Capítulo 13.

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"Despedida."

Christian Langford.

Ni el agua fría refrescaba mi memoria, pero algo era seguro y es que cometí un grave error, perdí la cuenta del tiempo que llevaba bajo la regadera, la cruda aún hacía estragos en mi cabeza. Al paso de 10 minutos salí, me coloque la toalla alrededor de la cadera y con otra seque un poco mi cabello, la coloque en mi hombro y salí del baño.

Mierda, lo que faltaba.

— ¿Qué quieres?

Me dirigí al closet no sin antes percatarme de la presencia de Damián, quien lucía tranquilo sentado sobre el sofá.

— Sé que eres un idiota, pero no uno que no supiera como beber.

— No estoy de humor para tus chistes. — Lo miré.

— ¿Qué? — La mirada de Damián era seria. — ¿Perderás el control como con Irina?

¿Irina?

En tu vida vuelvas a tocarme, ni acercarte a mí o te arrepentirás.

— ¿De qué hablas? — Bebí tanto que mis recuerdos eran vagos.

Damián se levanto acercándose a mí.

— Anoche entre a los archivos de seguridad de los Burch para eliminar algo, pero encontré otra joyita. — Damián arrojó un USB.

— ¿Qué es es...

Ni tiempo de hablar tuve cuando los nudillos de Damián se impregnaron en mi quijada.

— Vuelves a tocarla y te mato. — Con rabia camino a la salida no sin antes detenerse. — No me va importar que seas mi hermano.

...

El vídeo de ese archivo me estaba atormentando, ese comportamiento en mí no era normal, jamás he perdido el control y mucho menos con una mujer, pero algo había en ella que siempre que la tenía cerca perdía el control y me comportaba como un animal.

El celular no paraba de sonar, dos días en los que Priscila no paraba de enviar mensajes, no podía hablar con ella, no quería hablar con ella.
He estado día y noche esperando a verla salir del edificio, está de más decir que no he podido dormir, mi error era irreparable, pero debía tratar.

Bajé del auto y me dirigí a la entrada. Si ella no planea salir, yo tendré que entrar.

— ¿Qué haces aquí? — Antes de llegar a la puerta del edificio me detuve al escuchar a alguien detrás mío.

Me dí la vuelta.

— Busco a Irina.

Lo recordaba, la última que estuve aquí él fue quien trato de ayudarla, cuando yo...

¡Mierda! Sí que soy un idiota.

— No creo que debas estar aquí. — La mirada del chico era seria, claramente verme le molestaba.

— Debo hablar con ella, ¿sabes si está?

— Hablo en serio Christian. — ¿Christian? sabe mi nombre, entonces le hablo de mí.

— Igual que yo. — Volví a darme la vuelta para entrar.

— Aléjate de ella. — Al escucharlo nuevamente me giré y caminé a él.

Peligrosa atracción.Where stories live. Discover now