Capitulo X

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La luz crepuscular penetraba en la pequeña cabaña por las ventanas abiertas de par en par. Le arrancaba destellos dorados al cabello cobrizo de Adriano y teñía su rostro con tonos rojizos. Él sonreía y a Casper le costaba apartar los ojos de esos labios ligeramente curvados. Ya no sentía miedo, sino intensa fascinación.

—¿Has probado alguna vez el chocolate? —preguntó mientras quitaba el envoltorio dorado.

—No —contestó Adriano observando el bombón que poco a poco emergía de entre la cubierta brillante—. ¿Qué es?

—Un dulce. —Casper sonrió. Sostenía la golosinas entre el índice y el pulgar—. Prueba.

Con delicadeza la acercó a sus labios. Adriano la miró con reticencia, después fijó los ojos en él con algo de duda antes de abrir la boca. Casper introdujo un poco el bombón y Adriano lo mordió.

Esos dientes blancos, brillantes como perlas. Afilados.

Una pequeña sonrisa curvó las comisuras de Casper mientras lo observaba masticar. No quería perderse ninguna de sus expresiones, después de todo, Adriano probaba el chocolate por primera vez.

—Hum. —Los grandes ojos grises de Adriano se abrieron con placer, sus mejillas se colorearon con un tenue rubor—. ¿Dices que se llama chocolate?

—Así es. ¿Te gusta?

—¡Es delicioso!

Casper rio complacido.

—Sabía que te encantaría. ¿Más?

Adriano lo miró y asintió levemente. Casper sonrió y sin apartar los ojos de los suyos, llevó el resto del bombón a sus labios otra vez. Cuando introdujo el dulce en su boca, Adriano se sonrojó y apartó la mirada.

La inesperada timidez del gesto lo sorprendió. ¿Sería posible que lograra cosechar frutos tan pronto? El pensamiento bulló en su interior y lo colmó de una loca esperanza. Debía insistir en su conquista.

—Tiene algo muy suave adentro —observó Adriano casi en su susurro.

—Crema —contestó Casper en otro—. Te ensuciaste un poco.

Deslizó el índice por encima de su labio inferior, limpiando con él los restos del relleno que manchaban ese perfecto bulto rosado y sedoso. Sin dejar de mirarlo a los ojos, se chupó la punta del dedo. Adriano parpadeó, la manzana de Adán en su cuello se movió de arriba abajo. Finalmente, apartó la mirada y se levantó de la silla.

—¿Qué sucede? —preguntó Casper, temeroso de haberlo asustado.

—Tengo sed —contestó Adriano desde la cocina.

—¡Oh! Pero aquí hay vino.

—No, necesito agua. Eso que me diste es sabroso, pero muy dulce.

Casper untó un poco de pan con queso y se lo llevó.

—Esto ayudará a quitarte lo empalagoso del chocolate.

Fue a llevárselo a los labios, igual que había hecho con el chocolate, pero Adriano se lo quitó de los dedos y él mismo se lo introdujo en la boca. «La cosecha aún no está lista» pensó Casper. Lo cual, en realidad, no era un problema, solo significaba que debía aplicarse más y ser paciente.

—Y... ¿tu abuela no sé preocupará si no vas a dormir esta noche? —preguntó Adriano mientras masticaba.

—¡Oh, no! Mi abuela está de viaje en Valle Alto. Hay un festival y ella fue a vender algunas cosas allá.

—Ah, sí, el Festival de Verano.

—¿Lo conoces? ¿Has ido?

—No, nunca he ido. Las veces que he ido al pueblo ha sido para vender la lana de mis ovejas o la cosecha y comprar cosas que necesito.

Casper y un lobo no tan feroz (Boyslove)Where stories live. Discover now