LUMOS...
¿Alguna vez has deseado, casi de manera desesperada, que la tierra te trague y te escupa en un lugar mucho mejor?
De todas las experiencias que he tenido en mi vida, las últimas podrían considerarse extraordinarias. Distintas. Especiales...
Una corriente de aire frío me envolvió por completo. Cerré los ojos, sintiendo cómo perdía el control de mí misma.
—No tendrás que fingir más, querida —siseé con furia, sonriendo abiertamente—. Te lo haré mucho más fácil. Arrodíllate ante mí, debes mostrarle respeto a tus superiores —todos vieron con horror como el cuerpo de Astoria cayó de bruces en el suelo, sus rodillas estaban apoyadas en la alfombra y sus brazos se encontraban alzados sobre su cabeza. Sus ojos estaban llenos de lágrimas. —Mucho mejor, ¿no crees?
El aire helado volvió a recorrerme pero, ésta vez, la fuerza abandonó mi cuerpo. Mi mundo se tambaleó.
—Arts —Scorpius se encontraba a mi lado, mirándome con preocupación—. No debiste usar tanto tus poderes... —su voz comenzó a sonarme absurda. Trastabillé con mis pies. Mi cuerpo se inclinó hacia un lado mientras que la cabeza no me dejaba de palpitar.
Alguien me sostuvo en brazos en el instante donde mis músculos fallaron. La cordura cedió y, lo último que pude ver, fue un destello platino.
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— ¿Viste la manera en que sus ojos cambiaron de color? —Le preguntaba Blaise Zabini a Draco Malfoy, sonriendo con fascinación—. ¿Oíste su voz? Estaba hablando pársel, ¿no es verdad? ¡Qué fuerte, hermano!
—Cállate, Zabini —exclamó Draco Malfoy, sin apartar la mirada del pálido rostro que poseía la chica que había logrado atrapar antes que cayese al suelo alfombrado de la sala común. La serpiente con la cual ella había llegado, no se había apartado de su lado, en ningún momento—. Lo ha confirmado, ella es la descendiente de Salazar Slytherin. Sólo los verdaderos y auténticos merecedores podrán hablar su lengua.
—Es poderosa, de eso no cabe duda —murmuró Theodore Nott, con los labios levemente apretados—. Hizo que Astoria se arrodillase ante ella, sin hacer uso de una varita mágica. Sorprendente —su tono de voz desbordaba asombro y admiración—. Será mejor que llamemos a Snape. Artemisa parece estar delicada de salud, está demasiado pálida.
Draco Malfoy apartó la mirada de la muchacha para poder clavarla en los ojos de Theodore.
—No —declaró con falsa tranquilidad. Realmente estaba angustiado.
Astoria, que se había sentado en uno de los sillones de cuero más cercano a Draco, soltó una exclamación ahogada.
— ¿Qué? ¿Por qué no, Draqui? —Preguntó haciendo un puchero con el labio inferior—. ¿No has visto lo que me ha hecho? ¡Es peligrosa para todos nosotros! ¡Pudo haberme hecho daño! Estaba totalmente fuera de control —exclamó con indignación—. ¿Quién en su sano juicio tendría una serpiente como mascota? ¡Está chalada!
—Has silencio, Greengrass —Draco la miró con indiferencia mientras volvía a posar su mirada en la chica que yacía en el sillón de cuero negro.
