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Checo

Versta no se separaba de mí. No lo culpaba. Al fin y al cabo, acababa de ganar su premio... y ni siquiera eso me molestaba como debería. En este punto, sólo estaba tratando de aguantarpor auto-preservación.

Había sido rebanado más de una vez y casi estrangulado hasta la muerte... ¿todo por laoportunidad de mimarme?

No entendía el atractivo de eso, pero aquí estábamos, y Versta literalmente no dejaba de sonreírme como si yo fuera lo mejor que le había pasado. Y los festejos en curso parecían respaldar esa suposición

Nos paseaban por la ciudad, literalmente a lomos de otros nassa, en lo que sólo podía describirse como un trono, y él lo ignoraba todo. El sol, la multitud gritando y vitoreando, los tambores resonando en las cavernosas calles, el balanceo de nuestros asientos al movernos de un lado a otro. No se dio cuenta de nada. Literalmente, lo único a lo que prestaba atención era a mí.

Me ardían las mejillas por tanta atención. Había demasiados ojos puestos en mí, mirándo       me fijamente, sonriendo y observando cada uno de mis movimientos. Todo el mundo estaba muy contento. Intenté mantener la mirada fija en mi regazo, pero cada vez que levantaba la vista inevitablemente me encontraba con la mirada de este ser, sentía que mis mejillas se enrojecían aún más. El sol tampoco ayudaba. En la bata nassa, suave y ventosa, podía sentir cómo se me cocía la piel. Su sol era ardiente, pero eso no parecía ser un problema para ellos. Sospechabaque eran una especie de sangre fría. De las que toman el sol en los días en que los humanos lo evitan 

Me miré el hombro y observé que se estaba volviendo rosado; luego miré a Versta y lo sorprendí mirándome de nuevo.

Tragué saliva

- ¿Adónde vamos? - pregunté, alzando la voz para que se me oyera por encima de la celebración.

Se inclinó hacia mí, o tal vez el vaivén de la nassa que nos transportaba lo empujó un poco más cerca

Acercó su cara a mi mejilla con la excusa de que le escuchara e inhaló profundamente haciéndome estremecer, antes de responder con una suave sonrisa.

-Vamos a nuestra ceremonia de unión. -

-Ya. - Ya lo sabía, pero oírlo decir sin rodeos me revolvió el estómago. - ¿Y qué implica eso exactamente?

Ladeó la cabeza y entrecerró la mirada mientras buscaba mi rosto

- ¿Ni siquiera sabes lo que es una ceremonia de unión? - preguntó lentamente.

Negue

-En realidad, no sé nada de tu gente. -

Eso era cada vez más evidente.

Su expresión se tiñó de simpatía, pero en lugar de explicarme, me puso una mano tranquilizadora en el hombro.

 -No hay nada que temer, - dijo. 

Yo discrepé. Aún quedaba sangre bajo sus largas y afiladas garras.

De algún modo, al final, ninguno había muerto durante la "subasta", ni siquiera el nassa al que Versta había apuñalado con una espada. Al parecer, ésa era una de las reglas. Si alguiencmoría, el asesino quedaba descalificado, pero nadie parecía preocupado por eso porque sus sanadores parecían capaces de hacer milagros. 

Sólo habían hecho falta unos minutos y un ungüento para suturar las heridas de Versta Incluso antes de eso, no había parecido muy molesto por ellas.

Los nassa eran realmente feroces. Estaba seguro de que a cualquier alienígena desprevenidoque aterrizara en su planeta le darían una muy buena pelea, pasara lo que pasara. ¿Y si esos alienígenas resultaban ser humanos que intentaban salvarme? 

The Aliens Kidnapped Omega ° Chestappen VersionWhere stories live. Discover now