8. Trio Sin Panchos

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¿Alguna vez han estado en una de esas clases en las que el maestro dice "armen equipos" y nunca falta el chico o la chica que dice "profe, yo no tengo"?

Si no es que no han visto estudiantes así, probablemente es porque lo son, o lo fueron (y quién escribe esto no tiene derecho a criticar a nadie, porque hablo desde la perspectiva de la experiencia).

El caso es que para una estudiante como Allyson, tan pulcra, tan inteligente, el conseguir compañeros de equipo aunque sea por el interés de sacar buenas calificaciones, como un parásito pegado a un organismo más fuerte.

Pero desde el incidente con las porristas... digamos que cierta rubia se salvó de la expulsión escolar, pero no de la social.

—¿No es la loquita que atacó a Heather? —escuchó de alguna voz indistinguible entre el resto del grupo.

Tantos años de buenas notas para que al final, se le recordará por un incidente en que por una vez, POR UNA MALDITA VEZ, se entregó a los impulsos.

Pero claro, por más pesada que Heather haya sido, no fue su culpa; simplemente fue el blanco más cercano de un arma que llevaba muchos años cargada.

Quizá por eso seguía recurriendo a ese pequeño dueto de inadaptados, incluso para las clases más... digamos, inusuales.

—Muy bien, caballeros, damas y todo lo que se encuentre en el medio —el profesor Kovacs comentó a sus alumnos—, sé que deben de tener muchas dudas, como por ejemplo, ¿qué carajos hace el maestro de lengua y literatura enseñando la clase de educación sexual? ¿Por qué el último docente que impartió esta materia llevó los temas prácticos demasiado lejos con una estudiante? ¿Es quizá debido a que me interesa moldear el carácter de los futuros líderes del país para que puedan construir una sociedad mejor? ¿O es porque el comité disciplinario me ordenó cubrir clases extra cuando descubrieron que me tomé el doble de días libres de lo permitido al pasarlos como fiestas religiosas húngaras? ¿Bueno? Creanme: no son las primeras dos... pero en fin, hagan grupos de dos para el ejercicio...

¿Conocen ese trabajo escolar en que una pareja tiene que cuidar un huevo para demostrar la verdadera responsabilidad de criar un hijo? ¿O son de latinoamérica?

El caso es que en la preparatoria Hopewell, se aplicaba tal ejercicio, lo cuál es útil, nadie va a negar eso.

Pero al momento de la aplicación... la improvisada clase del profesor Kovacs se puso, digamos, algo creativa, en especial en una mesa de estudio en particular.

—¿Saben? No me molesta quedar en un equipo de tres —declaró Allyson—. ¿Pero tenía que ser la clase de educación sexual?

—Sé lo que están pensando —Sarah expresó con un huevo de tono beige en sus manos—. Si de trios se habla, hubiera preferido el estudiante de intercambio francés y la ganadora de Miss Teen Hopewell de la mesa de al lado...

—Sarah, querida —intervino Jake—. ¿Sabes que "educación sexual" y "trio" no involucran verdadera acción sexual entre ninguno de nosotros, verdad?

—¡Eso dicen ahora pero el día es joven!

—¿Pero cómo justificamos ser tres criando un niño? —preguntó Allyson.

—Eso es lo de menos —contestó Jake—. Digamos que todos estamos en una relación poliamorosa.

—¿Relación poliamorosa? —la rubia suspiró—. ¿Qué acaso es todo esto un terrible libro de Wattpad?

—"Terrible libro de Wattpad" es redundante, pero cuando el saco te queda...

Después de medio insultar indirectamente a la persona detrás de estas palabras (es decir; vale, mi prosa y narrativa no son las mejores, pero hago mi esfuerzo, caray), Sarah ocupaba su mente en un tema de ilustre relevancia.

—¡Ya sé! —exclamó la morena—. Miren, Allyson y yo estamos en una relación lésbica desde que compartimos dormitorio en la universidad; ambos hablamos sobre tener hijos durante años pero después de tanto discutir sobre si adoptamos o no, finalmente contactamos a un viejo amigo de la infancia, Jake, quién donó su esperma para que pudiéramos tener al pequeñe Max.

—¿Pequeñe? —preguntó Jake.

—Bueno, es muy pronto en su vida para andar imponiendo roles de género, ¿no es así?

—¿Por qué no me pudo tocar algo mejor? —preguntó Allyson—. ¿Por qué no me pudo tocar tener esta clase con Ryan?

—¿Porque... él es de último grado y tú de primero, y sería muy extraño que él estuviera ya grandecito sin saber lo de las flores y las abejas?

—¿Lo dije en...?

—En voz alta, sí —Jake y Sarah corearon.

—Vaya —la rubia susurró con pena albergada en su voz—, lo siento si soy muy predecible... es solo que... bueno.

—¿Te gusta tanto, no? —el chico de pelo oscuro preguntó.

—Podría negarlo, pero no engañaría a nadie, ¿no?

—No te preocupes, somos discretos y no nos gusta hacer dramas... eh, yo soy discreto y no me gusta hacer dramas. ¿Sarah, por otro lado?

—¿¡Te atreves de acusarme de indiscreta y dramática!? —gritó la morena a todo pulmón—. ¿¡Y EN FRENTE DE MAX!? —remató, con cariñosas manos sujetando al huevo.

—¿Sabes, Allye? —Jake puso orden de nuevo a la conversación—. ¿Haces algo después de clases?

—Mi plan original era entrenamiento como parte de la cuadrilla de animadoras, pero creo que para este punto, es bien sabido que eso no resultó cómo lo esperaba.

—Podrías intentar divertirte un poco.

—...¿no es una invitación para un trio de verdad, verdad?

—¡El día sigue siendo joven! —agregó Sarah—. ¡Solo digo!

—Me refiero, y perdón si es algo personal —el muchacho advirtió—. ¿Una salida con amigos?

—La última salida con un amigo que tuve fue una cita de juegos a los cuatro años con un vecino —rememoró Allyson—, y fue más que nada una excusa de la vecina de cómo a esa edad el pequeño "Toto" ya hablaba tres idiomas.

—Entonces... no por diversión, ¿eh?

—¿Por qué? ¿Tienes un plan?

—Conozco un lugar para escuchar música; empiezan a las 10, pero vale la pena.

—¿Las 10? ¿DE LA NOCHE?

—No rubia: como todos sabemos, las bandas de rock son famosas por hacer matinés para las audiencias infantiles... ¡Por supuesto que a las 10 de la noche!

—¡Pero apenas tenemos quince años! —exclamó con indignación de adulta Allyson.

—Corrección: yo tengo 16 —indicó Jake—. No reprobé nada, pero mis padres no me metieron a la escuela a la edad correcta hasta que los obligó el estado, y Sarah tiene 14.

—¡¿14?!

—Sarah es una especie de... genio extraño, díselo amiga.

—¡Epstein no se mató! —gritó Sarah—. ¡Fue llevado al planeta Kolob por agentes espías de una civilización súper avanzada de chinchillas bermellón!

—...como dije, "una especie" —el chico aclaró—, pero en todo caso, ten —le entregó a Allyson una tarjeta.

—¿Qué es esto? —la rubia inquirió.

—Es el nombre y la dirección del club; si la muestras, te dejarán entrar sin importar si no tienes una identificación falsa.

—¿Por qué hay letras en cirílico al reverso?

—Es mejor que no sepas, solo... si tienes curiosidad, mañana en la noche hay una tocada, puede que te sirva el momento de relajación.

—Lo voy a considerar —respondió Allyson colocando la tarjeta en su bolso.

¿Ir a un club de música rock con dos chicos que apenas conoce, en un barrio de dudosa reputación de la ciudad, a horas no permitidas legalmente para su edad? La lógica dictaba que era una tontería. "Considerar" era gentileza, un eufemismo para no tener que decir "ni en un puto millón de años".

Pero esa noche, en su propio hogar, encontraría valor para re-pensar una o dos cosas...

Un Club Entre DosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora