Historia 8 - Cambios 1

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Hola!

- Esta historia se ubica un par de semanas después de la llegada de Dree a El Manzanal.

- Hay que considerar que en ese momento Dree aún se estaba adaptando y no conocía el sol de persona que es Sam.

Disfruta la lectura 😊

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Cambios 1

El ambiente de la granja, en general pacífico, le permitió a Dree bajar un poco las defensas y además dormir mejor, dormir de verdad, perderse en el sueño y olvidar el mundo como nunca antes.

Esa baja de defensas también incluía que su alerta a los ruidos comenzó a desactivarse, era raro, pero después de unos días todo comenzó a ser cotidiano. Y aunque a veces no podía evitar sentir ese pánico inicial, su mente identificaba el estímulo, le daba sentido y la tensión bajaba.

También se obligó a entender que no todos los gritos eran agresiones, en el campo a veces era necesario elevar la voz un poco. Incluyó las voces conocidas en toda la nueva información.

Aún así, unas semanas después de que Dree llegara a "El Manzanal" tuvo su primer mal día.

Estaba limpiando el establo cuando el capataz pasó con una azada hacia la zona del taller.

Dree estaba de espaldas a lo que hacía Sam así que lo tomó totalmente desprevenido una atronadora secuencia de golpes proveniente del chocar de metales.

Disonantes en la calma del campo, sintió el ruido impactar de lleno en sus oídos y todo su cuerpo. Fue como chocar con una multitud. Gigante. Masivo.

Cientos de puntos y ondas se expandieron, nublando la realidad y dificultando su respiración.

Se movió hasta chocar con la pared y se encogió en un intento de alejarse.

Vio a Sam acercarse como imágenes sueltas.

Su instinto le aviso que era momento de huir. Había molestado al capataz y ese enorme hombre podía matarlo con un par de golpes.

Pero no fue capaz de moverse mucho más. Se apretó contra la pared. Quería suplicar, disculparse por la interrupción, pero no estaba en condiciones de hablar, su garganta cerrada apenas dejaba pasar un poco de aire a sus pulmones.

Cubrió su cabeza con sus manos, aunque sabía que eso servía de poco y nada. Esperó el primer golpe, pero nunca llegó.

En vez de eso, sintió las manos del capataz sujetándolo por la cintura enderezándolo para evitar que cayera, con una gentileza inusual.

Todo contacto quemaba, pero se obligó a enfocarse.

Escuchó la voz de Sam desde lejos. —... ¿Dree?

Asintió, aunque no escuchó realmente.
—Tranquilo muchacho, vamos —le dijo Sam.

No entendió qué había pasado, pero caminó ayudado por Sam.

Fueron lentamente, Dree temblaba de pies a cabeza y su pecho movía el aire con un ruido ronco cada vez.

El capataz lo llevó hasta la entrada del invernadero. —Tu muchacho no se siente bien —explicó Sam a Moth al llegar.

—¡Oh, Dree! —Moth se acercó preocupado.

Las ondas aun corrían bajo su piel, pero Dree se sintió un poco más aliviado, recordaba que Moth lo había cuidado otras veces. —L-o si-siento... —susurró.

—No tranquilo... Ven siéntate, dame un minuto.

Sam y Moth lo ayudaron a sentarse en el peldaño de una de las entradas de atrás del estudio.

Moth entró y un instante después volvió con un frasquito, se lo acercó a la nariz con cuidado. —Es eucalipto y menta... respira con calma, ya va a hacer efecto.

Luego de unos minutos Dree sintió su garganta más despejada, el aire aún silbaba en su pecho pero comenzaba a sentirse mejor.

—Perdón... —Dree se disculpó otra vez con la mirada en el suelo, sabía que era lo primero que debía decir. Había molestado al capataz e interrumpido al propietario.
Una parte de él tuvo el primer impulso de levantarse y hacer una reverencia, pero su cuerpo no se movió.

—No muchacho, tranquilo —respondió Sam —¿Ya estás mejor?

Dree asintió.

—¿Seguro? Tiemblas como un pajarito —. Sam se agachó a su lado, parecía más preocupado que molesto.

—Sí... —respondió Dree, aunque comenzaba a sentir que su mente nublada. Cabeceó para despejarse.

—Necesita descansar, llevémoslo adentro —propuso Moth.

Dree intentó ponerse de pie, pero no fue capaz.

—Deja, yo te llevo —le dijo el capataz. Sam lo cargó con facilidad, y a pesar de que su mente se estaba desconectando, agotada, pudo sentir lo reconfortante que era estar en brazos de Sam. Era una sensación nueva, cálida y segura.

Dree hizo un ruidito y se hundió un poquito más.

—Tranquilo niño, todo está bien —susurró Sam cerca de su oído.

Dree sintió cómo las últimas fuerzas lo abandonaban, no tenía energía para sujetarse ni controlar el movimiento de su cabeza. El capataz lo abrazó con más fuerza.

Escuchó que Sam le preguntaba a Moth —¿Seguro que no necesita un médico?

—No, va a estar bien. Es parte de la crisis. Solo tiene que descansar —respondió Moth.

Escuchó la voz de Sam lejana, cada vez más lejos —¿Por qué no me dijiste...

Aunque Dree hizo su mayor esfuerzo, las voces se perdieron.

Antes de caer dormido alcanzó a sentir que lo dejaban en un lugar blando y lo cubrían con una manta.

Alguien acarició su cabeza.

Se sintió bien.

La Subasta - Mini HistoriasWhere stories live. Discover now