06. Coventry.

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 Miradas. Los días que siguieron a las dos veces adicionales que se vieron para continuar el trabajo, su relación parecía reducirse a eso. Cruzarse por el pasillo y mirarse, como saludo, reconociéndose mutuamente. Nada más. Ni palabras, ni acercamientos, tal vez una sonrisa. A Sherlock le parecía bien, pero no del todo, había algo que le faltaba, o quizá ya se había juntado mucho con John.

 Ya finalizando el jueves, Sherlock casi que corrió hacia donde ella estaba.

– Hola, Sherlock– saludó Irene como si no le importara su presencia.

 Sherlock no se dejó vencer y se quedó allí, entonces Irene lo miró. Sherlock tenía el ceño fruncido, los labios apretados, los pies como clavados en el piso, sus pupilas fijas en las de Irene, sus filosas mejillas sonrosadas. Mentiría si dijera que no le causó intriga.

– Me estaba preguntando si te gustaría que tuviéramos una cit-

–¡Shhh! –lo interrumpió Irene bruscamente tapándole la boca con su mano.

 Sherlock había visto a John pedir muchas citas a diferentes chicas, y jamás la respuesta había sido esa, ni nada parecido. La mano de Irene sobre sus labios le parecía, como mínimo, un inaceptable acto de censura.

– No– dijo ella sonriendo ampliamente.

 Sherlock no entendió nada ¿Por qué sonreía?¿Por qué todavía le tapaba la boca si él ya se había callado? Y ¿"no" qué?¿Que no hablara? ¿O que no a la cita? ¡¿"No" qué?!

– No tendremos una cita bajo tus términos, será bajo los míos. Yo te invito. Mañana tienes ecología ¿verdad? – preguntó finalmente quitando su mano de la cara de Sherlock.

 Él asintió. Se había anotado en ecología solo porque John se lo había pedido, y no había un segundo en esa clase en el que no se arrepintiera de su decisión.

– Pasaré por allí cuando termine tu clase y te invitaré a una cita.

– ¿Y no sería más fácil si-?

– No– lo interrumpió ella– Hasta mañana, Sherlock– se despidió, pasó a su lado, apoyó una mano en su hombro, hizo puntas de pie y dejó un beso en su mejilla antes de irse.

 John encontró a Sherlock unos minutos después mirando el suelo con fijación ausente. John se lo quedó observando y luego se le acercó con cuidado.

– ¿Estás bien? –le preguntó.

 Sherlock salió de su ensimismamiento y lo miró largo y tendido. John se preguntó si lo habría escuchado.

–No sé– dijo Holmes, volteó y se fue caminando.

...

 Había conductas de Sherlock a las que John ya estaba acostumbrado, no que fueran comunes en el resto de los seres humanos, pero sí corrientes en su mejor amigo; aunque esta no era una de ella. La clase había terminado hacía cinco minutos y Sherlock era el único que seguía allí sentado con los dedos tamborileando en la mesa y los ojos fijos en la puerta; bueno, John que miraba a su amigo con gran preocupación, también estaba ahí.

– ¿Estás bien?

– Sí, puedes irte– le dijo sin mirarlo.

–¿Qué haces? – preguntó John sentándose a su lado e intentó ver lo que veía. No vio nada.

– Espero.

–¿Qué esperas?... ¿Qué estás mirando?

– ¿Por qué haces tantas preguntas? Vete, John, me desconcentras.

the girls are alrightWhere stories live. Discover now