14. Playa

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[ 9 de Julio. 11 días después de la boda ]


— Está bien, gracias — el rubio colgó la llamada con tranquilidad y se estiró suavemente en la cama matrimonial deshecha.

El servicio a la habitación lo había sorprendido con un desayuno gratuito para él y su muy amado nuevo esposo; quienes se encontraban aún de luna de miel en Mondstadt. Hacía diez días que habían llegado y, honestamente, Kaveh no podía separarse de la playa. Si bien Sumeru tenía costa y playas, se encontraban muy lejos de la ciudad y en un día común prefería ahorrarse molestias y algunos centavos de gasolina. A eso, le añadía el terrible horario de un arquitecto y la planeación de la boda que no quiso y que fue, de cualquier forma, obligado a planear.

— Hoy también a la playa, ¿verdad? — molestó su esposo, sentándose junto a él y comiendo del desayuno sobre la cama — Conoces por nombre a todos los granos de arena de la costa. A este punto, quizá conozcas más aquí que en Sumeru.

Kaveh le dio un manotazo en el brazo y arrebató la papa a la francesa que había quitado del plato. Estaba demasiado cómodo considerando su especial situación, tan en confianza como para robarle su comida y el edredón que Kaveh trataba de mantener únicamente para sí mismo en las noches.

— Para tu información, sabiondo de circo, hoy no tenía planeado ir a la playa — mintió. Alhaitham subió ambas cejas sin sorpresa —. Bueno, sí. Pero quería recorrer primero la ciudad. Solo fuimos los primeros dos días, ni siquiera alcanzamos a visitar la Catedral de Favonius.

— ¿Ah, sí? — le robó más comida del plato. No tenía mucha hambre, pero notó que Kaveh era fácil de molestar —. No sabía que eras religioso.

— No sabía que eras un maldito — quitó de nuevo la comida de su mano, justo cuando se disponía a llevarla a su boca —. Es una maravilla arquitectónica. He visto mucho al respecto en libros y noticias, pero la verdad me encandilé con las playas de por aquí.

Alhaitham analizó a su esposo. Estaba inusualmente relajado, eran las diez de la mañana y aún no le había gritado algún reclamo o insulto.

— ¿Algo más?

— No, por el momento — respondió con una sonrisa falsa. Alhaitham tomó la comida restante en el plato y se encerró en el baño a comerla, ocasionando que Kaveh perdiera la calma que tanto se había esforzado en reunir.

Unas horas más tarde, la tarde había caído y el rubio también. Pasó todo el día caminando y discutiendo con su compañero, que en ocasiones desaparecía entre los callejones de la ciudad y volvía como un turista engañado por la pulcra estrategia de venta de los puntos más visitados de una nación.

— ¿No estás cansado? — Kaveh se tiró boca arriba en la arena frente al mar en posición de estrella, esperando que alguna ola llegara hasta él y lo ahogara antes de que pudiera volver a Sumeru a fingir estar casado con el idiota junto a él — Has cargado esa mochila todo el día y cada vez que te veía estaba un poco más llena. ¿Tantos amigos tienes que necesitas esa cantidad de souvenirs?

Alhaitham se sentó a su lado y se quitó la mochila negra de los hombros, abriéndola y buscando algo en su interior. Kaveh supuso que quizás tenía merecido el golpe que estaba por recibir.

— No, es que yo sí tengo condición física — se burló y sacó algunas cosas hasta llegar a su objetivo —. No llevo tanto, solo algunas cosas para Dehya y Candace. Además, esto es lo que ocupa más espacio. Siéntate.

Kaveh obedeció y se sentó junto a él, queriendo ver el interior de la mochila. Alhaitham la cerró al notarlo y negó.

— No, no. No me sirve — sacudió la cabeza de lado a lado —. Necesitas cerrar los ojos y no asustarte, ¿me oyes?

De Anillos y Promesas | HaikavehDonde viven las historias. Descúbrelo ahora