Comienza la luna de miel

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El puerto se hallaba atiborrado de gente. Iban y venían con verdadera prisa,temerosos de perder el barco qué zarparía en menos de dos horas.
Un lujoso auto negro con el escudo de los Evans se estacionó y con ayuda de su esposo, Beatrice descendió derrochando elegancia y su belleza eclipso a los varones presentes,pese a estar ya casada,seguía acaparando la atención varonil.
Su elegante vestido de lino y muselina azul combina a la perfección con el tono de su piel,y resaltaba el color de sus ojos. Ajustado a su diminuta cintura y falda recta que dejaba entrever unos tacones de charol blancos. Su cabello debajo de su sofisticado sombrero,se hallaba peinado en un elegante recogido a la altura de su nuca. Su mano enguantada sujetaba un precioso abanico de encaje con bordados florales. Miraba a su alrededor con verdadera curiosidad mientras sujetaba el brazo de su acompañante.
Frederick lucía galante y apuesto como siempre. Con su traje sastre a la medida en gris Oxford,camisa blanca,corbata negra con un elaborado nudo. Casi no gustaba de usar los sombreros de moda,por lo que solo peino su cabello hacia atrás y portaba una fina gabardina negra de cachemir que le llegaba cuatro dedos debajo de las rodillas.
Tal como había prometido la duquesa Lennox,las pertenencias de Beatrice ya se encontraban ahí bajo custodia de dos sirvientes de los duques quiénes al verlos,se acercaron deprisa al auto para ayudar con el equipaje que habían mandando los Evans para Frederick.
La gente a su alrededor murmuraba al verlos juntos. Muchas damas no concebían la idea de que un hombre como el se hubiese casado con...ella. Merecía a una mujer mejor,además del chisme que se había malinterpretado por la duquesa Collins,quién aseguraba había traicionado a su hermosa Anabelle con esa mujer rara. El que tuviera sangre prácticamente real y poseyera un buen título no le quitaba lo loca.
Caminaron a la puerta de embarque de la primera clase,en donde un marino de la tripulación al reconocerlos les reverencio mientras recibía los boletos de ambos.
Unas pasaron un filtro,en donde otro marino los condujo hacia su camarote,con los sirvientes detras de ellos llevando el equipaje.

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Hacia cerca de media hora que el barco había zarpado. Muchos se encontraban en la cubierta,del lado donde les correspondía. Otros tantos en los restaurantes o salones de juego.
Ellos prefirieron ponerse cómodos,cambiando su vestimenta por algo más cómodo. Beatrice se puso un vestido estilo veraniego de vaporosa falda de organza y mangas tres cuartos,con un discreto escote barco y un sombrero un poco más sencillo. Su guantes blancos habían sido reemplazados por unos de encaje gris que combinaba con el tono lila de su vestido. Estaba vez su cabello peinado en una elaborada trenza de lado que caía por su hombro derecho. Frederick simplemente se quitó la gabardina y saco del traje,dejando solo el chaleco y sus zapatos por unos más informales de cuero café y aflojó un poco el nudo de la corbata,dándole un toque despreocupado y fresco.
Dos camareras habían sido puestas a sus órdenes quiénes se encontraban ordenando su equipaje. Habían desistido tomar el almuerzo dentro del camarote,que por cierto era precioso.
Era muy similar a la alcoba del palacio en donde fue engalanada para su boda. Destellaba lujo y clase,no esperaban menos al tratarse de la primera clase. Contaba de 5 habitaciones dentro del mismo lugar. Cruzando la puerta principal de entrada se encontraba una pequeña sala de recibidor con unos estantes con libros de diferente literatura y un pequeño mini bar. Le precedía otra puerta,que los conectaba directamente con la habitación en donde una gran cama se encontraba a la mitad del lugar,también se hallaban tres divanes largos y una mesa con cuatro sillas cerca de la puerta del gran armario. Del otro lado se conectaban al baño con una tina enorme y un precioso espejo con marcos de oro. Más al fondo,apenas perceptible había otra puerta que daba a la pequeña terraza privada que tendrían durante su estadía.
Dejando a ambas criadas terminando sus tareas,salieron juntos para dirigirse a uno de los lujosos restaurantes. Almorzaron entre risas y una amena charla sobre su niñez. Frederick se carcajeo al escuchar las travesuras que le hacía a su institutriz y ella supo que desde niño,tuvo una afición por las espadas lo cual, años más tarde,hizo que se entrenará en combate cuerpo a cuerpo.
Subieron a cubierta para seguir charlando y se encontraron a una pequeña niña,de tercera clase,que había seguido su pequeño balón. Era preciosa,de tez blanca con cabellos rizados en un tono pelirrojo oscuro y unos vivaces ojos verdes,sus ropas aunque un poco desgastadas,de encontraban limpias y planchadas.
Mientras veían a la pequeña correr a los brazos de su madre,tuvieron un silencioso pensamiento colectivo...¿Cómo sería su hijo?.
Ambos sabían que tenían que encargar pronto,tenían un plazo de un año para tener un heredero. Pasando el plazo,se pondría en duda la fertilidad de ambos y era bien sabido que siempre se culpaba a la mujer lo que conllevaba al repudio de su esposo y ser recluida en un convento.
Aunque bueno...su química sexual era basta,y eso que solo llevaban dos días casados...
El día anterior habían hecho el amor otras dos veces y en la mañana habían tenido que salir a toda prisa gracias a qué Frederick prácticamente le arrancó la ropa interior mientras estaba arreglándose... Así que esperaban no tardar mucho en encargar...

Una esposa diferente para el ducado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora