Capítulo 17.

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"Tu despecho"

Abrí los ojos una inmensa nube de humo cubría nuestro alrededor y un zumbido retumbó contra mi oído.

— Damián. — Dije entre quejas, el humo ardía en mi garganta.

Comenzaba a escuchar su voz en un tono bajo, no lograba entenderlo.

— ¿Qué? — Grité pese a que yo estaba a centímetros de él.

¿Qué mierda dice?

— PUTA MADRE JOSHUA QUÍTATE, ME ESTAS APLASTANDO LAS BOLAS.

Me quite de encima suyo, la pierna me dolía, un pedazo de metal al momento de la explosión se incrustó en mi muslo.

Mierda.

— ¡Me voy a morir! — Entre en pánico al ver la sangre.

Damián se acercó y saco el pedazo de metal, al instante solté un grito.

— Cállate, pudo ser peor.

Damián se puso de pie quitándose la chaqueta de cuero, su brazo sangraba había olvidado por completo que una de las balas rozo su brazo, pero él lucía como si nada.

— Vamos, debemos irnos antes de que aparezca la policía.

Al intentar ponerme de pie caí nuevamente, el muslo me dolía.

— No puedo, me duele. — Me queje.

— Agh, no puedo creerlo. — Damián se acercó a mí cargandome en brazos y me subió al auto.

Al subir dio marcha.

— ¿A dónde vamos? — Pregunté.

— A mi casa.

Guarde silencio y observé por la ventanilla, jamás imaginé que mi noche se volvería una locura, pero lo que realmente me preocupa era el paradero de Irina.

Al llegar aparcó y bajo del auto, al instante 3 hombres más se acercaron, no alcanzaba a escuchar nada de lo que decían, Damián entro a su casa y uno de los hombres se acercó ayudarme.

— Joven Parker, ¿qué le ha pasado? — Por fin una voz familiar.

Las veces que visite a Irina conocí a Susan, la mujer era un encanto, siempre se portó muy atenta conmigo y yo sé que para Irina fue una gran compañía.

— Consecuencias de convivir con los Langford.

— Susan, por favor encárgate de él necesito que le prepares una habitación. — Ordenó Damián desde la entrada.

¿Habitación? ¿Pretende que me quedé?

Mi teléfono empezó a sonar, al sacarlo de mi chaqueta mire la pantalla, Daniel.

— ¿Quién es? — Damián se acercó y me quito el teléfono. — ¿Por qué te llama Daniel?

Me encogí de hombros, ni yo sabía.

Aunque lo más probable es que sea para saber de Irina nuevamente.

Damián apagó mi celular y se marchó.

Susan me llevo a una de las habitaciones y comenzó a curarme, odiaba ver sangre, me ponía ansioso, pero todo está noche había sido una completa locura.

— Susan, ¿tienes idea de dónde está? — Pregunté.

— No, pero son las consecuencias de retener alguien que creció trás grandes muros.

¿Muros?

— ¿De qué habla, Susan? — Cuestioné confundido.

Ella observo alrededor y bajo la voz.

Peligrosa atracción.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora