Tercer mes

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Suspiro saliendo de la tienda tomada del brazo de su esposo. Detrás de ellos venían un mozo y su chófer cargando unos cuantos paquetes.
Se encontraban en el centro de Londres,habían decidido tomar un paseo en el parque central y después almorzar en uno de los lujosos restaurantes.
Saliendo habían visto una tienda para bebés, inconcientemente ambos tomaron camino hacia ella.
Era lujosa,desde el inmobiliario hasta la más minúscula prenda que colgaba en los bonitos aparadores.
Quedaron encantados con todo ahí adentro. Habían recorrido todos los estantes de ropa,tocando con delicadeza las suaves telas imaginando enfundado a su pequeño en esos bonitos trajes. Habían comprado unas prendas en tonos blancos y beige,no querían arriesgarse comprando azules o rosas sin saber aún el sexo del bebé... Compraron mamelucos y pañaleros calientitos,nacería a principios de octubre y los fríos ahí eran devastadores. Igual unas preciosas mantas tejidas de importación fueron empaquetadas, junto con manoplas, pequeños calcetines y gorritos unisex.
Sentía sus pies calientes e hinchados... Ya quería quitarse los zapatos. El doctor había recomendado seguir su vida de manera natural,lo que significa seguir activa...además de que eso ayudaba a la hora del parto.
Pero pese a ello,no podía evitar sentirse cansada cada que caminaba por largo lapso de tiempo. Subieron al auto y rápidamente se despojo de su calzado mientras masajeaba sus adoloridos dedos. Frederick sonrió tomando su pie y comenzando a masajearlo.
Su mozo simplemente sonreía por lo bajo,un noble jamás haría eso,para ello tenían miles de sirvientes a sus servicios... Y una dama de su alcurnia ni por error andaba descalza fuera de la privacidad de su alcoba. Pero era verdad que su señora era muy diferente a todas las demás damas nobles...y eso lo hacía única. La aprecia en verdad,todos en casa lo hacían... Y ni hablar de su señor,sabía que era su adoración lo podía ver en sus ojos.
Viajaron en una amena charla referente a las actividades pendientes que tenían y sobre su estadía en aquella tienda de bebés.
- Admite que tengo razón,debimos comprar la carreola - alegaba Frederick viendo con simpatía a su mujer
- ¡Por supuesto que no! No debemos adelantarnos tanto... Recuerda que en la fiesta de canasta recibiremos obsequios
- Sí,lo sé... Pero aún así esa carreola era perfecta.
- ¿Y si nos dan una carreola en la fiesta?¿Qué haremos con dos carreolas? - pregunto burlona mientras veía a su esposo dudando.
- Ok,ok,tu ganas... Pero la cuna si teníamos que haberla traído...
Y así continuaron discutiendo sobre las compras no hechas para disfrute de sus sirvientes quienes reían por lo bajo al verlos en actitud de niños pequeños.

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- ¡Es qué tú te empeñas en controlar mi vida! - lloraba Rowena viendo lastimosamente a su impactado esposo.
Sujetaba su vientre de cinco meses,no era atan enorme pero ya era notable. Benjamín la observaba sin dar crédito a las palabras de su esposa... No la quería controlar,solo le dijo que ya había sido suficiente de comer tarta de durazno y helado de vainilla. ¡Había comido casi toda una tarta! Sabía que era antojo,pero el doctor había indicado no sobrepasarse con ellos... Y digamos que su esposa además,estaba demasiado sensible.
-Pe-pero amor,ya comiste suficiente tarta...¡Casi terminaste con ella!.
- ¿! Me estás diciendo gorda acaso?! - continuo llorando con sentimiento
- ¡N-no! ¡No estás gorda cielo! Pero le hará daño al bebé tanta azúcar,es solo eso mi cielo.
- ¡Soy una mala madre! ¡Ahora mi bebé estará infestado de tanta azúcar!
Benjamín suspiro con desesperación... ¡Ya quería que su bebé naciera! El embarazo estaba acabando con él...

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Beatrice observaba su desnudo cuerpo en el espejo del baño. Ya se notaba más su pequeño vientre. Si se ponía de perfil se apreciaba una adorable redondez...y sus pechos más voluptuosos.
Cosa que a su esposo lo tenía encantado en demasía,no podía apartar las manos de su bandullo .
Se encontraba ya finalizando su primer trimestre,ya no había mareos,ni sueño pesado. Antojos sí,además de su nuevo amor por el jugo de tomate,que por cierto,tuvo que disminuir sus cantidades ingeridas por agruras, habia descubierto lo delicioso que sabía un emparedado de salmón con mostaza y queso fundido...¡Lo mejor del mundo! Podía comer y comer sin aburrirse,además de querer comer a la hora del postre molletes de mantequilla con peras rostizadas...¡Ah! Que maravilloso era el embarazo,podía comer y comer sin tener culpa de engordar.
Aunque claro,el doctor le indico que debía comer en porciones moderadas ya que un embarazo con sobrepeso era altamente peligroso para la madre y el bebé,así que con dolor tenía que comer moderadamente sus antojos.

Sabía por cartas de su hermano Benjamín que su cuñada Rowena se encontraba pasándola verdaderamente mal.
Para sorpresa de todos,sus otras cuñadas, Catherine y Mariah estaban embarazadas.
Se llevaban solo una semana de diferencia,ambas con dos meses de embarazo. Ambas parecían carecer por completo de síntoma alguno,para envidia de ella y ni que decir de Rowena,quién no veía la hora de dar a luz.

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Se encontraban en la fiesta de canastilla de Rowena,en la mansión Bennett.
La festejada lucía preciosa con sus cinco meses de embarazo,llevaba puesto un hermoso vestido de tul y organza en amarillo pastel que combinaba a la perfección con su cabello pelirrojo.
Todas las damas presentes estaban encantadas con la fiesta,inclusive había un par de garzas disfrazadas con la típica bolsa en el pico. Habían jugado,comido,reído y comido el hermoso pastel con forma de cajas de regalo de cinco pisos.
Justo en este momento se encontraban abriendo todos los regalos,había recibido una cantidad abrumadora de ropa de niño,pues estaba completamente segura de que si primogénito sería varón.
Beatrice se encontraba con su madre y otras cuñadas ayudando a recolectar los regalos en una mesa anexa,para evitar que se ensuciáran.
Beatrice y Frederick le habían obsequiado un precioso moisés blanco con unas finas salvadas de seda francesa. Era en verdad precioso.
Rowena estaba muy sensible,por lo que al abrir cada regalo lloraba de agradecimiento y de emoción...
Beatrice se había retirado un momento al tocador, últimamente los bochornos la estaban volviendo a atacar de nuevo,pero dado que la fiesta era en el jardín,supuso que se debía a eso...
Su pequeño vientre lucía encantador, resaltandose con su vestido verde pistache.
- Buenas tardes madame - escucho que la saludaban,se dio la media vuelta para encontrarse de nuevo con Amélie,aquella mujer francesa que se habían encontrado en su luna de miel...
-Buenas tardes... Con su permiso - estaba pronta a salir cuando la voz de la mujer la paro en seco.
- Felicidades por el próximo heredero... ¿Sabe? Frederick es un gran hombre,y apuesto a que se volvió un gran amante...
- Oh, téngalo por seguro. De hecho quiero agradecerle,de no ser por usted ,mi esposo y yo no hubiéramos concebido el mismo día que la encontramos en el barco... Tal vez si es niña,le ponga su nombre en su honor. Con permiso.
Salió dejando a la mujer petrificada por sus palabras,sintiendo una molestia renacer en su interior.

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- Me siento utilizado - dijo divertido Frederick, después de que su esposa le exigiera cumplir con su deber marital,no una sino cuatro veces esa noche.
Lo único bueno de los encuentros con su ex amante,era que su esposa ardía en celos y los sacaba en la cama.... ¡Bendito sea Dios por mandarle a esta mujer!

Una esposa diferente para el ducado Where stories live. Discover now