، 🦋 : Puente herido.

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No sería buena idea ni siquiera un "Es que salí a caminar, y me quedó de paso tu casa, y esta rosa la encontré en la casa de alguien para llevármela a la mía."

Ahora estaba agradecido con el golpe sorpresa de Taeyong, porque era su única salida para evadir la pregunta sin verse sospechoso.

Cerró sus ojos con fuerza y apretó la toalla sobre el puente de su nariz, quejándose y haciendo puño su mano sobre su pierna.

—Esta mierda duele —alzó la voz con fuerza.

Jarin lo ayudó con la toalla, olvidando la conversación.

«Bien, Jimin. Creo que tenemos que tener más cuidado de ahora en adelante.» pensó.

✧✦✧

Jarin esperaba a su padre en casa, preocupada por el señor Jeon y su nariz, porque, aunque dijera que no dolía, ese golpe hablaba por sí solo.

Jimin llegó a la mitad de la tarde a casa. En cuanto Jarin escuchó la puerta principal bajó a paso apresurado hasta la sala, donde Jimin ya se encontraba descansando, con la cabeza recargada en el respaldo, y sus brazos estirados en toda la extensión del mueble.

—¿Cómo está el señor Jeon? —preguntó, haciéndolo alzar la cabeza y mirarla con cansancio. No era de su agrado pasar gran parte de la tarde en un hospital, esperando a que alguien se dignara a atenderlos.

—Bien —acomodó su cabello—. Tuvo una fractura, pero basta con ir al médico en tres días, que tome sus medicamentos y se ponga hielo. Nada complicado, sólo que pasó por varios estudios para confirmar que no tenía el tabique desviado o algo así.

Jarin asintió, sentándose a su lado.

—¿No se quejaba?

Jimin empezó a reír, recordando cuando en el auto, camino al hospital, Jungkook no dejaba de quejarse porque quería que el rizado conduciera con más cuidado o le dolía más la nariz.

—Contigo no, pero estando solos sí. Kook siempre es berrinchudo cuando quiere atención —sonrió cruzándose de brazos.

—¿Kook? —Jimin pareció pasmarse con la pregunta, un pequeño desliz—. Hace menos de siete horas lo tratabas de usted y lo llamabas señor Jeon.

Chasqueó su lengua, y trató de no evitar la mirada de su hija.

—El tiempo en el hospital bastó para eso, amor —rió nervioso—. Desde que estaba ahí quise tomar café, ¿quieres?

Preguntó poniéndose de pie, yendo a la cocina, queriendo evitar a su hija y más preguntas referente al tema. Jarin asintió, pero aún así, lo siguió a donde él iba, sentándose en la isla de la cocina, con sus manos debajo de su barbilla, apoyándose de sus codos sobre la superficie de mármol.

—Papá, ¿por qué el señor Jeon y tú no se llevaban bien antes de ir de viaje y ahora hasta te ofreces a llevarlo al hospital? No te importó tanto el día que cayó en la calle, y Jongsuk lo ayudó apoyándolo de su hombro por toda la calle hasta llegar a la heladería.

Paró en seco cuando su hija terminó de formular la pregunta. Era ese día el que llegaba cuando poco a poco comenzaba a darse cuenta de más cosas, y así sería con el paso del tiempo. No podía seguir ocultándole la verdad, pero tampoco sabía como hablarle a su hija de su relación con Jungkook, por lo que pensó en seguir con la misma modalidad que llevaba manejando desde que regresó de vacaciones. Un poco de verdad, ocultando las mentiras hasta que se sintiera listo para hablarlo y lo que sus decisiones conllevaran.

—Porque Jungkook y yo nos conocemos desde la universidad, amor —torció sus labios al poner la cápsula de café en la máquina.

Al girar sobre su eje, notó a su hija confundida, con la cabeza ladeada y sus mejillas infladas.

—¿Cómo?

Jimin asintió sentándose al frente de ella, mientras esperaba que su café cayera en su taza.

—Jungkook y yo nos conocimos en la universidad, éramos buenos amigos, pero después nos distanciamos por malentendidos y hubo un poco de rencor de ambas partes. En Ibiza fue donde casi se nos obligó a hablar y ahora aquí estamos, bien. Como si no hubiera pasado nada.

Jarin frunció su entrecejo.

—¿Por qué no me dijiste?

—Era parte de mi pasado, amor. Tampoco quería arruinarte tu relación o forma de pensar de los Jeon por mí —tomó un mechón de cabello de su hija, poniéndolo detrás de su oreja, mientras la miraba con amor, aunque su corazón estuviera a punto de estallar por los nervios en su interior.

—Pero sabes que puedes contarme todo, papá —bajó su tono de voz.

Y esas palabras cayeron como un balde de agua fría sobre él. Sintiéndose el peor de los padres por ocultarle tanto a su hija, por evitar a toda costa hablarle con la verdad desde un inicio, cuando no ha hecho más que demostrarle la confianza que había en su relación padre e hija, sin embargo, sentía que la traicionaba en su máximo esplendor.

—¿Aunque sea algo que yo crea que no te gustaría escuchar?

not you again, please › kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora