Historia.

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Advertencia de contenido: el capítulo contiene menciones al suicidio, ideaciones suicidas y un intento de suicidio. Se recomienda la discreción del lector/a.


—¡Buenos días! —Saludó Dazai con un ánimo especialmente alegre, mientras entraba a la oficina, con Chuya y Kyouka siguiéndolo de cerca.

—¿Qué haces aquí? —Preguntó Kunikida, mientras miraba el reloj en su muñeca, extrañado—. Es la hora de tu entrada, pero por lo regular sueles llegar una hora después.

—Yosano le compró a Kyouka un libro de curiosidades. Aunque, por supuesto, todas eran curiosidades médicas... —Comenzó a explicar alegremente el castaño, mientras ocupaba su asiento, a pesar de que no comenzaría a trabajar.

Mientras Kyouka saludaba silenciosamente a los presentes, Chuya pasó de largo de Dazai, ignorándolo con maestría. Tenía demasiado trabajo pendiente. Después del incidente del perrito, habló con Fukuzawa y le pidió que le encargara a Kyouka casos un poco más desafiantes, pues la chica era muy capaz y contaba con su protección. Afortunadamente, el presidente aceptó la propuesta.

Sin embargo, eso significaba que además de lidiar con sus labores usuales, ahora tenía que ayudar con las tareas de Kyouka, pues todavía era muy pronto para dejarla por su cuenta y no terminaba de dominar cómo funcionaban las cosas en la Agencia. Pero no solo era ofrecer su ayuda, si no que también tenía que presionar a la chica para que se la pidiera.

A pesar de todo, parecía que todavía seguía siendo demasiado imponente para Kyouka, y seguramente pensaba en no ser una molestia para él, sin importar cuántas veces le repitiera que su trabajo literalmente consistía en ayudarla. Así que tenía que estar al pendiente del lenguaje corporal de la chica, que le mandaba furtivas miradas ocasionalmente cuando quería pedir algo, y acercarse de manera que pareciera que no lo había notado y había nacido de él ayudarla desinteresadamente.

Estaba agotado de cuidar de otra persona como para lidiar con Dazai, pues la mayor ventaja que veía en la Agencia era que otras personas podían soportar a su esposo, al que amaba de verdad, pero a veces deseaba poder librarse de él un rato. Incluso su silencio era peligroso, porque a veces sus bromas sobre el suicidio no eran tan broma, y cuando las cosas estaban demasiado quietas tenía que asegurarse de que su mente no estuviera en un mal sitio que lo llevara a cometer una estupidez. En silencio le pidió disculpas a Kunikida, pero sería un alivio que él lo soportara en su lugar al menos esta mañana. Prometía hacerle un gran regalo en su cumpleaños, de verdad.

—Y mi querida Kyouka creyó que me podría interesar el hecho de que si duermo menos horas tengo más probabilidad de morirme —Explicó Dazai, con una sonrisa en el rostro. Chuya frunció al ceño, aunque trató de ignorar a Dazai. Desde la mañana estaba molesto con él por despertarse temprano gracias a semejante estupidez, además de que iba diciendo esas cosas frente a Kyouka como si nada— ¿No es maravilloso?

—¿No crees que hoy estás siendo más idiota que de costumbre? —Dijo Chuya, alzando un poco la voz. A decir verdad, la principal razón por la que estaba tan molesto es porque odiaba escuchar ese tipo de comentarios de la boca de Dazai. Llevaba bromeando con la idea de suicidarse desde que lo conoció a los quince años, sí, ¿Pero no se daba cuenta de que escuchar eso lo lastimaba? Probablemente era un pensamiento egoísta, pero él abandonó la organización que tanto disfrutaba por hacer feliz a Dazai. Creía que no era justo que, después de todo, siguiera haciendo esas bromas que no eran graciosas en lo absoluto.

—Parece que mi esposo está molesto —Dazai hizo una mueca, aunque no terminó de descifrar la verdadera razón por la que Chuya estaba molesto. Nunca lo hacía, cuando se trataba de este tema. Para ser un genio, podía ser bastante idiota—. No te preocupes. Kyouka también tiene una curiosidad para ti.

Care. (Soukoku)Where stories live. Discover now