Capítulo 8 - El molino - Pukhraj

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Era blanco completamente. Muda del asombro miró con desagrado el pálido color.

- ¿Todo bien? - preguntó Cobalto, acercándose para ver el porqué las chicas se habían detenido.

Notó el motivo fácilmente, pues Alix miraba su cabello tan expresivamente, que no era muy complicado darse cuenta.

- Es distintivo de aquellos que vienen de otro mundo - explicó el joven - vamos, falta poco.

Tuvieron que reemprender la marcha. Al poco tiempo era casi de noche cuando la niña vislumbró a lo lejos una estructura gigantesca, estaba demasiado lejos como para poder verla bien.

- ¿Allí es adónde nos dirigimos? - preguntó Alix al joven.

- Sí - contestó.

- Pero está demasiado lejos, nunca llegaremos.

- Está más cerca de lo que crees - dijo sonriendo.

Sorprendentemente, aquello era cierto. La edificación era más visible y ¿pequeña? con cada paso. Pronto la niña pudo distinguir que se trataba de un molino antiguo y destartalado. La isla en la que se encontraba era bastante grande. Una cerca de metal oxidado rodeaba el lugar. El suelo estaba cubierto de hierba amarilla rojiza, algunas gemas yacían dispersas por los alrededores. Las aspas del edificio giraban lentamente, las corrientes de viento apenas tocaban aquel lugar. Había también un par de cajas de madera brillante y dorada, como cubiertas de oro, de las cuales provenía un extraño sonido, como de golpes. Algunos ladrillos eran iguales a los cajones apilados, varias piedras preciosas estaban incrustadas en las paredes redondeadas por fuera. Sin embargo aquel brillo estaba deslucido, el aspecto seguía viéndose desgastado.

Cuando llegaron hasta la isla, Cobalto se adelantó a saltar la cerca cuidadosamente. Caminó tratando de no hacer ruido con sus pies. El sol casi desaparecía para este punto.

- ¿Cómo llegamos tan pronto? - dijo la niña, que aún no entendía ese hecho.

- Las cosas se quedan pequeñas cuando las alcanzas, ¿no crees, Alix? - dijo el joven esbozando la característica sonrisa.

La niña asintió dubitativa. Al avanzar un poco descubrió a un niño arrodillado en el suelo detrás de las cajas, tratando de arreglar una de ellas. Parecía tener una estatura estándar, su cabello y las cejas eran rojizos, casi anaranjados, iba vestido de forma sencilla, con pantalones cortos y la blanca camisa, algo manchada. Se veía irritado con la labor y no levantó la mirada cuando los escuchó acercarse. A su alrededor había varios pedazos de tablas brillantes, el chico tenía un martillo en la mano, ocupado en sacar un clavo rebelde.

- ¿Cómo vas? - preguntó Cobalto al desconocido.

- Ya acabé con varias, pero este pedazo de metal se está resistiendo -  gruñó el muchacho.

- Probablemente esté doblado, déjame ayudarte - acto seguido tomó el instrumento y sacó el clavo con cuidado de no dañar la madera - listo.

- Ya lo había aflojado yo - murmuró el niño.

Entonces notó por primera vez la existencia de las chicas y las miró con desagrado.

- ¿Y estas quiénes son? - dijo.

- Así no es como se saluda a un par de damas - le reprendió Cobalto.

- Me da igual entonces - dijo secamente, encogiéndose de hombros - mientras no se queden aquí...

- Se quedarán - lo cortó seriamente el joven.

El muchacho no se veía nada contento con la sola idea y les dirigió una mirada de molestia, aunque sin replicar.

- Entra y déjalo, apenas se puede ver nada a esta hora, ¿Dónde están los demás? - preguntó el del traje.

- No soy su niñera - contestó el otro enojado - deben estar dentro.

- Cuida tu lengua si la valoras - le espetó Cobalto.

El chico asintió, bajando la cabeza y se dirigió hacia el molino.

- Perdón por lo que tuvieron que ver - dijo el joven suavizando el tono - ya no sé que voy a hacer con él. Es uno de mis sobrinos, se llama Pukhraj.

- Que nombre más raro - dijo la niña.

- ¿Eso piensas?, a mí el tuyo me parece muy extraño, ¿Significa algo?

La niña pensó por un momento antes de responder.

- Creo que significa noble.

- Yo odio mi nombre - dijo con tristeza - se refiere a que hay espíritus malignos en la tierra.

- Es acorde a tu mundo.

- Supongo - dijo encogiéndose de hombros.

- ¿Entonces qué quiere decir el de aquel chico? - quiso saber Alix.

- Sabiduría y alegría - contestó riéndose.

Gume, La Tierra Del ReinoWhere stories live. Discover now