XVII.

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Nadie había visto al príncipe Aegon en la Fortaleza Roja en todo el día. No había siquiera visitado el pozo del dragón.

La ausencia del príncipe Aegon no pasó desapercibida durante la cena en la Fortaleza Roja.

Alicent luchaba por mantener la compostura mientras su preocupación por su pequeño hijo aumentaba con cada minuto que pasaba sin verle llegar a la cena.

Los sirvientes se movían en silencio, intercambiando miradas de confusión y preocupación a medida que servían los platos, todos preguntándose dónde podría estar el príncipe.

Aegon nunca se perdía la oportunidad de cenar y tomar un poco de vino.

La tensión en la sala era palpable, y el vacío dejado por la ausencia de Aegon pesaba sobre todos como una sombra ominosa.

Sentían que había pasado algo malo.

Viserys en un intento de apaciguar el ambiente dijo:
–Tal vez fue a montar con Sunfyre, todos sabemos que ama a ese dragón, y luego simplemente volvió y se quedó dormido.

–Aegon no ha salido en ningún momento de la Fortaleza Roja, hermano –Respondió Daemon, ¿Viserys siquiera le prestaba atención a los niños?

Aemond frunció el ceño, confundido por lo dicho por Viserys.
–¿Dormido? ¿Aegon? Eso no es propio de él –murmuró, su preocupación reflejada en su voz.

Viserys, tratando de calmar los nervios que se extendían por la mesa, asintió con gesto comprensivo.
–Podría ser que esté simplemente fatigado. Después de todo, ha tenido días agitados con lo de la preparación de su boda– sugirió, aunque la duda aún se reflejaba en sus ojos.

Alicent apretaba sus manos por debajo de la mesa, Aegon había estado tan bien en la mañana, incluso había ido con ella a la ciudad para comprar algunas cosas para la boda.

Rhaenyra y su prole simplemente continuo cenando, su padre debía conocer muy bien a sus hijos, tal vez solo estaban preocupados por nada.

En ese momento tenso, la entrada de Ser Arryk al comedor trajo consigo un aire de urgencia. Su rostro estaba pálido y su expresión grave mientras se acercaba a la mesa real.

–Mis señores, mi príncipes... –Comenzó, respirando con dificultad, al parecer habia corrido hasta el comedor– El príncipe Aegon... está enfermo. Está vomitando en sus aposentos –anunció, su voz temblorosa revelando la gravedad de la situación.

Alicent se puso de pie de inmediato, la preocupación grabada en cada línea de su rostro. No necesito que le dijeran algo más para salir corriendo con dirección a la habitación de su hijo.

Sabía que no debió ignorar la punzada en el pecho cuando no vio llegar a Aegon a la cena.

Aemond siguió Alicent fuera del comedor, efectivamente su padre no había acertado en lo que dijo.

Daemon por su parte, aunque tentado a levantarse, no lo hizo, no sabia como reaccionaria Alicent al verlo llegar con ellos, y por otra parte, no podía dejar de pensar en que Aegon había estado en perfecto estado en la mañana, el ultimo momento en que lo había visto fue cuando Jacaerys pidio hablar con él.

Teniendo en cuenta aquello, desvío la mirada hacia su sobrino, mismo a quien Rhaenyra no le permitió levantarse para ir a ver a su prometido.

°°°°

Mientras tanto, en los aposentos del príncipe Aegon, Alicent abrio las puertas de golpe, al ver a su hijo inclinado a la orilla de la cama mientras vomitaba en un trasto (tal vez algún guardia se lo había traido), se arrodilló junto a la cama de su hijo, su corazón latiendo con fuerza mientras observaba con angustia cómo el príncipe luchaba contra las náuseas y el malestar.

Ámame [Jacegon]Where stories live. Discover now