V.

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Con el corazón lleno de dolor y la mente atormentada por el pasado, Lucerys se dirigió hacia el pozo de dragones, donde descansaban las majestuosas bestias aladas que habían sido la gloria y la perdición de su familia.

Al llegar al pozo, el joven príncipe se detuvo ante la imponente figura de los dragones, sintiendo cómo la energía antigua y poderosa de las criaturas se filtraba en su ser. Se acercó a la bestia que había sido su compañera desde su nacimiento, Arrax, sintiendo una conexión profunda y sagrada con el dragón que se despertaba dentro de él.

Con manos temblorosas pero determinadas, Lucerys se preparó para subir al lomo de su dragón y volar sobre el.

Una vez que se encontró en el lomo de su dragón, Arrax, volando por los cielos de Desembarco del Rey. Mientras observaba la ciudad desde las alturas, su mente estaba inmersa en un torbellino de pensamientos. No buscaba escapar ni huir, sino más bien encontrar claridad en medio del caos que era su vida en ese momento.

La brisa fresca del viento le acariciaba el rostro mientras contemplaba las intrincadas calles de la ciudad y los majestuosos edificios que se alzaban ante él. A pesar de la belleza del paisaje, su mente estaba ocupada por los recuerdos dolorosos del pasado y las preocupaciones del presente.

Recordaba las palabras ásperas de su tío Aemond y la tensión que siempre había existido entre ellos desde el incidente que los separó. Se preguntaba si alguna vez podrían reconciliarse y encontrar la paz que tanto ansiaban.

Además, no podía sacarse de la cabeza la imagen de su madre, Rhaenyra, y el dolor en sus ojos cuando intentaba disculparse por los errores del pasado. Aunque quería perdonarla y dejar atrás el resentimiento, la herida seguía fresca en su corazón.

Lucerys sabía que tenía que tomar decisiones difíciles sobre su futuro y el papel que desempeñaría en los asuntos de la familia real. Pero en ese momento, solo quería encontrar un momento de calma y claridad para reflexionar sobre todo lo que había sucedido y encontrar una dirección hacia adelante.

Con un suspiro, cerró los ojos por un momento, permitiéndose sumergirse en sus pensamientos y emociones mientras continuaba surcando los cielos en busca de respuestas.

La sensación de estar en las alturas lo llenaba de una alegría renovada. Sin embargo, esa sensación de libertad se vio interrumpida abruptamente cuando divisó a lo lejos la figura imponente de otro dragón.

Quedó sorprendido al ver a su tío Aegon montando a Sunfyre, el majestuoso dragón dorado. La presencia de Aegon en el cielo agregó una capa adicional de complejidad a la situación ya tensa entre ellos.

A medida que se acercaban, Lucerys pudo sentir el peso del resentimiento y la rivalidad entre él y su tío. Sabía que Aegon lo veía como un recordatorio constante de las tensiones y divisiones dentro de la familia Targaryen, y no podía evitar sentirse incómodo ante la perspectiva de enfrentarse a él.

Sin embargo, mientras observaba a Aegon y Sunfyre en el cielo, Lucerys también sintió una punzada de admiración por la impresionante imagen que creaban juntos. A pesar de sus diferencias y conflictos, no podía negar la belleza y la grandeza de su tío montando a su dragón dorado, bañado por los rayos del sol.

Por un momento, la tensión entre ellos pareció disiparse mientras compartían el espacio aéreo, cada uno perdido en sus propios pensamientos y emociones. Aunque sabía que las diferencias entre él y Aegon seguirían existiendo, Lucerys encontró un momento de tranquilidad y asombro en la majestuosidad del vuelo de los dragones.

El viento silbaba en los oídos de Lucerys mientras Arrax, su dragón plateado, se alzaba majestuosamente en el cielo. La sensación de libertad y poder que le proporcionaba el vuelo era indescriptible, pero su mente estaba llena de pensamientos tumultuosos sobre su tío Aemond y la posibilidad de una reconciliación.

Ámame [Jacegon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora