𝐓𝐫𝐞𝐢𝐧𝐭𝐚 𝐲 𝐬𝐢𝐞𝐭𝐞

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JULIO DE 1986, EN ALGÚN LUGAR DEL REINO UNIDO.

Más de un año después, una joven bruja vestida con una túnica blanca como una perla que proviene desde la profundidad del océano, está saliendo del vestíbulo hacia las afueras de la universidad con su título en la mano, mientras la metáfora del carnicero despellejando a un toro colgado de cabeza avanza y se convierte en el carnicero limpiando la sangre que ha chorreado, afilando de nuevo el cuchillo para empezar a filetear, a arrancar nervios, desgarrar arterias y seleccionar grasas junto a carne.

"La vida comenzaría a sentirse como la escena de un carnicero con un toro recién asesinado. Colgado de cabeza en la habitación inmaculada mientras el hombre afila los cuchillos para comenzar a separar el cuero de la carne, rompiendo vasos sanguíneos y decorando el suelo estéril con sangre. Tardaría unos años en terminar con aquel animal, todo lo que esté infierno que se está formando duraría."

Sus trabajos como primera Dama la presionaron demasiado. Tuvo que completar una carrera de al menos tres años (o incluso mucho más) en uno solo. Era eso o abandonar su sueño. Y ni siquiera lo completó, pero se conformó con el título principal. Con una fracción de lo que ella aspiraba a ser.

Fraccionó su vida.

No iba a correr con su varita en mano tras magos potencialmente peligrosos, pero al menos podía organizar los planes para que otros lo hicieran.

No cumplió su sueño, lo adaptó.

Realizó las cosas de un alumno principiante de Auror durante las mañanas; correr en los campos de entrenamiento, aprender de puntería y movimientos de varita para retener a alguien. Y durante las noches, los profesores de los alumnos de niveles avanzados y de último curso, le enseñaron lo de aquel nivel. Durante el día era una joven y durante la noche era una mujer apunto de graduarse.

Tenía 19 años.

La universidad no se negó a aquella mala práctica de educación. No pudo hacerlo. Era la primera dama y quien solicitaba aquel nivel de enseñanza era su propio esposo, el propio primer ministro. Riddle aterrizó en las oficinas del director con su traje más elegante y su mejor aura de superioridad fatal. Se realizó una hazaña extraordinaria para mezclar todos los contenidos en un solo año de internado. Aplastándola como a granos de granada para hacer el jugo de Tom de cada mañana. Sangrando para que él viviese.

Deporte en la mañana, leyes en la tarde, conceptos en la cena, lectura en la noche, escritura y planificación durante la madrugada. Y luego volvía al comienzo.

Fue atroz. Jamás durmió. No sabía lo mucho que podían ser adictivas las pociones que contenían una alta cantidad de cafeína y azúcar. Incluso pensó que podría estar volviéndose adicta a las pastillas que "provocaban y empujaban al insomnio a mantenerse en pie". Le tomó más gusto a los cigarrillos y se olvidaba de comer la mayor parte de las veces.

Una chica de una especialidad de aurores distinta, le tomó una foto y la vendió al Celestial Tempus. No tardaron en especular que su primera dama era adicta a las drogas y estaba destruyéndose por una supuesta infidelidad.

El rumor fue apagado a tiempo. Pudo ser catastrófico.

—Querida—le decía Tom, atajando su rostro demacrado entre sus manos, no parecía importarle su estado físico—siempre puedes abandonar esto y seguir con la cómoda agenda de primera dama. Es decir, ¿Quien no querría ir a buenas cenas y dormir en una buena cama en lugar de llenarse de lodo todas las mañanas?

Junto a él, parecía una niña sacada de la guerra. Escuálida y temblorosa. Tenía que aplicarse varias capas de encantamientos para armonizar su rostro para mantenerse atractiva y radiante. El sol jamás dejaba de brillar. No porque no quisiera, si no porque no podía.

Paris, Texas - Tom Riddle Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz