Parte única.

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Will se sentía avergonzado.

La última vez que tuvo la oportunidad de ver a Hannibal, habló con él sobre las sesiones de terapia. Últimamente se sentía inestable, de una manera agravada, podría decirse. Tenía alucinaciones que parecían haber comenzado como pesadillas, para luego descubrir que era un sonámbulo.

Se estaba derrumbando mentalmente, de forma errática, y no quería renunciar a su trabajo como agente especial del FBI únicamente por no aguantar su trabajo como es debido. Él estaba ahí para eso, se supone que debería hacerlo profesionalmente.
Se negaba a aceptar de una u otra forma que no estaba en las condiciones para seguir con su deber, se sentía culpable.
Pero sabía aceptar que le hacía mal, cada vez que se ponía en la piel de un nuevo asesino, sentía con aún más intensidad que había sido él quien había arrebatado las vidas de aquellas víctimas. Sentía que él había sido el causante de aquellas escenas casi inimaginables para cualquier persona con una vida ordinaria, se sentía como un monstruo.

Precisamente por eso deseaba asistir a las sesiones, además de que se encontraba extrañamente cómodo en los alrededores del Dr. Lecter, era necesario.

Su primera sesión sería ese mismo día, a las 7:30 PM. Estaba ansioso pero sabía controlarlo, sentía una presión en su garganta que le dificultaba un poco respirar con normalidad, por lo tanto, decidió que iba a distraerse hasta que aquella hora llegase.

Estaba mareado, a causa de eso tuvo que levantarse de su cama con precaución. Una vez que se sintió mejor, fué a prepararse un café y se sentó en uno de sus sillones, acariciando a uno de sus perros con la mano derecha, mientras que con la izquierda se permitió tomar el primer sorbo de café.
Will tenía unas ojeras poco pronunciadas, y su pelo ondulado aún estaba desordenado, más de lo usual.
Realmente estaba cansado, la falta de sueño a causa de las lagunas mentales y aquellas alucinaciones que no lo dejaban en paz tenía varios efectos en él. Por eso quería mejorar lo más pronto posible, quería seguir salvando vidas, para así tal vez compensar aquella que arrebató alguna vez, la muerte de la víctima que lo perseguía en cada investigación, y el padre que le quitó a una inocente niña.

Trazó sus ojos suavemente, con su índice y pulgar, solo para pensar más claramente y no en algo que solo podría hundirlo en más preocupaciones. Por el momento, se limitó a terminar su café, ya frío, y jugar un poco con sus perros.

Miró su reloj, eran las 5:17, tomaría una ducha y se aseguraría de llegar a tiempo, prefería no hacer esperar a Hannibal.
Se sumergió en su bañera de agua fría, eso siempre le ayudaba a aclarar sus pensamientos, con más lógica. Todo su cuerpo se tensó y un escalofrío recorrió su columna, logrando que Will incline un poco su cabeza hacia atrás. Adoraba el frío, en todo sentido. Podría incluso tomar un baño de hielo, si no fuese porque no puede tomarse el tiempo de hacer una cantidad considerable de hielo como para permitirse tomar uno.

Sin percatarse, Will se había hundido en el agua fría, casi quedándose sin aire. Abrió los ojos con sorpresa y se levantó prontamente, para así tomar una profunda bocanada de aire frío, seguida de varias otras a más velocidad. Salió de la bañera, temblando ligeramente. Envolvió una toalla alrededor de su cintura y buscó la ropa que se pondría para asistir a la sesión. Unos pantalones de mezclilla color café, junto con una camisa blanca y un traje café que combinaba con sus pantalones. No solía vestirse muy bien para sus pocas salidas casuales, pero era la única forma de sentirse en armonía con Hannibal y todo lo que su estilo y espacio abarcaba.

Ya listo para salir, miró su reloj, creyendo que estaría a tiempo, siendo ahí cuando se dió cuenta de que eran las 6:52 PM. ¡¿Cuánto tiempo estuvo en la bañera?! Llegaría tarde.
Su calma se había desvanecido por completo, rápidamente subió a su auto y lo encendió casi de forma bruta, saliendo a la calle y finalmente dirigiéndose al edificio en donde se encontraba tal oficina.
Mientras conducía, se mordía el labio inferior, el cual estaba seco, facilitando así la ruptura de la piel en este y provocando un leve sangrado.
Un tenue sabor metálico inundó su boca a causa del hierro en la sangre, haciéndolo sentir más nervioso de alguna manera.

Llámame por mi nombre. - HannigramWhere stories live. Discover now