21. Salió del Baño de Mujeres

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La sonrisa no era algo que Allyson pudiera disimular con facilidad; quizá, un poco, por compromiso, como en una conversación con un maestro o con algún familiar molesto en una reunión, pero le gastaba energías, dejándola seca como planta cuyo dueño se le olvidó regar.

Eso no era lo que la jovencita sintió al día siguiente de haber estado en casa de Ryan; la sonrisa era muy sincera, y la energía, por el contrario, estaba por las nubes.

—¡Buenos días mundo! —la rubia declaró tan pronto como salió de su hogar y se dirigió a la escuela.

Tenía tanta dicha que compartir saludando a todo pequeño aspecto de su vida: vecinos con los que no se trataba, las abejas, las flores, e incluso un mapache muerto que control animal aún no recogía.

La alegría era tal que no se podía ocultar, y claro: también era un poco fastidiosa.

—¡Buenos días, amigos! —Allyson saludó al ver a Jake y a Sarah en la entrada de Hopewell High—. ¿Qué bendiciones cuentan en este día?

—¿Bendiciones? —la morena inquirió—. Casi suenas como meme de Piolin de tía que sigue en Facebook.

—¡Lo siento! —la rubia exclamó—. Es solo, tuve... el de ayer fue un gran día.

—¿La clase de grandes días por los cuales te sientes bien por un rato pero luego tienes nueve meses y toda una vida para arrepentirte?

—No —dijo Allyson inquieta—. No creo poder decir que he llegado a tal extremo.

—Como digas, pero por si necesitas, Jake te puede conseguir algunas pastillas para eso y sin hacer demasiadas preguntas.

—¿Y... qué le pasa a Jake, en todo caso?

Porque el muchacho presumía ojeras muy marcadas en su rostro, y su cabello se encontraba mal peinado, como si se hubiera arreglado con medio pie todavía en los dominios de Morfeo.

—¿Jake, amigo? —Allyson reiteró en su llamado de atención—. ¿Te encuentras bien?

Pero el chico no respondía; qué va, ni siquiera parecía capaz de hacerlo.

—Se quedó hasta tarde —explicó Sarah.

—¿Qué tan tarde es tarde en este caso? —la rubia cuestionó—. Porque, vale, por tu, digamos, "estilo de vida", yo asumía que trasnochar para ti era algo común.

—Lo es, querida, lo es, pero esto fue diferente.

—¿En qué?

—No le digas —murmuró Jake, apenas entendible; criptologos y terapeutas del lenguaje hubieran sido necesarios para interpretar de forma correcta su cansada y gruesa alocución.

—Es que Jake se quedó ensayando toda la noche —dijo Sarah.

—No le digas —reiteró Jake.

—El tipo tiene un teclado increíble que quién sabe de dónde carambas sacó, pero todavía le falle eso de, ya sabes, tocarlo.

—¡No le digas!

—¡Ya, me callo!

—Espera, Jake, espera —Allyson comentó—, ¿acaso vas a participar en el concurso de talentos?

—Di que no, di que no —el chico se dijo en el interior de su gruesa cabeza—. ¡Sí! —dijo, subestimando por mucho lo que el cansancio por de hecho hacer un esfuerzo legítimo por una vez en su vida afectaba su capacidad de ocultar verdades.

—¿En serio?

—¡Y yo también! —añadió Sarah.

—¿De verdad? ¿Tienen los dos una banda o algo así?

Un Club Entre DosWhere stories live. Discover now