XVIII

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Pregunta preguntosa de la autora:::: les interesa el tarot???

YA VOLVÍ CHICOS ya tengo ideas para éste fanfic💋

Difusión de WhatsApp!!(avisamos cositas y les cuento boludeces): https://whatsapp.com/channel/0029VaMmIm26mYPHlQrlKo2N

* * *

Quisiera decir que esa fue la única vez en la que vi a la capitana llorar por el asunto de ser esta su última oportunidad de ganar una competencia de un calibre tan grande... y acceder a la oportunidad de, quizá, tener una beca deportiva en alguna universidad que ella eligiese.

Pero no.

Porque, después de todo, cuando tienes un regalo de Dios era eso lo que debías utilizar hasta el último día de tu vida, hasta el último respiro, y de preferencia morir dándote cuenta de que dabas gracias por ese regalo tan preciado y tan único que se te había otorgado. Si es que eso era algo que había aprendido yo mientras trabajaba con mi diosa. En aquellos tiempos, sí.

Me gustaba la preparatoria, pero era cierto que encontrabas un montón de mentes conflictuadas y dolidas por diferentes situaciones de las que realmente no entendían que tenían control nulo. Especialmente en su vida a futuro. Pero al mismo tiempo pensaba en que yo había sido igual de imprudente cuando tenía... algo así como tres veces su edad.

Supongo que estaba bien, porque era normal: sin los errores del antes no se puede ser mejor en el hoy, pero duele.

Siempre duele.

Y verla llorar había sido doloroso para mí. Aún cuando yo simplemente había decidido que no iba a pasar otro año más fingiendo ser un adolescente.

Me sentí egoísta, pero era porque quizá después de conocer a Nanami, solamente me dediqué a cursar ese último par de años por la dicha de estar a su lado y cuidarla de una forma más empática que la que podía hacerlo Tomoe. Aún odio sus métodos.

No cuestionaba sus métodos, los odio, pero jamás los cuestioné. De cualquier manera, era porque de esa forma se nos había educado a todos en cierta época. Inclusive, era así como era usual llevarte con otros pares, con humanos de menor calibre que tu Dios... o tus compañeros de cualquier trabajo.

Nunca me gustó, de cualquier manera, llamarme a mí superior a los humanos, por lo menos no desde que los humanos me dieron el refugio que los míos me habían negado.

Si llega un perro sucio, enfermo y, en este caso, sin una oreja a un lugar pudiente que se basa en la imagen del cómo se ven sus mascotas... y ven que este perro no tiene dueño; el Dios, egoísta y altivo, probablemente se dé la vuelta y te deje fortalecerte con los golpes de la vida.

Pero como perro sucio y maltratado, sí le tocas la puerta a un humano que entiende y puede ponerse en el lugar de una mente sufrida, una hija huérfana, una mujer viuda, un hombre explotado, o rechazado previamente ellos quizá te abran la puerta te den comida caliente.

Lo hicieron conmigo.

Sí, quizá te traten un poco mal.

Y quizá no te adoren, quizá hagan que todo lo que puedas lo hagas sólo, pero al final del día... eso es una experiencia. En realidad puedo decir que es cien veces mejor ser una personalidad vestida, bien alimentada y socialmente aceptada, que ser simplemente un siervo maltratado, abandonado, desagradable y mal hablado.

Así que quizá lo entendía. Quizá entendía a mi capitana, y quizá entendía a todas mis pares en ese momento en el equipo de atletismo. Porque quizá ellas estaban viviendo lo que yo vivía en ese momento, quizás ellas eran el perro abandonado que había sido adoptado por la capitana.

Y ella era una persona que estaba simplemente buscando el éxito en algo que había descubierto que podía hacer. Que, sí, era algo que podían hacer millones de personas... pero ella también podía jugarse sus cartas para aprender y entender que quizá ella también podía.

Ella podía ser respetada por lo que hacía. Las chicas también.

Pero las cartas se le estaban acabando, y verla llorar en los vestuarios no había sido más que una rutina casi por los últimos tres meses.

---Vamos, vamos. Que llorar te quitará fuerzas...--- le dije, tomándome la libertad de golpearle suavemente la espalda.

---Oye, que tengamos la misma edad no me deja de hacer menos tu autoridad, Aoi.

---Pues enojate--- le dije, obligándola a ponerse del pié--- Enojate conmigo. No me importa, así te puedes... ¡Ya sabes! Así puedes correr más rápido. Adrenalina y esas cosas.

Ella estaba presionada.

Mucho, porque no era especialmente bonita para el público masculino (porque aunque yo misma considere que ella es una de las mujeres más hermosas que me han dado el honor de dirigirles la palabra, mi opinión nunca contará como para ella contaría la de las personas de las que se había de enamorado antes), y también estaba presionada porque pensaba que no era tan inteligente como las demás personas que la rodeaban en su clase. Y, no lo sé, pero quizá su familia le tenía mucha presión.

Y eso sí lo entendía, y me parecía válido. Doloroso, pero válido.

Así que la apoyé cuando fue el momento de posicionarnos para la carrera de relevos en la que yo simplemente iba a tomar parte como una de las últimas bases de la estructura.

Así que tomé la varilla de sus manos.

Tomé la varilla y le coloqué la varilla primero en el hombro izquierdo, después en el derecho, y luego sobre la frente.

Inspiré profundamente antes de hacer esto y le profesé lo siguiente, con toda la seriedad que creía que merecían:

---Decreto que: en nombre mío, en nombre tuyo... en el nombre de ellas y el nombre de la medalla que colgará de tu cuello en breve... ¡Sin excepción! Que esa cinta de llegada será tuya.

---Oye, oye. Es suficiente, Aoi...--- ella espetó, jalándome de la muñeca. Y yo fruncí el ceño, sin moverme de mi lugar.

---Esa meta es tuya. Tómala, por tí--- le dije.

Nadie se merece más esa clase de premios que una persona que ha luchado con tanta fuerza para que se le dé un reconocimiento por lo único que cree que puede hacer, y que lo hace, bien.

La capitana sonrió y me golpeó el brazo, quitándolo finalmente.

---No seas idiota y vamos a correr de una vez, que tu novio tiene que verte volver con una medalla dorada al cuello o no.

Yo sonreí.

Solo pude sonreírle y asentir, porque no me estaba pidiendo que honrara al hombre que tenía al lado, no me estaba pidiendo que hiciera las cosas por otra persona... aún habiendo llorado por ese premio que nunca se le había dado...

Y es que ésta era su última oportunidad válida.

Era una cantidad justa de lágrimas que había derramado por esta competencia.

Y aún así, llorando días horas y en repetidas ocasiones me lo estaba diciendo a mí. Me estaba asegurando a mí que yo iba a volver a casa con algo mucho más importante que la validación de un tipo. Me decía que iba a volver a casa con el símbolo dorado de los laureles victoriosos sobre mi pecho, presumiendo altivamente que yo también podía hacer las cosas que hacían otras personas alrededor del mundo. A pesar de no ser un ser humano, quizás yo también podía ser humana.

Y que esas oportunidades tangibles... estaban para mí.

---Que esa medalla en el templo sea una de las reliquias que la gente toque para sentirse fuerte cada vez que no se sientan de esa manera, Aoi.

---Eh... En realidad, no es...--- le dije, y ella me espetó una frase con más fuerza, haciéndome olvidar incluso lo que yo quería decir.

---Solo quiero escuchar un "Sí, mi capitana".

---Entonces: "Sí, mi capitana"--- le extendí la mano a mi opuesta, observándole los ojos brillantes--- Volvamos con esa insignia victoriosa encima del pecho.

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⏰ Última atualização: Mar 02 ⏰

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Another Date With The Moon || Kamisama HajimemashitaOnde histórias criam vida. Descubra agora