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—¿Que te trae aquí dipper?

Ella es la señorita Rosa.

—Me obligaron a venir

—Me dijeron que recientemente has tenido episodios de alucinaciones. ¿Es verdad?

—¿Que más da? Nada de lo que diga va a creerme.

—No soy tu enemiga, estoy aquí para ayudarte.

Ella es su nueva doctora.

—Lo sé.

Ella suspiro.

La única forma que había logrado para no ser devuelto a casa sin haber terminado las vacaciones es comenzar sus sesiones con la psicóloga cerca del pueblo.

—Mira, masón. No puedo ayudarte si no me ayudas primero.—Dijo ella, acomodándose las gafas—Llevas 3 sesiones sin decir una palabra.

Dipper se encogió de hombros.

Llevában días así, desde que llamaron a su puerta informándole que masón pines había sido integrado a las sesiones con la señora Rosa en el hospital psiquiátrico de Oregón.

Miro por la ventana. ¿Como había llegado a esto? En realidad ¿Como había pasado todo esto? Hubo muchos cambios en su vida, paso de buscar misterios con su familia, luego se volvió el misterio, y ahora fue tachado de loco...otra vez.

Una campana lo saco de su gran reflexión.

—Es hora del círculo de diálogo. ¿Está vez dirás algo?

Dipper la miro por unos segundos, era una mujer amable y sabía que no se merecía que la tratarán así pero no se sentía cómodo hablando con ella o tal vez, simplemente no podía decir:

"Hola, soy dipper. Bueno me dicen dipper, pero no es mi nombre real. ¿Por qué estoy aquí? Oh, bueno. Mi familia piensa que estoy loco, y probablemente lo estoy porque estuve casi medio mes idealizando junto a un triángulo volador que se parece al del dólar, el como acabar con todo el pueblo. Pero reflexioné y descubrí que realmente no quiero acabar con mi familia porque la amo mucho aunque ellos no me entienden. Pero pienso que esa es la principal razón por la que estoy aquí. Piensan que tuve alguna vez un amigo imaginario y que podría estar teniendo secuelas, aunque es mejor que piensen eso a que descubran que en realidad me deje poseer y hablaba con un demonio que nos intento matar dos veces."

Exhaló profundamente, como si hubiera dicho todo eso. Se dio cuenta que se había perdido en sus pensamientos y ambos seguían mirándose mutuamente.

Eso era incómodo. Así que decidió adelantarse.

Se acercó a la sala de descanso, donde hacían los círculos de diálogo. Ya estaban todos ahí, solo había un lugar libre, el suyo. Aunque en realidad no era por qué lo estuvieran esperando, era por qué nadie se quería juntar con Demián.

Miro a Demián quien lo saludo con una sonrisa. Era un joven desordenado, sencillo. Si piel era un tanto oscura y llena de pecas, su cabello negro cuál carbón y era uno de los más pequeños de ahí, lo cual, ameritaba una paliza, de los demás que tenían la edad de Robbie, y por cierto, también su actitud.

Se sentó a su lado, apenar terminaban de escuchar la breve charla que daba la psicóloga cuando llegó.

—...entonces, ¿Alguien quiere ser el primero en hablar en esta sesión?

Silencio. Cómo siempre.

—Que tal tu...Hughes?

Todos miraron a Demián. Muchos se rieron y bromearon sobre el.

Nuestra venganza (Billdip)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora