𝐎𝐜𝐡𝐨

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SEPTIEMBRE DE 1983, TIERRAS ALTAS DE ESCOCÍA, HOGWARTS.

La charla con Riddle solo significó una sola cosa para Adeline: su polla había estado en cada casa se Hogwarts.

A Adeline le causó diversión y algo más.

Algo más.

Algo más.

Algo más.

Un revoltijo en el estómago. Era como estar armando un rompecabezas. Riddle había sido su enemigo todo Hogwarts y ahora estar cerca de él y saber cosas de su persona era como estar resolviendo un misterio que ella no quería.

Le causaba conflicto saber más de él. Ella se había apegado a la idea de saldría de Hogwarts, trabajaría en el ministerio, y nunca más se lo cruzaría. Nunca más lo vería. Nada de vistazos casuales. No estaría en la biblioteca con el libro que ella necesitaba, ni en la oficina de Snape justo cuando ella necesitaba hablar. Se borraría de su cabeza como los desdibujados recuerdos de su joven niñez. Aparecería cuando ella estuviese en una reunión de ex alumnos de Hogwarts y mencionarían su nombre como el segundo de la clase, habrían risas y ahí se terminaba todo.

Pero ahora Riddle se había empeñado a no ser olvidable.

Como un arma biológica ¿Ese era su nuevo método de tortura para Adeline?

Ahora ella sabía innecesariamente que debía follar antes de competir porque era un apasionado por los dioses. Que él se creía uno de ellos. O que el aspiraba ser uno de ellos.

El pensamiento le dio vueltas en la cabeza hasta que bebió una poción que ella misma preparó y se durmió. Poción para dormir sin sueños. Aturdimiento rápido. Usar con cuidado.

La presentación de doma clásica fue temprano por la mañana. Adeline se despertó justo a tiempo. Sentía unas náuseas horribles al pensar en ir, pero sus amigos le estaban esperando y era mejor soportar a tener que dar explicaciones.

El cielo estaba gris y había una enorme cantidad de alumnos viendo. Los caballos de Beauxbatons y Koldovstoretz llegaron durante las últimas horas de la noche y los de Ilvermorny y Durmstrang estaban aterrizando cuando Adeline se acercó a las galerías y se sentó junto a Neville mientras Hermione se ponía roja como un tomate al ver la silueta de Viktor.

—Parece que no deja de buscar excusas para venir a Hogwarts, Mione—se ríe Ginny—Del Quidditch a los caballos.

Ron está notablemente furioso.

—Podría ir a saludarle luego...—Hermione se muerde el labio—Por dios, ¿Dos deportes? Debe ser odiosamente rico.

—Ni siquiera lo dudes—respondió Ginny.

Como si de un imán se tratase, mientras Adeline ríe y le murmura algo a Neville: lo ve. Todos los representantes de Hogwarts estaban listos y calentando sobre el césped, trotando con sus caballos elegantemente vestidos: Flora Snow, Ever Vale y Francis Strauss con sus caballos medianos pero rápidos, Granians de pelaje brillante y melena larga, y Elie Storks, Diana Fennell y Draco Malfoy con Abraxans de sangre tan pura como las de sus jinetes.

Pero Riddle estaba tranquilamente de pie junto a Eros. No llevaba la chaqueta pero si el uniforme, la camiseta que se abrazaba a su cuerpo y los pantalones con amuletos anti suciedad, le importaba una mierda el color de su uniforme, tenía las manos en los bolsillos mientras miraba a su compañero, Eros no llevaba si quiera una rienda. Nada. Estaba desnudo a comparación de los demás.

 Estaba desnudo a comparación de los demás

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Paris, Texas - Tom Riddle Donde viven las historias. Descúbrelo ahora