2

1.3K 218 32
                                    


Versta (Max)

De tejado en tejado, mis pies con garras encontraron apoyo el tiempo suficiente paraimpulsarme en el aire antes de aterrizar en otro edificio. Mientras tanto, el omega se aferrabaa mí.Chillaba cada vez que aterrizábamos y sus manitas se clavaban en mi pelo y mi túnica. 

Elsentimiento de protección que me invadía era tan feroz que un gruñido salió de mi garganta ymis manos se apretaron alrededor de su pequeño cuerpo.Cuando aterrizamos en mi tejado con un fuerte golpe, no perdí tiempo y me dejé caer en elinterior.Mis pies tocaron el suelo y dejé suavemente al omega humano en el suelo, pero no lo solté,no de inmediato.Se sentía tan adorable en mis brazos. Tan pequeño y delicado, y creí ya amarlo.Estaba apegado a él, como mínimo. Dispuesto a protegerlo a toda costa, por eso, cuandosentí lo fuerte que temblaba, finalmente lo solté.Inmediatamente, retrocedió, como un animal asustado. En la penumbra de la noche, no pudever su expresión, sólo cómo se acurrucaba contra la pared. 

-No te preocupes, - le dije. -Te encenderé un fuego y te mantendré caliente. - 

Aquel pensamiento hizo que un cosquilleo de excitación me recorriera el cuerpo. Nuncahabía estado a solas con un omega. Fuera de las subastas, ni siquiera había visto uno sinaparear. Si lo reclamaba ahora, nadie podría quitármelo.Ya es mío, pensé. Lo sentía muy dentro de mí.Necesité el frío de la noche y un autocontrol sin límites para encender el fuego antes de irpor él.

 Cuando prendió y cobró vida, iluminando la habitación, por fin pude volver a ver al omega.Me miraba con ojos redondos y oscuros, con miedo en cada línea de su cuerpo.

 -Ya está bien, - le tranquilicé. -No volverás a ver a esos humanos. - 

Se estremeció cuando di un paso hacia él. 

-P...por favor, - dijo. -Suéltame. Te prometo que no volveré. – 

La ira se apoderó de mí.  Los humanos lo habían tratado tan mal que ni siquiera entendía que lo habían rescatado.Creía que merecía ser castigado y puesto en peligro. 

-Los omegas no deberían ser tratados tan descuidadamente, - intenté explicar. - ¿Y si tepasara algo malo? 

Sacudió la cabeza, frenético. 

-Por eso tenía guardias, - dijo rápidamente. -Pero no los dejaste venir. No querías... ¡estabasplaneando esto! ¿Verdad? 

 Estaba casi histérico. 

Fruncí el ceño y me acerqué.

 - ¡Atrás! - gritó, con la voz aún temblorosa. 

-Por favor, ven al fuego, - le dije. 

- ¡No! 

Por fin me di cuenta de que se acercaba a la puerta.Reprimí un gruñido y me mantuve firme. 

-Te atraparé si huyes, - le dije. -Nunca te dejaré marchar. 

Aunque sería por su propio bien, se quedó inmóvil cuando las palabras salieron de mi boca.Me miró fijamente durante un largo rato y, de repente, empezaron a brotarle lágrimas de losojos.

 -Por favor, - susurró. 

Alarmado, corrí hacia él.Estaba rígido en mis brazos, todavía temblando. Cansado de que discutiera, lo cogí en brazosy lo acerqué al fuego, donde hacía calor.Me senté con él en el regazo y le pasé los dedos suavemente por el pelo húmedo, con cuidadode no arañarle con las garras. Qué raro. ¿Cuándo se había mojado?A pesar de los sonidos tranquilizadores, seguía moqueando y las lágrimas seguían cayendo. 

The Aliens Kidnapped Omega ° Chestappen VersionWhere stories live. Discover now