Encargo.

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—¿Quiere que me haga cargo de ella? —Preguntó Chuya a Fukuzawa, con sorpresa. Era raro que se dirigiera al presidente de la Agencia de manera tan informal, pero no podía evitarlo. Siempre había sido transparente con sus emociones, además de que el ambiente de la Agencia le permitía relajarse mucho más que cuando estuvo en la mafia. O al menos eso era lo que siempre decía su esposo, Osamu Dazai.

—Confío en que harás un buen trabajo —Asintió Fukuzawa, siendo consciente de que, aunque era un miembro valioso de la Agencia y con unas habilidades temibles en combate -tanto físico como utilizando su manipulación de la gravedad-, también era un chico sensible en el que podía confiar ciegamente. Después de todo, había logrado pasar el examen de ingreso hacía dos años, junto a Dazai.

Pero, aunque todo el mundo insistiera en que estaban haciendo un trabajo estupendo para corregir su vida y, de alguna manera compensar lo que hicieron durante sus años en la Port Mafia, el pasado era algo que no se podía borrar. Así que, aunque ahora tratara a Atsushi con paciencia y tuviera un poco de favoritismo por Kenji, el que le pidieran directamente cuidar de una niña pequeña...

—Salgo mucho de viaje —Expuso Chuya, todavía sin estar del todo convencido de la misión que le estaban encargando. Llevaba dos años trabajando en la Agencia, pero no tenía asignado ningún compañero, sino que trabajaba mayormente por su cuenta, con la ayuda ocasional de Yosano, que era con quien mejor se adaptaba, sin contar a Dazai. Después de todo, el presidente insistió en que les sería beneficioso a ambos dejar de ser compañeros.

—Reduciré tus viajes mientras Kyouka se acostumbra al ambiente de la Agencia —Resolvió Fukuzawa, bebiendo un poco de té, negándose a dejar ir el tema.

—Pero... —Comenzó a decir Chuya, sin encontrar las palabras. ¿Cómo podía explicarle que no se sentía listo para ser el mentor de nadie, cuando todavía sentía que no terminaba de encajar en el ambiente de la Agencia? Había entrado porque Dazai se lo pidió, pero, de vez en cuando, todavía sentía que ese no era su lugar, a pesar de la amabilidad de todos. No sabía cómo le enseñaría a la chica nueva a ser una detective, cuando ni siquiera él se sentía como uno.

—También estuvo en la Port Mafia —Explicó el presidente, y los ojos de Chuya se abrieron con sorpresa. Había escuchado que recientemente la Agencia había recibido a una nueva integrante, pero no conocía los detalles, pues estuvo ocupado lidiando con unos asuntos en Europa y el idiota de su esposo se quería hacer el misterioso, diciéndole que sería mejor que lo descubriera por él mismo—. Por eso considero que tú eres el indicado para entrenarla.

Chuya sintió ganas de reír con la nueva información. En alguna ocasión que se juntaron a beber, Yosano le contó sobre su pasado con el jefe de la mafia. Además, estaban Dazai y él, que directamente traicionaron a la Port Mafia para unirse a la Agencia Armada de Detectives, después de que su entonces novio perdiera a su amigo más cercano y le pidiera huir con él; por supuesto que no le negaría nada, así que ahí estaba. Y ahora la pequeña niña... Chuya se preguntó qué sentiría Mori de que Fukuzawa siguiera robándole subordinados.

—Creí que Atsushi cuidaba de ella —Dijo Chuya, recordando haber escuchado algo al respecto, y esperando que la información sirviera para persuadir al presidente de su decisión.

—Atsushi sigue siendo un novato —Respondió Fukuzawa—. Kyouka necesita alguien con experiencia a su lado, y yo estoy demasiado ocupado...

Chuya guardó silencio ante las palabras del presidente, pero no pudo evitar alzar una ceja ante el lamento. Era raro que se interesara tanto en guiar personalmente a alguien, así que la chica debía ser de un extraordinario talento... O una niña adorable. El presidente creía que lo ocultaba bien, pero solo era cuestión de prestar un poco de atención para notar su debilidad por las cosas lindas.

Care. (Soukoku)Where stories live. Discover now