Abrazo.

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—Probablemente llegue tarde a casa —Explicó Chuya, mientras un par de ojos castaños lo miraban brillantes, al borde de las lágrimas. No era la primera vez que Chuya lo abandonaría todo el día por cuestiones de trabajo, pero Dazai no podía evitar sentirse triste cada que eso sucedía. Tener a Chuya a su lado era una necesidad tan vital para él, que la comparaba con respirar—. Dejé la cena hecha.

—¿Tardarás mucho? —Preguntó Dazai, alzando la mirada. Se encontraba sentado en su asiento mientras que Chuya estaba parado a su lado, permitiendo que la diferencia de altura se invirtiera.

—Sabes cómo son las reuniones con el gobierno —Suspiró su pareja, a lo que soltó un quejido en voz alta.

—Podría morir en este momento —Se lamentó Dazai, y observó cómo el ceño contrario se fruncía, con visible molestia.

—Si sigues diciendo esas cosas, yo mismo te mataré —Dazai rio ante su amenaza, lo que profundizó el ceño fruncido de Chuya. ¿Acaso habría manera de hacerle entender que realmente no le gustaba que hiciera ese tipo de bromas?

—Te extrañaré —Dazai cambió el tema, completamente ignorante del enojo de su pareja.

—Yo no —Y, aunque seguía un poco molesto, Chuya le dedicó una pequeña sonrisa, que Dazai correspondió. El pelirrojo pasó una mano por la mejilla contraria, con delicadeza—. Lleva a Kyouka a casa.

—¿Yo no iré? —Preguntó la chica, interviniendo en la conversación que sostenían sus superiores.

—Lo siento —Se disculpó Chuya—. Es una reunión confidencial, y no pude convencerlos de que te dejaran entrar.

—Está bien, Kyouka —Dazai le sonrió a los oscuros ojos azules, que tenían una pizca de decepción asomándose en ellos. Parecía que de verdad le gustaba estar con Chuya, lo que era una buena noticia. Su plan de que Kyouka ayudara a su esposo a sentirse cómodo en la Agencia, para que finalmente pudiera abandonar los pensamientos de él dejándolo solo para regresar a la mafia, parecía ir en buena dirección. Le tendría que comprar un regalo a la chica, por toda la labor que hacía de manera inconsciente—. Ahora que no estará Chuya, finalmente te podremos comprar un conejo.

—¿En serio? —Preguntó la chica, con un ligero tono de emoción asomándose en su voz, a pesar de la calma que reinaba en su semblante. Esto era lo más expresiva que llegaba a ser, pero el brillo en sus ojos no mentía.

—Si regreso a casa y encuentro un conejo, dormirás en la calle —Chuya le advirtió a su esposo.

—Tal vez debamos pensarlo un poco más, Kyouka —Se rindió Dazai, dedicándole una sonrisa apenada a la chica, que simplemente asintió.

—Como sea —Suspiró Chuya—. Cuida de Kyouka mientras no estoy.

—¿Está bien que la cuide Dazai? —Preguntó Tanizaki, sin poder evitar su preocupación—. Atsushi no está, y...

—Está bien —Lo calmó Chuya, mientras extendía una mano para pasarla por los rizos castaños, lo que arrancó una sonrisa de Dazai.

—No lo parece, pero Chuya confía en mí —Dijo Dazai con orgullo—. Es una de las razones por las que nos casamos.

—No me hagas recordar la peor decisión de mi vida —Bromeó Chuya, y miró fijamente a Dazai por un par de segundos. El castaño ladeó la cabeza, confuso al ver la vacilación en los ojos azules, pero sonrió ampliamente cuando su querido esposo se inclinó a depositar un suave beso en su mejilla, a manera de despedida. Ahora entendía su duda: era la primera vez que se mostraba tan cariñoso con él frente al resto de la Agencia, y probablemente lo consideró por un largo rato. Era una buena señal que se sintiera con la confianza suficiente como para hacer ese gesto en la presencia del resto—. Nos vemos en casa.

Care. (Soukoku)Where stories live. Discover now