Capítulo 4: Growing

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Agosto empezó mal llegó por correo una carta de Petunia Dursley.

-¿Los muggles tienen correo?- Preguntó Sirius, mirando el sobre que yacía sobre la mesa con profunda desconfianza. -¿Cómo ha llegado aquí sin una lechuza?-.

Severus estaba aprovechando su turno para ayudar a Harry a desayunar. Harry había aprendido a usar una cuchara, pero su capacidad de atención era tan corta que no lo hacía a menos que tuviera ayuda constante. Y aun así siempre hacía un desastre enorme.

Severus levantó la vista para fulminar a Sirius con la mirada. -¿Crees que cincuenta millones de personas que viven en esta isla no tienen forma de intercambiar cartas entre sí?-.

Sirius siguió mirando la carta fascinado. -¿Cómo lo hacen?-.

-Hay toda una industria. Se contrata a gente para llevar cartas, no a mascotas. Lo de los magos es una locura, de verdad, Sirius-.

Sirius se rió como si Severus estuviera bromeando, aunque sabía que probablemente Severus no estaba bromeando. Finalmente cogió el sobre. -¿Pero cómo nos encontró Petunia aquí?-.

-Lily y Petunia se criaron a unas calles de aquí. ¿No lo sabías?-.

-No-, dijo Sirius. -Si Lily habló de dónde era, no lo recuerdo-.

-Pues sí que lo hicieron. No me sorprende que Petunia conozca esta dirección-.

Sirius abrió el sobre. Era una carta corta, dirigida sólo a Severus, su tono cortante. Petunia sospechaba que su vecino no sólo era un fisgón, sino también "uno de los tuyos". Petunia se había visto obligada a responder preguntas sobre un sobrino que ya no vivía con ella. Petunia fingía no saber de qué hablaba aquella vecina, pero quería que Severus le asegurase que no tendría que volver a acoger a su sobrino por culpa de las intromisiones de "los de tu calaña."

Sirius suspiró. -Uno de los espías de Dumbledore está husmeando en casa de Petunia, haciendo preguntas sobre Harry-.

-¿Qué?- Preguntó Severus alarmado.

-Petunia tiene una vecina llamada Arabella Figg... eso no es una coincidencia, ella es un miembro de la Orden del Fénix que es una Squib...-

Sirius se cortó, luego le lanzó a Severus una mirada desconfiada. -No debería haberte dicho eso-, dijo Sirius acusadoramente.

-No seas imbécil-, dijo Severus mordazmente. -Sabes perfectamente que me pasé al bando de la Orden antes del final de la guerra. ¿Crees que voy a ir corriendo a mi antiguo grupo para reunir a la gente en busca de venganza contra los miembros de la Orden?-.

-Por supuesto que no pienso eso-, dijo Sirius rápidamente. -Sólo lo comprobaba. De todos modos, Figg ha estado husmeando y a Petunia no le hace ninguna gracia. Y si Figg está informando a Dumbledore de que Harry ha desaparecido...-

Severus se encogió de hombros. -Lo único que podemos hacer es confiar en que Petunia no diga adónde fue Harry. Le volveré a escribir-.

-¿Y si Dumbledore empieza a probar hechizos rastreadores?- preguntó Sirius. -Deberíamos sincerarnos con él...-

-No-, dijo Severus con firmeza. -Yo lanzo protecciones sobre Harry y esta casa todos los meses. Dumbledore no lo encontrará aquí-.

Sirius suspiró. -No sé por qué no confías en Dumbledore-.

Severus desistió de seguir intentando que Harry comiera y empezó a limpiar el desorden.

-Mira, Sirius-, dijo. Hablaba despacio y Sirius se daba cuenta de que sopesaba cada palabra con cuidado. -Cuando hablé con Dumbledore después de la muerte de Lily, Dumbledore insistió en que el Señor Tenebroso va a volver y que todos debemos estar preparados para hacer todo lo posible para proteger a Harry. Y leíste su carta a Petunia cree que Harry sólo está a salvo bajo su techo. Y bueno, Dumbledore es muchas cosas, pero...-

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