Prólogo

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Nadie sabía por qué estaban en esa lujosa, pero al mismo tiempo tenebrosa, y misteriosa casa. La mayoría de habitaciones estaban cerradas y no había forma de abrirlas, a excepción de las habitaciones donde cada individuo despertó y algunas pocas más, con ninguna pista que les iluminara. Aunque intentaran salir, la puerta principal estaba cerrada y no se movía ni un ápice, ni siquiera se podía ver por la ventana porque una espesa niebla cubría la vista del exterior.

El grupo de huéspedes era bastante variado. Uno de ellos era Zacharías, un joven alto, fuerte, y aparentemente serio de personalidad, alguno que otro podría llegar a creer que era alguien con problemas de ira. Coiseam, una bonita chica que, a pesar de su evidente temor, era bastante amable y optimista, y muy recelosa con su propia habitación. Bill y Billy, los gemelos que parecían ser los únicos que se conocían en el grupo por ser familia; desconfiados con el resto y hasta sarcásticos y prejuiciosos en su mayoría del tiempo. Hampus, un pobre hombre que tenía un problema con el alcohol y se la pasaba borracho, y Saskia, una mujer de apariencia agotada, un delicado oído, y al parecer, la única que sabía cómo tratar con Hampus. Garvey, era otro de los jóvenes y al igual que Zacharías parecía ser bastante intimidante, sobre todo por su cicatriz en el rostro y mirada de malhumor. Paco, un hombre bastante cobarde que suele mantener su distancia de los demás. Y, por último, pero no menos importante, Anson, un joven caballeroso, sereno y altruista que intenta ayudar a todos, siendo él el que menos recuerda de su pasado.

Nadie sabe cómo llegaron a esa situación, pero de todos, el único que no recordaba ni siquiera su nombre era él, Anson. Sin embargo, no parecía tan afectado por ese hecho, a simple vista se le veía tranquilo y respetuoso, como si tuviese todo bajo control.

Los primeros días no fueron fáciles y las cosas se volvían confusas con más días que pasaban allí. Pero pudieron recopilar datos de vital importancia.

Había un ciclo que se repetía. Cada media noche, a las doce en punto, todos debían estar en sus respectivas habitaciones para no sufrir daño alguno por el ciclo. Todos dormirían profundamente hasta las ocho de la mañana, y cualquier objeto que fuese destruido o acabado regresan a su estado original, recuperándose por completo, como si nunca se hubiesen gastado o destruido. Ya sean velas, comida, o muebles.

No se puede ir a todas las zonas de la casa ya que están cerradas. Tanto como las puertas y ventanas que no se pueden abrir ni romper de ninguna manera. Tampoco se puede ver qué hay del lado del exterior por medio de una ventana, pues hay una espesa niebla que lo cubre todo.

Además, había un hombre invisible. Él era, sin duda, el sujeto más extraño de la casa. Para que pudieran verlo se ponía una sábana sobre sí mismo y se pintaba una cara. Parecía intentar ser amistoso, pero su actitud rayaba a la locura, y daba escalofríos su horrenda voz. Además, aseguraba ser el residente más antiguo de aquella casa, aunque no sea su dueño, hasta les dio un recorrido a los demás huéspedes el primer día. Aun así, no daba más información al respecto, y la mayoría de veces pasaba desapercibido.

Los conflictos entre los huéspedes tampoco se hicieron esperar, ya que nadie confiaba en nadie y todos querían salir de esa pesadilla. Podían sentir que por cada minuto que pasaban allí se volverían cada vez más locos.

Coiseam intentó animar a todos a trabajar juntos e intentar convivir en paz y armonía, ya que no se podría solucionar nada si todos estaban alterados y en constante desconfianza. Sin embargo, no muchos estuvieron de acuerdo con ella. Por su parte, intentó animar a todos individualmente, conociéndolos en persona e intentar hacer amigos, ofreciéndose hasta cocinar para todos las comidas del día.

Zacharías, por otra parte, eran de los que se iban por su propia cuenta a intentar resolver el misterio. Sin dar mucha conversación, simplemente empezó a destruir distintas zonas de la casa, mueble por mueble, haciendo estruendos sin medir, y provocándole dolores de cabeza a Saskia en el proceso.

Escapando de la casa de los horroresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora