Capítulo 05: Librería.

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— ¿Cuál es tu excusa esta vez? — Dalia me ataca una vez que me siento en mi pupitre a su lado — Habías pasado dos semanas sin atrasos. Pensé que lograrías la tercera. Veo que no fue así.

—Tuve complicaciones —le digo bajito, poniendo mi bolso en mi regazo mientras saco mi libro de apuntes.

— ¿Complicaciones? Eso suena malditamente como si trataras de ocultarme algo. Tienes que de...

—Santi, Bellamy — el profesor Johnson nos llama y ambas alzamos la vista para verlo mirarnos con molestia — ¿Algo que quieran compartir con la clase? Estamos escuchando.

Mis mejillas arden por la vergüenza. Todo el salón de clase tiene sus ojos puestos en nosotras dos y quiero que me trague la tierra, otra vez.

—Es complicado, profesor Johny — Dalia se adelanta —Creo que tendremos que pasar de contar nuestras aventuras hoy.

El profesor Johnson miró a Dalia con cierto desdén después de decir: —Muy bien señorita Santi, pero procure no interrumpir la clase cómo su amiga, que llegó tarde y distrayéndola a usted, para variar.

Me encojo en mi puesto deseando más que nada que dejen de mirarnos. Dalia rueda los ojos y el profesor sigue con su clase con nosotras fuera de la mirada incisiva de nuestros compañeros.

—Viejo amargado — farfulla Dalia en un susurro y yo me rio.

—Te lo diré a la salida.

***

— ¡No soporto a ese viejo!, ¡Te lo juro! — dice apenas salimos de la clase del profesor Johnson.

— ¿Viejo? — la miro incrédula. El profesor Johnson quizá sea un hombre amargado que se la pasa regañando a quién sea que interrumpa su clase, pero definitivamente no es viejo y tampoco es feo.

—Está bien — Dalia rueda los ojos —es un viejo ardiente, pero gruñón de todos modos, y no lo soporto.

Caminamos hacia los casilleros para poder recoger algunos libros de nuestra siguiente clase. Ahora tenemos que separarnos. Cierro mi casillero y me
encuentro con Dalia mirándome fijamente.

—Ya, suéltalo. — Dalia me dice.

— ¿Qué cosa?

—No te hagas la tonta. Llegaste tarde.

—Ah, eso...— ella asiente esperando una respuesta y me sonrojo— Esta mañana me pasó algo horrible. Aún tengo ganas de suicidarme o darme un golpe por ello.

Dalia abre los ojos como platos al escucharme. Generalmente nada de interesante pasa en mi monótona vida que llegue a interesarle, excepto quizá la muerte de mis padres y el incidente después de ello o hasta las borracheras de mi hermano y sus constantes mujerzuelas —de las que procuro no hablarle demasiado, si no le cortaría las bolas— pero hasta ahí mi vida es aburrida y simple. No soy alguien extravagante ni mucho menos. Sólo soy Evan Bellamy; la chica con la peor suerte que puedan conocer.

—Dame un descanso...me estoy preparando para gritar. ¿La vida de Evan por fin tiene un poco de acción? — me dice emocionada.

—Pues algo así. En realidad se ha llenado más de vergüenzas que de acción — corrijo.

—Todo sirve. Ahora suéltalo.

Termino soltándole todo. Desde el momento en el que pensé en la mañana que me apetecía llegar tarde para quizá volver a verlo, hasta el momento en que el señor de mi lado dijo en voz muy alta que si quería pasar y él se rió de mí.

—Joder — Dalia exclama sorprendida —Sí que tienes una suerte de mierda.

—Lo sé. —me encojo de hombros y suspiro.

𝐁𝐎𝐎𝐊𝐒: Como si me leyeras ☕︎︎ 𝐡.𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora