Isaac entendió al momento por dónde iban sus razonamientos. La solución pasaba por la magia, la magia por las brujas y las brujas por los Mercaderes. Era una cadena de hechos simples. No tenían manera alguna de acceder a la magia sino era a través del mercado. Eso estaba claro. Pero ¿cómo hacerlo de manera segura? o lo más segura posible, al menos. Podían tantear el terreno, descartar aquellos que acarreasen mala reputación, rumores de fraude o erratas. Podían...

El sonido de algo golpeando la madera del suelo cortó toda línea de pensamiento. Isaac lo identificó al momento, alguien se había materializado. Y el sonido provenía directamente de la habitación de su hermana.

Reaccionó al instante, levantándose del suelo tan pronto su mente unía los eslabones: el ruido y el significado.

Nit salió de la habitación cuando ni tan solo había dado un par de pasos en su dirección.

—¿Por qué tiene los ojos abiertos? No sabía que los humanos podían dormir así —Ignoró la expresión asustada del médium dirigiendo su mirada hacia sus acompañantes. Se dejó caer en el sofá sin reparo—. ¿Una reunión? ¡Qué interesante! —Había sarcasmo y falsa jovialidad en sus palabras.

» Bueno, a qué esperáis. Continuad. Continuad. Como si no estuviera.

Observó a los presentes con un brillo malicioso en los ojos antes de clavar la mirada en Isaac. Parecía estar riéndose de él.

—Aunque también podrías preguntarme como ha ido la caza. Muy bien, gracias. He eliminado a una veintena de demonios y también me he ocupado de un grupo de... ¿pequeños humanos que se creían grandes?

Nadie le preguntó que significaba que se hubiese ocupado de ellos. La respuesta... en parte la imaginaban, la sabían, pero no tenían necesidad ni querían corroborarla.

—¿Siempre eres así? —La pregunta abandonó los labios de Naia antes de que pudiera contenerla. Se arrepintió al instante, consciente de por dónde iría la respuesta de Nit.

—¿Así cómo? ¿Increíble? ¿Maravilloso? ¿Lo más de lo más?

La chica le regló una sonrisa asqueada.

—Que básico. Que cliché.

Nit se acomodó en el sofá llevándose las manos a la cabeza en una postura todavía más exagerada y presumida.

—Eso se tendría que ver —ronroneó con una gran sonrisa—. Te prometo que me salgo de los esquemas.

Isaac notó como a pesar de las pullas, sus ojos examinaban con disimulada atención cada resquicio del lugar. Durante unos breves instantes se quedaron clavados en la mesa de la cocina, llena de los utensilios que había usado Lilia, antes de volver a posarse en los presentes.

—Como no os veo muy interesados en contarme vuestra discusión, plantearé yo las preguntas.

» ¿Habéis tenido invitados? ¿Puede que alguna bruja?

Elevó sus cejas prácticamente inexistentes, de tan rubias que eran, esperando una respuesta.

Isaac dudó si contarle lo sucedido. Una parte de él sentía vergüenza de lo ocurrido, de cómo lo había manejado, y, además, sabía que Nit haría algún comentario malicioso sobre ello. Tampoco sabía si podía confiar en él, pero, por otro lado, conocía el mundo sobrenatural. Podía orientarlos. Decidió arriesgarse. Su orgullo no valía ni una infinita parte de lo que valía la salud y recuerdos de Elia.

Elia era lo único que importaba.

—Idara tuvo aquí todo el tiempo oculta a una bruja. Ella borró los recuerdos de mi hermana, pero algo salió mal y nos olvidó. Nos había pedido que la atáramos después del hechizo, pero la desatamos para que pudiera arreglarlo, sumió a Elia en una especie de trance y se fugó —explicó con claridad y fingida seguridad.

Cuando la muerte desaparecióWhere stories live. Discover now