capítulo dos

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¿Cómo fue que permitiste todo eso?

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¿Cómo fue que permitiste todo eso?

Te tocaste el morado de su ojo, y una lágrima cayó de este, suspiraste tratando de calmarse, ya no podía más, le dolía la cabeza, te dolía garganta, te dolía todo, tu alma, sobreviviendo cada día a la realidad de ser una mujer violentada en tu relación. 

—¿De nuevo la volvió a violentar?

Te sobresaltaste y viste al mayodormo de la mansión Phantomhive, le restaste importancia

—Perdóname, no te vi entrar Sebastian. —Te disculpaste, tratando de sonreír.—Me golpeé con la puerta, eso es todo. 

Él se acercó, y con un suave tacto de manos en tu cintura pegaste casi un grito, puesto que fue justamente donde tu pareja te había pisado después de haberte tirado al piso por una escena de celos. 

Nadie sabía de esto, tenías miedo, miedo de saber que si alguien se entera, él era capaz de matarte, nadie era más poderoso que él. 

Te alejaste de Sebastian, dejándolo ahí en el frío cuarto, bajando al almuerzo, Ciel estaba atento a tu presencia, puesto que no habías tocado ni un plato, solamente estabas a lado de tu prometido, escuchando como él parloteaba. 

—Cállate. —Sentenció Ciel.

Esas fueron las palabras que te sacaron de la burbuja, la explotaron. Tu prometido se enfureció, estaba a nada de decir algo grosero pero Sebastian con una sonrisa estrelló el té. 

—¿Gusta un poco, señor?—Lo miró tan horrendo que él tragó en seco. —¿No? Excelente, eso pensé.

—¿Te pasa algo ______?

Lo miraste, no sabías que decir, Mey también estaba mirándola fijamente, tu prometido te apretó la mano desde abajo tan duro que te dieron ganas de llorar, negaste sonriendo, pero las lágrimas estaban por salir. 

—N—No, todo está bien. 

Ciel hizo una mueca, Tanaka bajó la mirada decepcionado negando. Querías pedir ayuda, ellos estaban tratando de ayudarte. 

—Buena chica...

—Tu prometido te soltó la mano bruscamente. —¡Bueno, dame té!

Sebastian enarcó una ceja, Ciel se paró de la mesa llamándolo. 

—Dile a nuestro invitado que ya se acabó la hora del almuerzo, que se puede retirar. —Dijo aburrido. —Vámonos Sebastian. 

Viste como Sebastian se iba, con ojos suplicantes de que por favor no se vaya, tu corazón estaba chiquito en tu pecho.

—¡Vámonos corazón!

Asentiste, diste las gracias por la invitación y se retiraron de la mansión, sin darte cuenta que tenías ojos rojos puestos en tu espalda. 

(...)

—¡Entiéndeme por favor, estoy cansada de escuchar que cambiarás!—Gritaste ya en tus últimas. —¡Por favor! Y—

Sentiste una cachetada que te interrumpió, tu piel se tornó roja. ¿Con sorpresa? Para nada, ya te lo esperabas, no tenías expresión. 

—Ya no quiero más, por favor, deberíamos separarnos...—Dijiste suavemente. —Mira en que nos hemos convertido. 

De la nada comenzaron las luces comenzaron a parpadear, los dos fruncieron el ceño. De un momento comenzar las luces parpadear, y una sombra se apareció atrás de tu prometido, y unos ojos en frente tuyo. 

—Si hay algo que odio...—dijo una voz ronca. —Es que toquen a una dama.

El chico se puso tenso, y tú te quedaste helada al ver literalmente como tomaba su mano y lo lanzaba al otro de la habitación, como si nada, como si fuera una hoja de papel. Desapareció así como vino, las autoridades tocaron la puerta, aturdida abriste, y entró Abberline, diciendo que hubo una denuncia anónima, que te estaban violentado, pero con los moretones que tenías en las piernas, ojos, cuello, ya era suficiente pruebas. 

Se lo llevaron, pero, estabas en shock, todo había sido en un momento, nisiquiera pudiste dormir, pues de un momento a otro, te faltaba tu prometido. Al día siguiente corriste a la mansión, saludaste a todos, y apenas lo viste, lo señalaste.

—¡Tú!

Él volteó, estaba tomando té tranquilo, cruzado de piernas en el jardín. 

—¿La puedo ayudar en algo más?—Bajó la taza, sonriente. 

Lo abrazaste fuertemente, llorándole en el pecho diciéndole de mil y un maneras gracias, no sabías que más decirle, había sido un infierno estar a lado de ese hombre. 

—Gracias, de verdad, gracias. —Sonreíste. —No sé que como agradecértelo. 

Él sonrió, sacando una flor de su traje, dándotelo, tu sonreíste tomándola con una sonrisa divertida. 

—Empiece con sonreír más, tiene una sonrisa preciosa. 


ADVERTENCIA: Si hay alguna chica que está pasando esto, por favor avisarlo, esto es abuso y debe ser reportado lo más rápido posible antes de una tragedia. Esto es ficción, por favor, no aplicarlo en la vida real, separar ficción de la vida real. 

Oneshots  [Sebastian Michaelis y tú]Where stories live. Discover now