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Les explicaron a los encerrados lo poco que sabían sobre lo que estaba pasando. Clara parecía tratar de comprenderlo todo, mientras Jim, bueno, su rostro lo traicionó. Parecía que le habían generado un nuevo trauma.

—Esto... Esto es mi culpa... —murmuró Jim—. Yo causé esto.

—¿Y cómo, exactamente, hiciste eso? —dudó Aja, ya sin su armadura.

—Yo... Yo luché contra la Orden Arcana. Es una muy, muy larga historia, pero, ellos querían destruir el mundo, odiaban a los humanos. Mis amigos y yo tratamos de detenerlos, pero... Muchas cosas salieron mal —Jim se puso se pie y se acercó a los barrotes—. Murieron... muchas... personas. Usé la piedra del tiempo para volver y hacer las cosas diferentes, pero aparecí aquí.

—¿Qué cosas planeabas cambiar? —preguntó Krel—. Tal vez querías cambiar demasiadas cosas, o tal vez volviste mucho en el tiempo. Así que dinos, ¿cuántas cosas querías cambiar?

Jim se quedó en silencio por un momento con la cabeza gacha. No tenía el valor para verlos al rostro, no si todo lo que estaba pasando de verdad era su culpa.

—Quería cambiarlo todo —dedujo Aja, y al ver la expresión de Jim, supo que tenía razón—. Seguro ni siquiera planeaba ser el Cazatroles, ¿o si?

Jim se tensó, pero nada ganaba con negarlo.

—No...

—¡Que estupidez! —Aja mostró toda su molestia— No sé cómo sea en tu mundo, pero aquí, el que el amuleto te alija significa que eres el indicado para enfrentar los problemas que van a venir.

—Seguro tú no fuiste la primera humana en portar el amuleto. —Jim trató de defenderse, pero ese comentario solo enfureció más a Aja.

—Claro que sí, y no tienes ni idea de lo difícil que fue convencer a todos de que era digna. No solo a los Trolls, los magos intentaron todo tipo de hechizos para quitarme el amuleto, incluso...

Aja paró, dejando la oración a medias. Algunos ya sabían lo que iba a decir, pero Jim insistió en que siguiera, pues si curiosidad le ganaba.

—¿Incluso...?

—No importa —Krel habló por Aja—. Mi hermana demostró ser lo que se necesitaba. Realizó cosas que ningún Troll podría haber hecho. ¿Tú simplemente ibas a dejar que alguien más realizara los peligros que tú ya habías hecho?

—Miren, sé que hora no parece la mejor de las ideas —aceptó Jim, algo cansado—, pero si hubieran estado en la batalla que tuve contra la Orden Arcana, si hubieran perdido a las persona que yo perdí... Si los hubieran visto morir, seguro pensarían diferente.

El lugar quedó en completo silencio. Era claro que a Aja no le agradaban para nada los nuevos visitantes, pero, ¿qué podía hacer? Solo esperar a que Blinky descifrara el mapa.

—¡El mapa! —habló la de cabellos blancos, confundiendo a los encerrados— ¿Ustedes saben dónde está la Orden Arcana?

—No. Ellos nos encontraron a nosotros.

—Entonces, lo mejor para ustedes será quedarse aquí —dijo Strickler—. No causen problemas, y estoy seguro de que la Cazatroles los enviará a casa lo más pronto posible.

—¿O sea que ya nos van a sacar? —habló Clara.

—Ah, perdón —Krel quitó el hechizo de las celdas—. Pueden salir.

—¿Me dan mi vara de las sombras? Y a Jim su amuleto.

—Más les vale no hacer nada raro —advirtió Aja, mientras le entregaba su amuleto al otro Jim.

CambiosOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz