo la cabeza de la niña, como si temiera que fuese a caérsele - lo que necesitas saber por ahora es que las corrientes de viento te arrastraron, fue divertido no crees?

- ¿Divertido? ¡Casi muero!

- Eso no va a pasar.

- No sé porqué no te creo.

- Mira, es sencillo, lo único que tienes que hacer para que las corrientes te arrastren es saltar.

Esto último lo dijo con un ejemplo gráfico. Dió un brinco y la niña observó atónita como Lady se despegaba del suelo con la agilidad de un gato para aterrizar en la próxima isla.

- inténtalo- dijo a la distancia.

Un poco más confiada, se acercó al borde y dudaba de lo que presagiaba una muerte segura, pero sin darle más vueltas, saltó. Una poderosa fuerza se adueñó de ella y se la llevó en sentido contrario al deseado, llendo a parar al islote de la cueva.

Entre risas, la joven se acercó a la niña, dándole la mano para ayudarla a ponerse de pie.

- ¿Qué sucedió? - dijo esta última algo desorientada.

- Tomaste la corriente equivocada - explicó

- ¿Cómo se cuál es la correcta?

- Lo sabrás.

Esto último lo dijo muy confiada, ante la sorpresa de la niña. Agarró su mano y se lanzó al vacío junto a ella, para dejarse arrastrar por los vientos. Varias islas después ya le estaba cogiendo el tranquilo cuando casi se resbala, temía entonces caer al vacío.

- ¿Qué hay debajo? - se interesó Alix.

Lady no respondió, le dirigió una mirada inexpresiva, dando a entender que no era un buen tema de conversación, así que la niña no insistió en el asunto.

La joven trataba de ayudar a su torpe
compañera, que a menudo se detenía aparentemente de forma inexplicable, cuando un curioso personaje interrumpió la narrativa. Era un joven vestido de gala, con un traje beige y corbata a  rayas. El cabello lo tenía rizo y crespo, desde lejos presentaba una agilidad sorprendente, tal dominio de viento era nuevo para la pequeña aventurera obligada.

Al poco rato estuvo frente a las extranjeras en aquella tierra, hasta entonces sin nombre. El joven hizo una reverencia respetuosamente hacia las chicas.

- Cuánto tiempo - dijo mirando dulcemente a Lady.

- ¿Qué quieres? - ella se veía algo resentida.

- ¿Mis oídos me engañan?, tu partida tuvo lugar hace tiempo y cuando regresas ¿ni siquiera te dignas en mirar a tu querido primo?

La muchacha no respondió, el parecido era evidente y era obvio que se conocían. ¿Qué sucesos ocurridos llevarían tal rencor a su antigua gata?, eran demasiadas preguntas las que quedaban pendientes. La niña decidió callarse y ver hasta dónde llegaría la conversación.

- Si no tienes nada más que aportar a esa idea, me largo - dijo ella.

- Que manera tan inapropiada de hablar - dijo con desaprobación el desconocido - ¿Adónde piensas ir, querida?

- Piérdete.

- Desafortunadamente conozco cada rincón como la palma de mi mano, hablando literalmente, pero si tú deseo es que me vaya, he de decirte que el curso de los curso de los portales se ha alterado, así que te recomiendo que te tragues el orgullo que te caracteriza y vengas conmigo - el joven sonrió ladinamente.

- Es eso o dormir con los demonios, tú decide y juzga lo mejor para ti y tu pequeña acompañante - añadió mirando tiernamente a la niña, con una blanca sonrisa.

¿Demonios?, ¿A qué se refería con ello? De cualquier modo este tipo daba miedo, Lady no podía ganarle. Sonriendo triunfalmente se presentó con una nueva reverencia hacia la niña.

- Perdón por lo que habéis tenido que presenciar, mi lady, no suelo ser así todo el tiempo, permítame presentarme adecuadamente, mi nombre es Cobalto Leonel Ludor Fith.

- Encantada señor, puede llamarme Alix - dijo imitando graciosamente al al caballero.

- Admírala, Agatha, así es como debe actuar una señorita, no como tú te conduces diariamente - expresó aquello con cierto desdén, que hinchó de orgullo a la niña.

- ¿Agatha? - dijo la niña, quien no sabía quedarse callada.

El joven pareció extrañado, pero lo disimulaba bien.

- Es el nombre de mi hermosa prima - dijo bastante orgulloso.

- Dejen tanta cháchara, camina, engendro - dijo Lady ¿o era Agatha?

- Será para mí un placer - contestó dulcemente, con una sonrisa en los labios.

Gume, La Tierra Del ReinoWhere stories live. Discover now