✞ Capítulo 48.

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—Tú, por supuesto.

La joven tuvo que morderse el labio para evitar sonreír como una tonta. —Sin contarme a mí.

—No lo sé, alguno de tus hermanos. ¿Quién es tu persona favorita en mi familia?

—Michael, sin dudas.

—¿Sin contarme a mí?

—Contándote a ti también —respondió, intentando no reír.

—¿Qué tal alguien con el apellido Shelby?

Se concedió a sí misma unos segundos para pensárselo. —Arthur es un buen hombre. Sé cuánto se esfuerza por serlo.

Thomas asintió, mostrando que estaba de acuerdo.

—¿Tienes hambre? Le avisé a Harriet que llegarías temprano, así que el desayuno ya debe estar listo.

Daisy aún tenía puesta la ropa de dormir, y no se molestó en cambiarse antes de tomar asiento en el comedor informal, donde Sarah y Beatrice aguardaban para servirles el desayuno.

—Te ves bien —le dijo Thomas, viéndola darle un bocado a la tostada en su mano—. Te ves como antes.

La última vez que la había visto, dos semanas atrás, se veía escuálida, lúgubre y temerosa de su propia sombra. La compañía de su madre la había ayudado a recuperarse de una manera en la que él nunca hubiera podido hacerlo.

—No me siento como antes —respondió Daisy, repentinamente compungida—. Toda la situación fue tan... humillante. Ni siquiera me sentía como una persona. Es difícil... —Se aclaró la garganta, en búsqueda de las palabras adecuadas—. Me está costando un poco no odiarme a mí misma por todo lo sucedido.

—Nada de eso fue tu culpa.

—Lo sé. No se trata de eso.

Thomas le concedió un momento para organizar sus pensamientos.

—Fui tan... débil —soltó la joven, y las palabras le dejaron un sabor amargo en la boca—. Sé que nunca he sido la imagen de la fortaleza, pero... Me sentí tan inútil, incapaz de hacer algo... No quiero volver a sentirme así.

Thomas asintió, haciéndole saber que la entendía. —Puedo ayudarte con eso, si quieres.

—¿A qué te refieres?

—Me sentiría mucho más tranquilo si tuviera la certeza de que sabes disparar un arma decentemente.

Daisy lo pensó por un minuto. Había pasado mucho tiempo desde que la mera idea de sostener un arma le aterrorizaba; por el contrario, cuando Milo le había entregado una pistola se había sentido bien por primera vez en semanas, segura de sí misma. En un mundo como el suyo, nadie con el apellido Shelby podía permitirse no saber cómo manipular un arma, no cuando tal vez necesitara disparar una para protegerse a sí misma o a sus seres queridos.

—Está bien —aceptó.

No hablaron de Sabini, ni de lo que había sucedido en Londres las últimas dos semanas. Thomas no le dio detalles, y Daisy tampoco se atrevió a preguntarle; le bastaba con que hubiera regresado sano y salvo.

Después del mediodía, cuando Michael y Daisy regresaron a la oficina después de almorzar en un restaurante cercano, se encontraron a Thomas esperando por ellos en su despacho.

—Necesito hablar con mi esposa —le dijo a su primo, que se marchó tras recoger algunos papeles de encima de su escritorio.

—Creo que es la primera vez que vienes a verme al trabajo —comentó Daisy con curiosidad—. ¿Sucedió algo?

UNHOLY ✞ Thomas Shelby [Peaky Blinders] Where stories live. Discover now