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Habían pasado dos semanas desde su última cita. Chaeyoung quiso invitarla antes a la playa, pero lamentablemente, al parecer sus profesores se habían puesto de acuerdo para llenar a ambas chiquillas de trabajos, por lo que no tuvieron tiempo.

De todas formas, sin importar aquello, Chaeyoung se las ingenió para pasar la mayor parte de su tiempo con la niña de lindos lunares. Estaba contenta porque Mina se volvió rápidamente amiga de sus amigas, y se sentía bonito ver eso.

De vez en cuando, Chaeyoung coqueteaba bobamente con ella, y es que no podía resistirse. Mina solo se sonrojaba y reía tapando su rostro.

Justo el día anterior a ese tuvieron un momento íntimo, distinto a cualquier otro. Mina le estaba explicando un ejercicio de matemáticas cuando Chaeyoung no pudo evitarlo y su cabeza se desconectó totalmente de los números y multiplicaciones confusas y se quedó observándola fijamente, casi que con corazones en los ojos.

De un momento a otro, su vista bajó a los labios de la pelinegra y fue ahí cuando esta lo notó.

Fueron pequeños segundos de contacto visual, pero los mejores sin duda. La repentina tensión fue percibida por ambas y lo único que Chaeyoung quería era besarla.

Pero se contuvo, diciéndose que no era el lugar adecuado, no en la biblioteca de la escuela con la señora esa que la callaba a cada rato. Maldita bibliotecaria.

Aunque no tenía miedo de parecer atrevida, pues creía haber dejado claro con sus acciones que Mina le gustaba, solo que no lo decía en palabras.

—¡Ya tengo todo! —anunció Mina, saliendo del baño que quedaba dentro de su habitación.

La menor la esperaba paciente sentada en el borde de la cama, observando las adorables decoraciones en las paredes junto a algunos dibujos.

Una vez salieron de Tdoong, fueron a casa de Mina para que esta pudiese buscar su bikini, toalla de playa, entre otras cosas necesarias.

Chaeyoung había guardado sus propias pertenencias el día anterior, por lo que no fue necesario desviarse a su hogar.

—¿Tú haces los dibujos? —preguntó, fija en un papel de acuarela que tenía pintado una terraza lluviosa con un gato parado en la baranda.

—Sí... no son muy bonitos, pero mamá dice que debo lucir lo que hago —jugó con sus manos, le avergonzaba que vieran sus trabajos.

—¡¿Qué dices?! ¡Están preciosos! —soltó sincera, era impresionante el realismo que lograba.

—Gracias, Chaeng —sonrió y guardó el bloqueador en su bolso—. ¿Vamos?

—Vamos.

***

—¡Aquí es! —habló animosa, habían llegado a una de las playas más bonitas en Seúl y para su suerte, el lugar estaba casi vacío.

Se acomodaron colocando las toallas sobre la arena y comenzaron a desvestirse. Ambas llevaban el traje de baño bajo sus prendas.

Mina untó la crema protectora por sus brazos, piernas y rostro, todo bajo la atenta mirada de la chica a su lado.

—¿Quieres? —ofreció y ella asintió.

Una vez estaban con el bloqueador listo, se recostaron en la tela bajo sus cuerpos.

Mina estaba acostada boca arriba, con los ojos cerrados y las manos a sus costados. Chaeyoung estaba acostada de lado, observando a la niña disimuladamente.

Era una obra de arte, uno de esos poemas cortitos de máximo cuatro líneas, pero que aún así lograban mucho con sus pocas letras. Tan profundo y sensible.

poto + luna = mina || michaeng auWhere stories live. Discover now