Capítulo 2: Kidnapping

1.2K 151 39
                                    

De alguna manera, milagrosamente, Severus no fue despedido de su trabajo. Impartía sus clases con aún menos gracia para los alumnos que de costumbre, hosco y punzante con cualquiera que tuviera la desgracia de toparse con él.

Sirius pasaba los días en igual miseria, tumbado en su sofá, bebiendo y viendo telenovelas malas. Remus Lupin apareció al cabo de un par de días e hizo todo lo posible por apartar a Sirius de esos horribles hábitos.

No funcionó, y Remus acabó rindiéndose frustrado, diciéndole a Sirius que le llamara cuando se le ocurriera.

Sirius sospechaba que eso sería aproximadamente nunca.

A principios de noviembre, el casero de Sirius se presentó para reclamarle el alquiler, un dinero que no tenía. Sirius había optado por luchar contra los mortífagos en lugar de encontrar un trabajo de verdad, y el dinero del tío Alphard había servido para mantener ese estilo de vida. Sirius había compartido ese piso con James y Lily antes de casarse. Sirius no había prestado mucha atención a los detalles; James simplemente... había seguido pagando el alquiler después de que él se mudara.

Hasta ahora, claro.

Sirius le cerró la puerta en las narices al casero. Sirius ignoró las subsiguientes notificaciones de desalojo y citaciones judiciales. En enero, Sirius estaba a la intemperie, con sus pertenencias empaquetadas y puestas en la calle. Sirius esperó a que oscureciera, encogió las cajas y los muebles, sin importarle si se destruía algo en el proceso, y se lo metió todo en los bolsillos. Luego se sentó en la acera, obligado por fin a contemplar el desastre que había hecho de su vida.

Sirius tenía algo de calderilla, al menos. Encontró un teléfono público e intentó llamar a Remus, pero la línea estaba desconectada.

Sirius pensó en presentarse en casa de su madre y descartó la idea con la misma rapidez.

Apareció en Hogsmeade y recorrió el camino hacia el castillo. Tal vez Dumbledore tuviese alguna ayuda para él, o alguna idea, o tal vez dejase que Sirius se quedase allí porque estaba en una situación desesperada.

Por su propia culpa, sí, pero en cualquier caso.

Escocia en enero era mucho, mucho más fría que Londres, y los encantos de Sirius no servían para calentarle. Estaba temblando y le castañeteaban los dientes cuando empujó la puerta principal del castillo y entró.

Inmediatamente se encontró con dos figuras imponentes vestidas con túnicas oscuras. Le miraban con el ceño fruncido y una de ellas tenía la varita en la mano.

-Eh, hola, Snape, Filch-, dijo Sirius tímidamente. -¿Está Dumbledore?-.

-¿Está Dumbledore?-, se burló Filch. -Estás entrando sin permiso a menos que tengas una cita, muchacho-. La idea pareció hacer muy feliz a Filch; se regodeaba.

-¿Qué te pasa?- Añadió Severus, observando más de cerca a Sirius. -Pareces medio muerto-.

-Estoy estupendamente-, dijo Sirius con altivez. -¿Qué te pasa a ti?-.

-Yo me encargo de él-, le murmuró Severus a Filch. La cara de Filch decayó dramáticamente, pero cedió ante Severus sin mediar palabra.

-Pareces muerto de hambre y de frío-, dijo Severus bruscamente, en cuanto Filch desapareció en la penumbra del pasillo. -Vamos-.

Severus se volvió y empezó a bajar la escalera detrás de él. Se había equivocado de dirección hacia el despacho del director. Misterioso, Sirius le siguió, adentrándose en el pasillo de las mazmorras. Severus caminó unos pasos por el pasillo, luego abrió una puerta y condujo a Sirius al interior de unas habitaciones.

NOT BRIGHT OR NOBLE, BUT ALMOST SUBLIMEWhere stories live. Discover now