『 𝐍𝐄𝐕𝐄𝐑 𝐀 𝐆𝐎𝐃 』 ❝ 𝘈𝘭𝘸𝘢𝘺𝘴 𝘢𝘯 𝘢𝘯𝘨𝘦𝘭, 𝘯𝘦𝘷𝘦𝘳 𝘢 𝘨𝘰𝘥 ❞
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𝗜𝘀𝗮𝗱𝗼𝗿𝗮 𝗪𝗮𝗹𝗸𝗲𝗿 a soñado toda su vida con unos ojos aguamarina igual de hermosos que el mar, los cuales nunca ha conocido...
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❝ El fuego en los recuerdos. ❞
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Isadora y Grover observaban a través de la puerta de cristal como sus amigos derrotaban a Procrusto, el dueño de la tienda de camas de agua en la que estaban y el "cuidador" del pasaje secreto al inframundo.
Vieron como Annabeth, quien se había vuelto invisible gracias a su gorra de los Yankees, empujó a Procrusto hacía una de las camas y el hombre viejo quedó atrapado en su propia trampa, con las sábanas envolviéndolo.
Isa detesto perderse la diversión, pero ni ella ni Grover tenían algo que los hiciera invisibles para ser de utilidad, así que una vez Procrusto estuvo atrapado entraron a la tienda.
— No la salvarás. — se burlaba Procrusto de Percy, refiriéndose a su madre— No eres el primero en intentar traer a alguien del inframundo y no serás el primero en fracasar.
Isadora frunció el ceño al llegar al lado de sus amigos y miró al viejo con furia.
— Cierra la boca, viejo senil, tienes suerte de aún conservar tu cabeza. No me tientes. — advirtió Isa al hombre, ganándose una sonrisa boba por parte de Percy que ella ni siquiera notó.
— Vamos, hay que buscar la entrada. — apuró Annabeth, quien y se había sacado la gorra y ahora era visible para todos.
Los cuatro niños recorrieron el lugar hasta una especie de cuarto pequeño en el que había una puerta con un letrero que rezaba: "No pasar".
Sí, definitivamente tenía que ser esa.
— ¿Seguros de que es por aquí? — cuestionó Percy.
— Solo hay una forma de saberlo. — Isadora se acercó a la puerta y la abrió, pero se arrepintió al instante cuando un olor putrefacto inundó el lugar.
— ¿Es el reino de los muertos o alguien dejó un cartón de leche ahí desde los 90? — se quejó Grover con una mueca de asco por el mal olor.
Isadora notó como la oscuridad a través de la puerta ponía nervioso al sátiro, ya que este comenzó a tocarse los cuernos, una mala manía que tenía cuando los nervios lo dominaban.
La pelirroja buscó a su alrededor hasta dar con una pequeña pelotita roja de hule y no dudó en tomarla para ofrecérsela a Grover, quien le agradeció con la mirada y comenzó a aplastar la pelotita, provocando chillidos por parte del hule.
— ¿Mejor? — le preguntó y el sátiro asintió, agradecido.
Percy sonrió disimuladamente al ver la escena, en serio no entendía como las personas del campamento podían decir que Isa era peligrosa, cuando ella era un amor.
Bueno, a veces.
— Si tenemos problemas, esto nos ayudará a salir. — habló Percy, sacando cinco perlas blancas de su bolsillo.
