25. Una Noche En La Opera

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¿La canción? Lista.

¿El escenario? También.

¿Los artistas y compositores? Pues... esa pregunta es un poco más complicada: si quieres decir que si el trabajo estaba terminado y no había nada más del lado de la producción que se podía hacer, entonces, sí: estaban tan preparados como bombero al oír la alarma de fuego.

Pero el estar alerta y al tanto y el estar dispuesto son asuntos muy diferentes.

Quizá otros estaban más en paz, pero Allyson estaba cargando con mucho sobre sus hombros.

Afortunadamente, Ryan se comportó como un caballero que sabía atender las necesidades de una bella dama durante una bella noche.

—El Uber me cobró de lo lindo —indicó el músico—, pero valió la pena.

—¿Sabes? No es por romper con el encanto —declaró la quinceañera, sintiendo la mano de Ryan auxiliando para bajarse del vehículo—, pero vivimos cerca de la escuela, ¿no fue exagerado alquilar un auto?

—Puede haberlo sido, pero la verdad, al verte vestida así —el músico indicó, posando su mirada con brevedad en el conjunto que usaba la rubia aquella tarde-noche—, no quería que algo pasara y arruinara nuestra noche.

—Eso... eso es super tierno.

—Eso y además no quería cargar con todo el equipo durante seis calles.

Vale, eso sí lo justificaba; aunque en teoría no se trataba de un momento romántico, de existir una posibilidad de ello, no sería posible si Ryan debe de dividir su tiempo y atención entre una adolescente en sus mejores galas que se tomó horas en preparar su peinado y maquillaje para la ocasión, y una bocina que compró en un remate de la banda Barenaked Ladies después que las regalías por haber hecho el tema de The Big Bang Theory comenzaran a secarse.

Pero detalles más, detalles menos, lo que importaba es que estaban listos: Ryan había ensayado un poco, no mucho, y sin dudas, no tanto como hubiera deseado: el tiempo de composición se devoró las horas, pero a pesar de todo, hizo espacio para la práctica, —sí, incluso en el viaje hacía la escuela—.

Y entre tanto, Allyson se encontraba con el alma en dos: por un lado, sí, era el momento de la verdad.

Por otro lado... bueno, digamos que el mensaje de su hermana mayor no llegó en el momento más oportuno de los tiempos.

—¿Todo bien, Allye? —Ryan preguntó en lo que ambos se encaminaron a la entrada del liceo.

—¿Perdón? —la rubia agitó su cabeza.

—¿Pasa algo? —el músico reiteró en su duda—. Luces algo...

—¿Dubitativa?

—¿Ves? —Ryan sonrió y asintió la cabeza—. Por saber palabras así que sabía que eras la indicada para ayudarme con la letra.

—Em, ¿gracias?

—Pero de verdad, Allyson: ¿algo pasa?

—Nada en especial —la quinceañera contestó.

Y es que en realidad, "nada en especial" era técnicamente la respuesta indicada y honesta: no es que hubiera algo que resalta por encima de las demás, sino que era la confluencia de varias preocupaciones la que la tenía con cara de contribuyente de facturas dudosas en el mes de abril.

Pero Allyson estaba lejos de ser la única involucrada en el concurso de talentos con el nervio tenso y sudando con todo y temperatura de diez grados, era simplemente lo natural, lo esperado: notas que afinar, coreografías que debía de quedar, palomas amaestradas que resultaron no estarlo tanto y aspirantes a magos que buscaban cómo recuperar sus palomas.

Un Club Entre DosWhere stories live. Discover now