Capítulo 4

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Un beso suficiente húmedo como para compartir tanta saliva.

¡Que asco!

¡Que desagradable hombre que solo intenta todo a la fuerza!

Pero... ¿siempre los peros verdad?, sí, sus besos agresivos me hicieron perder el sentido de la realidad, me disgustaba lo que para él fue una broma, y lo que menos me agradaba era saber que su sabor despertaba corcomilla en mi estómago, de la mala. De esa que te pone un gran: HUYE.

Cuando abrí mis ojos de par en par pude presenciar el fin de mi sana vida, la que no podría empeorar con solo ver el panorama de un perro, sí. ¡Uno grande, lambiando toda mi cara!

-¡Asco! -Grito mientras pensaba cuánto tiempo estuvo haciéndolo-. ¡Qué... Que asco! -Vuelvo a gritar porque las escenas, incluida ésta, vinieron a mi cabeza.

El perro estaba ahí, moviendo su colita encima de la cama, ¡en mi familia los perros no podían entrar a las habitaciones!

¿Qué hace un perro aquí y conmigo?

¿Me estaba besando como una persona, como Kevin?

-¡Que horror dios mío!-No puedo reaccionar de otra manera-. ¡Aléjate de mi engendro de pelos!

Y me levanto de la cama, aunque el perro grande de pelaje blanco bastante limpio, me siga a todas partes, y se pose encima de mi pierna como si yo fuese una perrita alborotada. Pero alborotadas mis neuronas agresivas que no dudan en alejar a ese perro con manotazos, aunque ver su lengua babosa me recordara el anterior momento.

-¡EL BESO! -Reacciono-. ¿Kevin me besó o lo soñé todo?

«Lo que te besó fue el perro querida» Me responde la consciencia que ahora viene a hablarme.

Entonces observo mi vestimenta, no tenía para nada ese vestido, lo que me da a saber tres cosas fundamentales; nunca he bajado a la cena, kevin no reaccionó así en verdad y, nunca hubo un beso entre los dos. ¡Solo el perro despertándome de ese sueño!

Pero no tardo tanto en darme cuenta de que las cortinas siguen en su lugar, quizás lo imaginé todo, ¿si lo hago puede suceder igual?, o es que yo... ¿Quiero que suceda?

Así que como me gustó mi vestido del sueño lo quise hacer realidad...

Luego con ayuda de la mucama y su niña, no estaba enterada de que su pequeña trabajaba en ciertas labores, son personas muy tímidas o tal ves su "señor" las manda tanto, es insoportable no cabe duda de ello.

Pude conseguirlo todo poniendo el reto en mi mente, no por querer ese absurdo beso sino por reintentar una forma de desquite y que mejor que esa premonición.

Escuché de los empleados que él estaba en una ducha que acostumbra en la piscina de la azotea, no debo ir ya me lo han advertido, se trata del señor, el amo de la casa que siempre a estas horas se baña desnudo y recorre en pelotas la azotea. Vaya manía ni yo, que a mi me gusta dormir con abrigo.

Pude conseguir un mantel azul tamvién, otras telas que no usaban de unos colores desgastados pero para mi que solo necesitaban un buen uso. Se los daré, lo prometo. Las cortinas de color vainilla que estaban en el armario me sirvieron, junto a ellas ciertas prendas, blusas que no me gustaron en mi supuesto armario y, como él dijo que podía usar todo, lo convierte en mío.

Cortinas blancas y negras, varias franelas rojas que ví y no dudé en tomar. Parecía que iban a desaparecer las telas de la casa, yo tenía un montón en la habitación y además de estar con la pequeña Daniela que me ayudaba, ella, al igual que su madre quien no me ha dicho su nombre me ayudaron a la hora de cocer. Se veían estusiasmadas, contentas por ayudar... Quizás sus vidas eran tan monótonas antes de que yo llegara, que hasta cocer les devolvía el ánimo o las ganas de hacer alfuna otra cosa. Una locura de las mías si se puede llamar así.

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⏰ Última actualización: Jun 09 ⏰

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