Capítulo 17

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El impacto contra el suelo fue más brusco que la vez anterior. Debido el suelo irregular le falló la rodilla y estuvo a punto de caer. Consiguió estabilizarse con dificultad. El dolor de cabeza se había visto multiplicado varias veces y el mareo había vuelto a hacer acto de presencia entorpeciendo la velocidad de su mente. Le costó recordar dónde habían ido.

No veía nada. Parpadeó con rapidez para poder adaptar sus ojos a la luz ambiental y descubrir dónde se encontraban. Alma no le dio ocasión, lo cogió del brazo y tiró de él hacia el suelo para que se ocultase.

El médium tardó unos segundos en ubicarse y entender el porqué.

«Elia».

Habían ido a buscar a Elia.

Sacudió la cabeza en un intento de despejar sus pensamientos. Consiguió alejar las náuseas. El dolor de cabeza parecía ya inseparable de él. Tragó para anteponerse a él.

De nuevo, se encontró parpadeando para que los contornos y los colores se acabasen de definir a su alrededor. Y entonces contempló su alrededor.

Se encontraban en una azotea cubierta de gravilla oscura. En relación a los otros edificios Isaac dedujo que en una estructura de unas dos o tres plantas, no lo sabía a ciencia cierta. Por el número de salidas de aire, chimeneas y cuadros eléctricos imaginó que se trataba de algún tipo de fábrica o complejo industrial. Los edificios de su alrededor corroboraron su hipótesis.

Todo el perímetro de la azotea se encontraba rodeado por un muro de ladrillos de hormigón de apenas un metro de altura. Imaginó que las reparaciones y comprobaciones de las salidas de aire serían habituales por lo que unas ciertas medidas de seguridad serían necesarias. Dio gracias por ello.

Los cuatro se encontraban escondidos detrás.

Solo él parecía desubicado y un tanto lívido. Isaac no acababa de entenderlo. ¿Cómo seguía manteniéndose en pie? El ataque del demonio había sido bestial, había pensado que era su final. Que moriría del dolor, de la falta de aire; comprimido. No lo había hecho, y aún así apenas había conseguido arrastrarse hasta Alma.

Después se había destrozado los nudillos contra el chico.

Y más tarde había caído sin fin, no una sino dos veces.

¿Cómo seguía manteniéndose en pie? ¿Cómo era posible que en el chequeo médico no le hubiesen encontrado absolutamente nada?

Su cuerpo seguía siendo un mapa de dolores, y aún así, no era nada comprado con la tortura que había supuesto ser oprimido por la fuerza invisible que casi acaba con él.

Inconscientemente su vista se dirigió hasta sus manos. No había rastro alguno de heridas en ellas, sus nudillos totalmente recuperados.

Se curaba rápido. Muy rápido.

Y aún así, el dolor de cabeza nunca desaparecía.

Intentó recordar otras veces que se hubiera hecho daño. ¿Siempre se había curado tan deprisa? No era normal. ¿Sus padres no lo habían notado?

Sacudió la cabeza una última vez para acabar de alejar el mareo y se centró en la tarea que tenían entre manos. Liberar a su hermana.

Observó a Alma a la espera de instrucciones.

La parca se señaló ambos ojos antes de indicar la parte alta del muro y apuntar al médium con el dedo. Isaac asintió en confirmación y se incorporó para observar por encima del borde.

Oteó el edificio que tenían delante, el último del polígono industrial; detrás, el más profundo bosque. Parecía abandonado desde hacía mucho tiempo.

Cuando la muerte desaparecióUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum